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Del pasado hacia el futuro

No sé si la celebración el 13 del ya algo lejano febrero del Día Mundial de la Radio que, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2012 culminando una iniciativa promovida por cierto en su inicio por el entonces presidente de la Academia Española de la Radio Jorge Álvarez, para reconocer el papel de este medio de comunicación en la difusión de información, la educación y el entretenimiento a nivel mundial así como su contribución a la paz y al entendimiento entre naciones, según se señalaba en su resolución instaurativa, tuvo demasiada repercusión mediática –ni por tanto en la opinión pública– ni siquiera quizá en el propio medio radiofónico, pero lo cierto es que este año esa conmemoración debería haber tenido especial relevancia porque justo en él, en este 2024 que camina ya a su fin, se han cumplido –ayer jueves 14 mismo por cierto– los cien del comienzo de su actividad en nuestro país, una fecha que sí parece que vaya a tener algo más de celebración, al menos en las principales empresas radiofónicas, aunque no sé si mucho más allá de la nostalgia o la anécdota, sobre el discurrir de un medio que con su aparición, en aquel 1924, iba a modificar, y cómo, nuestra manera de comunicarnos, y que de entonces a acá, adaptándose unas veces mejor y otras peor al paso de los tiempos, no ha dejado de informarnos y acompañarnos. Un medio que desde la época de la radio a galena –que muy probablemente buena parte de su contemporánea audiencia, en especial la más joven, dudo mucho que sepa qué era– hasta nuestro actual internético momento, ha ido adaptándose a los cambios tecnológicos pasando de las ondas hertzianas a los receptores de válvulas, luego al transistor,  el satélite,  el cable o la telefonía móvil y a ese universo de “la red” al que acabo de aludir y en el que los pod casts, verdaderos reyes en cuanto a contenidos auditivos en las plataformas online y las aplicaciones móviles,  adquieren cada vez más importancia, en un proceso que ha ido a su vez generando también, en paralelo, una radical modificación sociocultural en su propia audiencia, en sus propios destinatarios, que han ido pasando desde su primigenia condición de oyentes un tanto pasivos primero a la de escuchantes y finalmente a la de usuarios activos conformando un panorama que ha colocado a la radio, como bien han señalado tantos autores, por ejemplo Iris Prieto de Ramos y Esther Durante Rincón en su concienzudo estudio titulado precisamente “La evolución de la radio y las implicaciones tecno-socio-culturales en la audiencia: de oyente a usuario en la recepción del mensaje” en “uno de sus momentos más cruciales y complejos”, un momento por tanto más que merecedor de reflexión y estudio. Y dicho lo dicho permítanme también –yéndome ya descaradamente a lo más personal– que al hilo de la conmemoración de este su centenario no sólo felicite a la radio y a cuantos en ella dan ahora mismo o darán mañana el callo, sino que, desde la gozosa experiencia profesional de haber estado tantos años en ese su mismo puesto y curro les desee todo el acierto para que sepan elegir los mejores camino y modo para seguir cumpliendo un papel tan absolutamente vital y necesario cara a un mundo mejor informado, más diverso y más solidario.