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Genocidio

Más de 65 mil asesinados en Gaza en menos de un año y la relatora de la ONU sobre Palestina, Francesca Albanese especula con la posibilidad de que el número real de fallecidos podría ser diez veces mayor. Las cifras son aterradoras y aumentan cada día, especialmente ahora que el Gobierno sionista parece haber iniciado la ofensiva final. Con un nudo en la garganta, ciudadanos de todo el mundo observan cómo hay dirigentes políticos que niegan o suavizan la palpable realidad: que Israel está llevando a cabo un verdadero genocidio…, y no sólo desde el 7 de octubre de 2024. Apretando los puños leímos y escuchamos este jueves a “alhajas” como el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, afirmar textualmente que la Franja “es una mina de oro y que una vez destruida veamos cómo repartirla”, en referencia a una supuesta negociación con los Estados Unidos, cuyo presidente ya ha apuntado la posibilidad de convertir ese territorio en un lucrativo negocio inmobiliario y turístico.

Nuestro país no es una excepción. Frente a las manifestaciones ciudadanas y las condenas de buena parte del espectro político progresista asistimos a la vergonzosa y descarnada posición de la derecha y la ultraderecha. PP y Vox parecen ignorar la realidad y sostienen una ridícula disputa semántica e ideológica sobre lo que está ocurriendo en Palestina. Critican además con bulos e hipérboles las protestas ciudadanas que han acompañado al desarrollo de la Vuelta a España y torpemente identifican la oposición a los crímenes con actitudes antisemitas. Destacadas instituciones internacionales como las Naciones Unidas y prestigiosas ONGs como Médicos sin Fronteras, que trabajan sobre el terreno, afirman que lo de Gaza es un genocidio, pero desde entidades de menor rango, como la presidencia de la Asamblea de Madrid y la bancada popular en el Congreso de los Diputados, que trabajan cómodamente sobre la moqueta y el escaño, se pone en duda lo que es imposible no reconocer y balbucean barbaridades como llamar a los manifestantes “kale borroka”, amigos de Hamás o perseguidores de los judíos.

No les vendría mal a estos negacionistas del genocidio en Gaza, cuyos máximos representantes políticos quizá tuvieran la intención de apuntarse al reparto del pastel o quieran pertenecen a lobbis sionistas, venir a Cuenca y contemplar la exposición de fotografías realizadas por fotógrafo palestino Shadi Ismail que se exponen en el Edificio Iberia. Las terribles imágenes de muerte y destrucción son más elocuentes que las palabras e Ismail, atrapado en la Franja tras visitar a su familia y que no conoce a su primer hijo, nacido en Estambul, deja muy claro con su trabajo que lo que ocurre allí no se puede describir sólo con palabras y que poner en duda la intención de Netanyahu de exterminar a su pueblo, es ponerse una venda en los ojos bajo motivos que sólo pueden explicarse por ignorancia, por una oscura e insana falta de empatía o por ocultas intenciones que el tiempo desvelará.