Bares en piscinas municipales, el negocio del verano

Con la llegada del verano, las piscinas municipales abren de nuevo y se convierten en el centro neurálgico del ocio en muchos pueblos de la provinica. Sin embargo, no todo el mundo quiere hacerse cargo de los bares de estos complejos a pesar de ser un negocio rentable. De ahí que sean los jóvenes los que se lancen a emprender para ganar un dinerillo gestionando estos chiringuitos de uso estacional.
Esta oportunidad laboral gana cada vez más fuerza entre los jóvenes emprendedores conquenses que ven en estos locales una oportunidad para conseguir dinero con el que mantenerse el resto del año, financiar sus estudios o reinventir las ganancias en otros proyectos.
En Jábaga, Jaime Serrano Bodoque, de 23 años, repite por segundo año consecutivo como responsable del bar de la piscina. “El año pasado fue mi único trabajo y me sirvió como colchón para todo el invierno”, cuenta. Jaime decidió apostar por este negocio estacional que abre desde mediados de junio hasta finales de agosto animado por su familia y el resultado fue muy satisfactorio. “Si sabes llevarlo y la atención es buena la gente responde y compensa todo el esfuerzo”, afirma.
No obstante, para poner en marcha el negocio ha tenido que acondicionarlo. “Hay que hacer una inversión inicial para amueblar la cocina y comprar a los distribuidores”, señala. Y es que, le entregan las llaves con el local vacío. En su caso, el bar se adjudica mediante subasta y en este 2025 ha conseguido una prórroga de dos años, lo que le da una mayor estabilidad. “Si este verano va bien, repetiré sin duda”, asegura.
En su caso, lejos de limitarse a servir bebidas o los típicos productos de un quiosco de golosinas, ha apostado por ofrecer raciones, bocadillos y paellas, entre otras cosas. Su especialidad son las tortillas y la oreja a la plancha. “Mucha gente me dice que es la mejor que han probado en su vida”, comenta orgulloso. Eso sí, este trabajo reconoce que es “sacrificado” puesto que abre todos los días desde las 12:00 horas hasta el cierre y, además, mientras sus amigos disfrutan de las vacaciones él ha apostado por trabajar. No obstante, cuenta con la ayuda de un pequeño equipo de camareros, así el puede centrarse en los fogones.
A pocos kilómetros, en la piscina de Arcas del Villar, Daniel Romero Martínez vive su primer verano como gestor del bar junto a un grupo de amigos, cuya media de edad son 20 años. “Decidí meterme porque en Tamarama, mi otro negocio, no tenemos terraza en verano, y aquí sí.”, explica. Daniel fue quien dio el primer paso y luego sumó a sus amigos al proyecto para poder atender tanto la barra como la cocina.
La suya también fue una adjudicación por subasta, en este caso a sobre cerrado. “Tienes que calcular bien cuánto ofrecer. Si te quedas corto no te lo quedas, y si te pasas, puedes perder dinero”, detalla Daniel. Aun así, la experiencia está siendo positiva: “el mes de julio ha ido bien y en agosto esperamos que continúe, aunque con las ferias creemos que va a bajar la afluencia de gente un poco”.
En Arcas, van un paso más allá: “hemos organizado fiestas temáticas, barbacoas, concursos de disfraces y eventos para todas las edades”, explica Romero. “La gente está respondiendo bien, le gustan este tipo de actividad. Y aunque nosotros trabajamos muchas horas por lo menos lo pasamos bien entre amigos”, apostilla.

Entre sus especialidades están las carnes a la brasa y las paellas que, a modo de anécdota, aprendieron a hacer siguiendo recetas en TikTok. “Aunque parezca raro nos salen muy buenas, hay quien dice que es de las mejores que ha probado”, dice.
Por su parte, Daniel quiere emplear las ganacias del bar de la piscina de Arcas en otros negocios. “He pensado en reinvertirlo en otras ideas que tengo, incluso hemos hablado de hacernos cargo de alguna piscina más el año que viene”, adelanta.
Y es que, al fin y al cabo, quien se hace cargo de las piscinas son principalmente jóvenes. “Para la gente mayor, con familia e hijos, se hace duro trabajar tantas horas todos los días soportando el calor”, explica. Por eso, casí siempre concurren a las subastas los jóvenes del pueblo o de las localidades cercanas. “Tenemos ganas”, apunta el responsable del bar de la piscina de Arcas.
Para estos jóvenes, estos empleos temporales suponen una puerta al emprendimiento, pero para los pueblos significan mucho más ya que dinamizan la vida diaria y ofrecen planes alternativos.
Quizá lo más importante de este modelo de negocio no sean las ganacias, sino la oportunidad que ofrece a los jóvenes de construir un futuro en el mundo rural.