Hablaremos del gobierno
Hemos decidido ser “rara avis” por un día: no vamos a hablar de Andalucía. A mayor abundamiento hablaremos del Gobierno de España. Bien, con matices, y alguna que otra crítica. De parte del gobierno ya que excluiremos de nuestra consideración a los que desde dentro del mismo practican la política que se parece más a la que hacía la oposición con la actitud del “yo ofrezco lo mismo que el gobierno y dos huevos duros más” como tan acertadamente dijo de ella Felipe González.
Y hablaremos bien (aún cuando estén cometiendo errores de los que todo el mundo habla y cuyos efectos, reales o presuntos, algunos magnifican, en muchos casos pontificando sobre negros augurios de los que no sabemos ni su base, ni su extensión, ni siquiera la razón por la que habrían de producirse) pues hay acciones y proyectos que están siendo positivos y que llevan el sello y la impronta de la social democracia de la que nosotros nos confesamos partidarios.
Eso sí, no entendemos la política de comunicación del gobierno ni de Ferraz a la hora de enfrentarse a un ambiente tan tenso, enrarecido y airado como el que estamos viviendo.
Ahora nos enteramos de que aquello que el gobierno ha hecho y que ha sido positivo para los ciudadanos y los territorios ha sido aprovechado por los líderes de la derecha para ganar elecciones, mientras al ejecutivo se le imputan los aspectos de impacto negativo, algunos de los cuales no puede controlar ni este ni ningún otro gobernante de ningún lugar del planeta.
Son horas de convulsiones pero resulta difícil entender como fuera de nuestras fronteras, Pedro Sánchez sea reconocido y alabado como un buen político, se valoren sus aportaciones al diseño de una nueva Europa que se construye con adversarios y enemigos poderosos y aquí lo tengamos a los pies de los caballos de modo permanente y se minimicen sus logros y los efectos positivos sobre la población, achacando al gobierno las responsabilidades de acciones de grandes empresas y corporaciones que no comparten el interés por el bien general y a cuyos desmedidos beneficios se pretende poner coto con medidas fiscales que son la antesala del reparto social. Habrá bronca.
¿Será que fuera explica su política mejor que en España? ¿Será que la política de comunicación de su gobierno, de su partido, es peor que la de sus adversarios?
La crítica ignorante suele ser atrevida a diferencia de aquella que construye puentes de entendimiento y aporta soluciones.
Este presidente ha tenido que enfrentar situaciones insólitas y algunas de ellas seguramente irrepetibles a corto y medio plazo: pandemia, erupción volcánica, guerra en Europa, crisis energética y de suministros, los dientes afilados como nunca de los tiburones de la grandes corporaciones y empresas de gigantesco poder, inmunes al sufrimiento de la gente y que han abandonado la senda del “capitalismo compasivo” que esta doctrina tuvo en su origen.
Explicar razones, alcances, consecuencias, retrasos y riesgos es la obligación de un poder responsable, porque, como ya dijimos en otra ocasión, un poder que no se explica se puede convertir en un poder inexplicable. Y las personas huimos de aquello que no entendemos y los votos también.
La difusión de acciones positivas es una práctica laboriosa pero necesaria para evitar el desencanto y la desconfianza y debe exigir un esfuerzo suplementario de aquellas personas obligadas a idear y desarrollar estrategias eficaces. Nada de lo que es positivo debe excluirse de la divulgación cuando se trata de hacer pedagogía social. No es adoctrinamiento. Es educación y debe hacerse explicando también los límites de la acción política y hacerlo sin demora.
Un ejemplo para terminar. El Gobierno de España aprobó la pasada semana un proyecto de ley para blindar la preeminencia de los servicios públicos de la Sanidad frente a los intentos de privatización. ¿Les interesa?
Pues bien, al día de hoy (día 22) nosotros no hemos podido acceder a ningún comunicado valorando una decisión que en principio mejorará la atención sanitaria en general y de amplias capas de colectivos marginales.
Lo poco que sabemos lo hemos leído en un comentario editorial de un periódico madrileño. Se publicó el sábado. Y es bueno. Queda dicho y a buen entendedor…
