Pedro Sánchez en nuestros pueblos, ni está ni se le espera
No he podido evitar sentarme delante del ordenador para compartir unas líneas reflexivas y cargadas de impotencia sobre la Emergencia Nacional que vivimos en España el pasado lunes, 28 de abril.
Reitero la palabra impotencia y la centro en vecinos y alcaldes de la provincia de Cuenca.
Me encontraba en Cuenca, en concreto para asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de la Audiencia Provincial, cuando nos quedamos a oscuras. Primera sensación, desconcierto. Nadie sabía por qué no teníamos electricidad ni cuanto iba a durar la situación. Con el móvil aún operativo, empecé a recibir mensajes de vecinos de Valera avisando de que estaban sin luz. Mi única respuesta posible fue “en Cuenca tampoco hay”. Eran las 12:40.
A las 13:15 se activó la alerta regional de nivel 1. Nadie nos informó. Todo seguía siendo un caos. Para las 13:30 la información era confusa, cruzada, contradictoria. No sabíamos ni el alcance, ni la gravedad. Fue entonces cuando convoqué una reunión urgente en Valera con concejales, trabajadores municipales y responsables de Protección Civil para analizar y hacer frente, en la medida de los posible, a la situación.
Al llegar a Valera, sobre las 14:30, ya sin teléfono, como toda España, decidimos aplicar el Plan de Emergencias Municipal, tal y como marca el protocolo. Pero sin información, no pudimos tomar decisiones efectivas. Lo primero y más importante: localizamos a las personas más vulnerables del municipio y nos encomendamos a visitarlos a las 19:00 horas, momento en el que, según escuchábamos en diferentes emisoras de radio, el Gobierno de España iba a comenzar a reestablecer la luz.
Poca confianza teníamos en un presidente, Sánchez, que, sin entrar en más detalles y por no extenderme, lo de asumir responsabilidades no lo lleva pero que nada bien. Así que eran inevitable la incertidumbre y los nervios. Sin internet, sin luz. La radio era nuestra única fuente de información.
A las 18:00 horas, casi seis horas después del inicio del apagón y, como digo, compareció el presidente del Gobierno. Básicamente, aparte de no decir nada útil, nos obsequió con varias lindezas como las de que no nos desplazásemos, que usáramos el móvil solo si era imprescindible y que llamáramos al 112 solo en caso de emergencia. “¿Qué móvil!? ¿Qué 112? ¡Si en los pueblos no teníamos, estábamos incomunicados!”
Eso sí, no se olvidó en su discurso de su palabra estrella, mantra desde hace meses, los famosos ‘bulos’, socorridos para tapar su inoperancia. Reitero, no sabíamos qué estaba ocurriendo, los alcaldes no teníamos ninguna información, y desde el Gobierno estaban más pendientes de los posibles daños a su maltrecha reputación que de dar soluciones. Estábamos ante una emergencia, sin instrucciones y sin medios.
A las 19:00 me reuní con Protección Civil y voluntarios, subrayo lo de voluntarios, para seguir afrontando una situación inédita en la que solo había una certeza, estábamos solos y desamparados. No teníamos un Gobierno de España a la altura de las circunstancias.
En esa reunión analizábamos el Plan de Emergencias: habilitamos el Ayuntamiento como centro operativo, organizamos visitas a personas mayores que vivían solas, preparamos vehículos de emergencia, generadores, botellas de agua, revisamos los depósitos de agua potable, y organizamos un sistema de patrullas ante posibles incendios, robos o urgencias sanitarias. Recuerdo otra vez la única solución de Sánchez: “llamar al 112 si pasaba algo, pero solo si fuese urgente”.
No paré de seguir intentando usar mi teléfono. Desde Valera, imposible. Me fui a pueblos cercanos, y tampoco. Seguíamos completamente incomunicados. Menos mal que contamos con los voluntarios de Protección Civil y también con agentes de la Guardia Civil quienes, por iniciativa propia y ante la gravedad de la situación, estuvieron operativos.
Esta historia de terror no terminó en la madrugada del 29 de abril. Hasta el día siguiente, por ejemplo, muchos municipios seguimos sin servicio de telefonía móvil. ¿Qué significa esto entre otras cuestiones? Que decenas y decenas de personas mayores estuvieron sin teleasistencia.
En nuestra región y para colmo, García Page decidía, que, al día siguiente, los colegios permanecieran cerrados. Los padres no entendían nada, tenían que trabajar y podían hacerlo; la mayoría de maestros y profesores estaban dispuestos a acudir; y no existía obstáculo alguno para que los alumnos también lo hicieran y que, por tanto, los padres pudieran ir a trabajar.
No olvidemos que las únicas causas alegables para no acudir al puesto de trabajo eran las derivadas de la imposibilidad ocasionada por el apagón, pero en ningún caso el cuidado de los hijos. ¿Qué le llevó a adoptar esto? ¿Era necesario? Fuimos la única comunidad de toda España en la que no hubo clases ese día.
El 28 de abril de 2025 ha pasado a la historia de nuestra provincia. Un día que nos ratificó que los alcaldes y los vecinos de la España Rural seguimos solos, con un Gobierno de la nación que ni siquiera es capaz de orientarnos y mucho menos socorrernos en un caso de extrema necesidad.
Recuerdo las palabras que Pedro Sánchez le dirigió hace unos meses a Alberto Núñez Feijóo, “en su partido no habría llegado ni a concejal de pueblo”. Más quisiera Sánchez tener un mínimo de la dignidad, entrega, sacrificio y generosidad que tienen los concejales de los pueblos de nuestro país. No les llega ni a la suela de sus zapatos.
Y siguiendo con las indignidades de este Gobierno y de su líder en concreto, más de una semana después, continuamos sin explicaciones, sumidos en las contradicciones, en la vergüenza nacional e internacional y con el temor, más que fundado, de que el apagón se puede volver a repetir. Vergonzosa la comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados sobre este tema. Condescendiente, vacío, como un animal herido atacando a todo lo que se mueve a su alrededor, empresas eléctricas, nucleares, ingenieros, técnicos, otros partidos políticos, gobiernos de otros países, eso sí, menos el suyo. En su vocabulario no existe la palabra autocrítica. La cambia por enchufismo y corrupción. Y así, sinceramente, no podemos seguir.