A simple vista, las vidas de estos tres influencers conquenses no podrían ser más distintas: un sacerdote que muestra su trabajo y su fe desde lo cotidiano; una divulgadora que combina asesoría, libros y redes sociales para apoyar a familias con hijos de altas capacidades; y un enfermero que transforma su experiencia profesional en consejos prácticos para sus seguidores. Sin embargo, en su quehacer digital comparten tres premisas: naturalidad, comunidad y propósito.
Fidel, Silvia y Jorge Ángel han construido audiencias enormes sin mostrar unas vidas perfectas y alejados de polémicas. Las redes sociales son para ellos una herramienta útil con la que enseñarnos su día a día y reivindican la cercanía y la utilidad de lo que hacen como las claves de su éxito.
EVANGELIZAR DESDE LO COTIDIANO
A Fidel Gómez Leal, sacerdote de 33 años y responsable de las parroquias de La Almarcha, Castillo de Garcimuñoz, Olivares del Júcar y La Hinojosa, las redes sociales, y especialmente TikTok, le han permitido tener un altavoz desde el que mostrar su día a día como cura rural y su vocación cristiana. “La vida de un cura es cercana y real, y a través de mis vídeos y de mi trabajo en las redes intento enseñar lo que normalmente no se ve. Intento evangelizar desde lo cotidiano, llegar a quienes nunca pisaron una iglesia”, nos cuenta Fidel, para quien la etiqueta de influencer no va demasiado con él. “Me gusta lo que soy: soy de Cristo, sacerdote”.
Fidel Gómez: “Más que un influencer, me gusta lo que soy: soy de Cristo, sacerdote”

Su presencia digital nació como una respuesta a la curiosidad de su entorno: “La gente me preguntaba constantemente qué hacía y cómo era mi día a día. Hice una encuesta en redes sociales: ¿queréis que muestre en un vídeo de un minuto lo que hago? Y salió el que sí con un cien por cien. No tenía muy claro dónde me metía, me lancé a grabar los vídeos bajo la idea de enseñar un día con un cura”.
Con más de 40.000 seguidores entre TikTok, Facebook y otras plataformas, Fidel asegura que el impacto se mide más en experiencias que en números: “Hay personas que me siguen a las que se les han roto muchos esquemas negativos, porque a priori ven a la Iglesia como un poco lejana, como el sacerdote bastante lejano de la gente, y no es así”.
Su fórmula, simple: mostrarse a sus seguidores sin filtros. “Sin ponerme una careta y con mi espontaneidad, no hay más. Intento ser lo más humano posible. Mi sacerdocio para mí es alegría y yo intento transmitirlo a los demás para que sea esa alegría total y rotunda que es el Evangelio”.
ACOMPAÑAMIENTO Y COMUNIDAD
En el caso de Silvia Fernández Lozano, su influencia transcurre en un espacio de divulgación y acompañamiento a las familias con hijos con altas capacidades. Su trabajo en redes comenzó en 2020, cuando su contenido empezó a crecer y el público, especialmente padres y madres, encontró en ella una voz de referencia. “Soy divulgadora, soy creadora de contenido y esa parte influencer que trabaja con marcas. Yo empecé hace cuatro años a trabajar con alguna marca, una vez que empiezo a crecer en las redes sociales, y ya llevo cuatro años en esa dualidad”.

El rápido crecimiento de seguidores tuvo un impacto importante en su vida profesional. Silvia era organizadora de bodas y eventos, y tuvo que dejar ese trabajo para volcarse en otro muy diferente. “Mis publicaciones son diarias en las redes, publico contenido los siete días de la semana. Estamos hablando de un trabajo a tiempo completo que puede parecer fácil, pero no lo es. Si no te gusta, te puede comer, porque es una tarea muy exigente”.
Su red principal es Instagram, donde reúne a más de 132.000 seguidores. “Me encanta el formato de Instagram porque es como una comunidad”. Si algo caracteriza su contenido es la transparencia y su compromiso con la honestidad: “Intento normalizar absolutamente todo. Si tengo un día malo, tengo un día malo y lo voy a contar. Tendemos a creer que los influencers tienen vidas perfectas y no es así. Yo cuido mucho la estética, pero también cuido mi salud mental y la de quien me sigue”.
HE SEGUIDO SIENDO YO
El enfermero conquense Jorge Ángel Heras irrumpió en redes sociales en marzo de 2020, en pleno estallido de la pandemia, y desde entonces ha convertido su experiencia sanitaria en un contenido divulgativo que atrae a millones de personas, especialmente jóvenes. Su estilo espontáneo y su cercanía han disparado su alcance y, hoy por hoy, entre Youtube, TikTok e Instagram, Jorge Ángel ha superado los diez millones de seguidores.
Su clave, nos cuenta, ha sido transitar este camino por lo digital siendo él mismo: “No he cambiado mi forma de ser. Sigo yendo a trabajar todos los días y sigo contando las cosas con ilusión. En cuanto a trabajar con marcas, siempre y cuando sea una marca de salud, pues obviamente lo haré porque hay que aprovechar las oportunidades”.

Jorge Ángel también reconoce el aprendizaje de estos años en su relación con sus seguidores. “Muchas veces mis seguidores me dan ideas buenas para hacer vídeos. Muchos de ellos tienen otra profesión distinta a la mía y me han enseñado cosas muy curiosas”. Y si algo destaca por encima de todo es el contacto con los jóvenes: “Ir por la calle tranquilamente y que un grupo de adolescentes te salude, a mí me sigue emocionando. Me gusta mucho el público joven, creo que ellos son el futuro y nos tienen mucho que enseñar”.
Y a quienes sueñan con ser creadores de contenido, un mensaje: “Yo no me pondría la meta de ser influencer. Creo que es importante estudiar y después el que quiera contar su día a día con un sello personal que lo haga”.