La fiebre del hongo
La fiebre por las setas ya ha empezado a propagarse por los montes de la provincia de Cuenca. Micólogos que disfrutan con la variedad de especies, lugareños y aficionados que buscan para consumo propio y profesionales de temporada que hacen en otoño su particular agosto pueblan estos días nuestros montes.
Y es que las últimas lluvias hacen presagiar que esta será una buena campaña para adentrarse en el campo en busca de este exquisito manjar. Así lo esperan desde la Asociación Micológica Conquense. Su presidente, José Luis García, asegura que han sido “providenciales”, ya que de no ser por las lluvias recientes la temporada habría sido “realmente mala”.
García considera que si las temperaturas siguen como hasta ahora “en unos 15 días daremos por comenzada la temporada”, por lo que los más ansiosos aún deberán esperar un poco para ir al monte y regresar con una buena recolecta.
Pero la afición y el negocio se han disparado en los últimos años dando lugar al debate sobre cómo controlar la recolección masiva y preservar con ello el entorno natural. Mientras que algunas comunidades autónomas tienen regulada esta práctica, otras como Castilla-La Mancha carece de legislación. Una situación que, advierten los micólogos, podría causar daños irreparables en los montes.
“Es primordial algún tipo de regulación que evite la recogida abusiva, no tanto de personas particulares, sino de estos semiprofesionales que arrasan con todo”, insiste el presidente de la Asociación Micológica Conquense, para quien “urge ponerle coto a una práctica que año tras año va creciendo”. “Las administraciones se tienen que implicar”, señala.
Lo saben bien en Valdemeca, donde el Ayuntamiento hace ya dos décadas que reguló esta práctica a través de una ordenanza municipal. Para poder acceder al coto de hogos de este término, hay que abonar 5 euros por persona y día, y se ha establecido una cantidad máxima de 7 kilos por persona.
Crece la figura del niscalero
Para el presidente de la Asociación Micológica de Cuenca, José Luis García, la recolección con ánimo de lucro provoca serios daños en los montes y “quizá haya aumentado con la crisis”. “Van en verdaderas cuadrillas, barriendo literalmente el monte y recogiendo todo lo que encuentran a su alcance, a parte de los destrozos que producen innecesariamente”, lamenta.
Es lo que en muchos lugares se conoce como la figura del niscalero, recolectores de hongos que recorren el monte de sol a sol para ganarse el jornal después de poner a la venta sin control alguno, en muchos casos a pie de monte, lo recogido durante el día.
El “falso mito” del lugar inaccesible
La Serranía Alta y Baja son buenos lugares para la recolecta, aunque no es necesario alejarse mucho para encontrar un buen ‘rodal’. Los pinares de Jábaga, Cólliga, Colliguilla o la carretera de Villalba de la Sierra son sinónimo de éxito casi seguro. José Luis García desecha el “falso mito” del lugar inaccesible, porque aunque pensemos que está menos rebuscado, “a veces es lo peor”.
El número de variedades que puede encontrarse en una provincia de gran riqueza micológica como la nuestra es inmenso y, aunque desde la Asociación Micológica Conquense tienen documentadas unas trescietnas, la cifra podría ser mucho mayor. Eso sí, la mayoría de ellas carece de valor culinario.
Martes mitológicos
Para comprobar si las especies que hemos encontrado son comestibles y evitar indeseadas intoxicaciones, desde la Asociación Micológica Conquense vuelven a poner en marcha sus ‘Martes micológicos’. A partir del 14 de octubre, en el Centro Joven de Cuenca y desde las 19 horas, volverán a poner sus conocimientos a disposición de todos los interesados mientras dure la temporada.
Guisado, en revuelto o a la plancha
El boletus edulis o la amanita caesarea son unos imprescindibles en las cestas de los recolectores, aunque el níscalo sigue siendo el gran protagonista. Su color anaranjado característico hace que sea fácilmente reconocido por cualquier persona, aunque no sea experta en la materia. Guisado con patatas, en revuelto o simplemente a la plancha con un poco de ajo y perejil, los níscalos triunfan en cualquier mesa.
Degustar setas y hongos es un placer que sabe aún mejor si su recogida se hace de manera responsable. Por ello, tal y como recomiendan los expertos, debemos coger sólo lo que podamos comer o regalar; cortar el pie y no extraer la tierra para no dificultar que vuelva a crecer; o usar cesta de mimbre, y no bolsas de plástico, para que las esporas vuelvan a caer al suelo.