Imprecisiones
Un buen amigo que trabaja fuera de España, a pocas fechas de terminar sus vacaciones aquí, nos comentaba que la bronca/ crispación/abandono del acuerdo que caracteriza a nuestra política es un producto hispano que no se da en otros países del entorno europeo.
Hasta la petición de unidad tantas veces solicitada por el Presidente Sánchez (últimamente hasta el Papa de Roma la reclama sin éxito, de momento) se ha convertido en un tema más de controversia. Todo es contradictorio. Todo está mal hecho por todos, a ojos de los demás, naturalmente.
Alguien encontró la receta de la tormenta perfecta y la inoculó junto con la vacuna para la prevención de la enfermedad de la prudencia que suele conducir al acuerdo.
Sumar y multiplicar han sido declaradas operaciones malditas y en consecuencia obligan a estudiar qué camino lleva al descubrimiento de aquellas propuestas/ actuaciones que restan y dividen.
Este es nuestro territorio más querido aunque nos obligue a contorsiones increíbles de nuestras reflexiones y posicionamientos anteriores.
¡Qué bien se vive en la disputa! ¿Incoherencia? Es corta la memoria y tengo, además, mi cohorte de palmeros incondicionales, piensan. Y cuanto mayor es la estridencia tanto mejor
El virus y su pandemia ha permitido que nos desnudemos sin quitarnos el traje. Un extraño fenómeno gracias al cual podemos ver al adversario caminando en porreta mientras nosotros lucimos con orgullo el mejor atuendo: la verborrea perfumada con imprecisiones, errores, mentiras, ocultaciones, virus de la mala leche y un poco de cizaña.
El viejo dicho renace vigoroso y se aplica sin mesura. Ya saben: “aquí todo el mundo va a lo suyo menos yo que voy a lo mío”.
Y a estas reflexiones, fruto de la incomprensión y de la desesperanza, les ha dado forma leer las declaraciones del Presidente de PIMEC, señor González, cuyo titular destacado dice así “UN AVE A CUENCA ES UNA BARBARIDAD”, que te remueven, entre otras cosas, por su falta de precisión. Asunto este que resulta muy conveniente para defender una tesis y obtener atención.
El señor González obvia, o parece desconocer, que nunca se hizo un AVE a Cuenca, ni a Albacete ni a Requena. Ni a Ciudad Real, ni a Puertollano, ni a Córdoba. Como tampoco se hizo a Guadalajara, ni a Zaragoza, ni a Lérida o Tarragona, ni siquiera a Barcelona si apuramos el razonamiento.
Estas poblaciones, citadas a modo de ejemplo, tienen paradas de los grandes trenes porque están ubicadas en las líneas de paso de las líneas de ferrocarriles que unen Madrid con sus verdaderos destinos finales que no son otros que Levante (de Norte a Sur), Sevilla y Málaga y París vía Barcelona. Por algún itinerario tienen que discurrir, decimos nosotros. Y en todos casos fueron meditadas y queridas.
Y sí, sr. González algunos trenes se detienen aquí por dos razones:
1ª.- Para comunicar y cohesionar el territorio en línea con el objetivo de los fondos que permitieron la construcción de esas infraestructuras (Fondo Europeo de Desarrollo Regional) ideado para colaborar en la mejora de la calidad de vida de los habitantes de regiones deprimidas.
2ª.- Para optimizar el negocio de la operadora de los ferrocarriles. La estación de nuestra ciudad es usada cada año por un número creciente de personas, que genera actividad económica indudable.
Pero en su declaración pidiendo apretarse el cinturón a diestro y siniestro, a tirios y troyanos, señalando a colectivos, instituciones y territorios el sr. González no incluye a los de su condición, solicitando más ayudas a los empresarios( que pagaremos todos) para seguir viviendo, que en lenguaje empresarial se debe traducir por seguir ganando.
Y esto porque, por un extraño sortilegio, los empresarios se han convertido y así parecen postularse, como los salvadores de la Patria.
De la precariedad rampante, los salarios de hambre y otros usos de muchos nos ocuparemos otro día.
Por cierto, ¿a quién han visto últimamente paseando en porreta por la calle?
Queda dicho.
