La respuesta
Quizás hayamos salido del dichoso Covid pero cada día vivimos más rodeados de virus y virales. Esta semana ha corrido como la pólvora el vídeo de una niña hablando sobre la propiedad de cada cuerpo y las partes privadas. Personalmente, me dejó indiferente —no suelen hacerme gracia los niños que se comportan como adultos, ni los adultos que se comportan como niños—. Qué le vamos a hacer, yo no soy Volterra.
Pero claro, entonces abrió la boca la hija del testaferro de Pujol —¡Viva Suiza! ¡Viva Andorra! ¡Viva el orden y la grey!— y subió el pan, que era lo último que faltaba ya por volver a subir. No se piensen que resolvió una paradoja de Zenón con manzanas, peras y Botella, al alimón; planteó una de las de siempre; la del testículo o la gallina; la de la paja en el ojo del culo ajeno; la de la masturbación.
Llevo mucho sin cruzar Despeñaperros pero ¿será ese el milagro andaluz? En esta España de Españas; hasta ahora, los catalanes eran agarrados e independentistas; los vascos, brutos y terroristas; los madrileños, chulos y subnormales; los gallegos, melancólicos y «sinfuste»; los valencianos, drogadictos y envidiosos; y los andaluces, que se quedaban con la mejor parte, eran solo graciosos. Ahora, sin embargo, encaja todo: Los andaluces son graciosos y pajilleros. Por fin entendemos esa alegría del pueblo andaluz.