A remojo

Con la primera tormenta se acaba siempre el verano.  Así que: ¡Queda oficialmente finalizado el verano!   Llegará más adelante San Martín sin cerdo pero eso ya es harina de otro costal.  El final del verano, pues, vino con agua y la mayoría de los conquenses acabaron al resguardo que ofrecía el centro comercial y el Bosque de Acero.  Creo que ambos, como una metáfora de algo, hacían aguas a base de goteras.  Pero eso tampoco es que sea noticia, aunque aprovecharé la corriente para llegar a la piscina de Nevermind, el legendario disco de Nirvana que, sin comerlo ni beberlo, acabó lanzando a la fama de rebote al bebé que protagonizaba su portada.  Hay grupos que son de una sola canción, jugadores, de un solo gol y personas que parece que solo han hecho una cosa en su vida.   Spencer Elder, el retoño en cuestión, ha repetido, orgulloso, la foto del disco de 1991 casi desde entonces —y así le hemos visto crecer año a año—, se ha tatuado el nombre del disco en el pecho y ahora demanda a la banda por pornografía infantil.  No es que haya nada oscuro detrás de las cámaras, sino que su abogado interpreta que, como aparece dinero en la portada, él hacía el papel de trabajador sexual.  Lo peor de todo esto es que no es una broma.  Esto es de verdad; como las declaraciones de Ayuso —las hecho de menos este verano—.  Esto es solo un ejemplo de a dónde puede llegar el ser humano.  Lo normal sería mandarlo a tomar por culo pero imagino que interpondría otra demanda.