Museos
En plena vorágine de la campaña electoral, entre los cientos de mensajes, avance de proyectos, programas, pronósticos y cábalas de reparto de escaños, porcentajes y posibles alianzas en un proceso en el que la ciudadanía tendrá que elegir 1.351 concejales en las municipales y cinco diputados regionales, este jueves encontrábamos un oasis para disfrutar con calma del Día Internacional de los Museos, una jornada en la que la Cultura, con mayúsculas, ocupó un lugar preminente en una sociedad como la nuestra, sumida en la inmediatez de las redes sociales, en un consumismo feroz y en un entramado laboral que apenas dejan tiempo para sumergirse en el placer de la contemplación. Precisamente eso es lo que proponen este tipo de instalaciones: contemplar para aprender, para admirar las obras y las vidas de otros que ocuparon la Tierra antes que nosotros, en definitiva, contemplar para crecer.
Nada hay más relajante y enriquecedor que visitar un museo... de cualquier tipo o condición, porque no existe nada más vivo que aquello capaz de despertar y alentar la curiosidad, de mostrar tesoros artísticos e históricos para enriquecer el intelecto lejos de la cultura “pret a porter” que tan vigente está en el vertiginoso mundo actual. Un museo es un vivero de experiencias, un contenedor de conocimientos al que se debe insuflar actualidad para que nunca pierda su atractivo. Y de eso saben mucho quienes regentan los interesantes espacios museísticos con los que contamos en esta provincia, y prueba de ello es el progresivo aumento de visitas que registran, y que en lo que va de año suman ya un incremento del veinte por ciento con respecto al mismo periodo del año pasado, un dato que no deja de ser esperanzador.
Es una delicia pasear por el Museo de Arte Abstracto Español, verdadero crisol de energía creativa que mezcla la insolencia de las vanguardias con el figurativismo del paisaje sobre el que se eleva. Y qué decir del Museo de las Ciencias, siempre vivo y regalado por el bullicio de la juventud que lo visita. O de la paz espiritual que rezuman el Museo de Semana Santa y el Museo Diocesano, o el interés que siempre despiertan en el visitante el elenco de piezas nobles y seculares vestigios que conservan el Museo Arqueológico y el Museo de Paleontología, verdaderos espejos de lo que Cuenca fue en tiempos inmemoriales. Y no nos olvidemos de la riquísima mezcolanza creativa que ofrecen las sedes de la Fundación Antonio Pérez, el Museo de Santa Cruz, la Casa Zavala y el Espacio Torner, entre otros. Y cómo no, también disfrutamos de la nostalgia de los museos etnográficos que salpican nuestros pueblos y que reflejan oficios y utensilios que perdieron su uso, pero permanecen en la memoria colectiva precisamente gracias a ellos.
Sigan disfrutando de la riqueza de los fondos museísticos de la región y aprovechen para disfrutar doblemente con las actividades especiales con motivo del Día Internacional de los Museos, que seguirán celebrándose este fin de semana, sobre todo en los de la capital. Espacios que, en su calma, nos facilitan también el ejercicio de reflexión tan necesario en la antesala de un proceso electoral cuyo resultado marcará la construcción del futuro de nuestros pueblos, provincia y región.
