Chulería absoluta

No es un simple Borbón.  No es el sexto Beatle.  Es el cuarto rey mago.  El hombre que transformó un matrimonio ejemplar en una becerrada del montón; una monarquía envidiable, en un chiringuito cortijero; una huida del delito, en un exilio.  El artista antes conocido como Juan Carlos, por mí primero, de España ha vuelto y, no sé por qué, parece que a su hijo, un poquito más a su nuera, le molesta.  Debería ser un honor para España que un ciudadano ejemplar, de Arabia Saudí, venga a nuestros mares para sacrificarse campechanamente entre regatas.  ¡Viva España!¡Viva el Bribón!  Esto solo se iguala con una visita de Puigdemont al programa de Bertín Osborne.    ¿Sigue teniendo Bertín Osborne un programa?   Siento si alguien se molestó pero entiendo como una señal de respeto a la monarquía y la jefatura de Estado, no ser condescendientes con este tipo de actitudes que podrían parecer graciosas y campechanas; si no fuesen bochornosas y humillantes.  Imagino que mientras lo paseen por Sanxenxo (Sangenjo para los que traducen los nombres en catalán) irá tatareando entre dientes: «Sé muy bien que estoy afuera, no tengo trono ni reina, pero sí pelotas que me comprendan, y sigo siendo el rey, porque, con dinero y más dinero, hago siempre lo que quiero».  Monarquía quizás, pero así no.