¡Ay, Macarena!

Macarena Olona, hija del extraditado por Andorra Pablo Olona Cabasés, piensa que «es un error prohibir que los homosexuales acudan a terapia que les ayude a encontrar su identidad». La identidad… así solo, podría parecer un pensamiento digno de Kierkegaard o Sartre, pero ante este tipo de declaraciones uno llega a pensar que la sanidad pública debería reforzarse para ampliar su cobertura porque está claro que hay gente que necesita tratamiento. España no puede abandonar a estas personas. Personalmente, no me importa lo que sucede en la cama de Olona ni en tantas otras camas muy honorables que pueblan y sueñan a lo largo de nuestra geografía, por lo que no entiendo por qué a otras personas como a Olona les puede quitar el sueño lo que sucede en otras camas. No sé, como español, podría preocuparme de dónde venimos o adónde vamos; adónde se fueron los satélites que nunca llegaron o a cuánto estará el precio de la cebada para julio. Y es curioso, porque, como ser humano, tengo la sensación de que este mundo se ha vuelto loco aunque, como ser racional, piense que no todos los que piensan diferente a mí, necesitan terapia. Como diría Iniesta desde la pureza impenetrable de su piel, y seguramente también desde su cama: Platón para todos.