"Lo que necesitas es volar, no importa la forma de las alas"
Rodrigo Cuevas es la vida. Esa vida que te sorprende cada día con un giro inesperado. Ese torbellino bajo las aguas calmadas de una industria musical previsible y monótona. Rodrigo Cuevas es esa tormenta que viene a liberarnos del bochorno.
Su reciente trabajo Manual de Cortejo ha sido producido por Raül Refree, que también anda tras algunos trabajos de Rosalía, Rocío Márquez, Silvia Pérez Cruz o la fadista Lina. Dos almas creativas reunidas que se sumergieron en lo más profundo de la tradición cultural asturiana para firmar un trabajo memorable, perdurable en el tiempo y que servirá de espejo en el que muchos creadores se querrán mirar.
Este lunes actuará en el Parador de Cuenca, si la autoridad y la Covid‑19 lo permiten, junto con Zas!!Candil Folk en uno de los mejores conciertos que se celebrarán este verano en España. Estando Rodrigo en el escenario siempre hay sorpresas y novedades, no es un artista que vaya a cubrir el expediente. Si además sumamos la buena amistad que le une a Javier Collado, la noche promete ser de las verdaderamente inolvidables.
Lo entrevistamos unas horas antes de comenzar un concierto en un festival que organiza en Vegarrionda (Asturias), el pueblo donde vive desde hace años.
Directos al grano, ¿tienes sorpresas preparadas para el concierto del lunes en Cuenca?
Algo hay (sonrisa). Algo estamos preparando... Intento que cada actuación sea un poquito distinta, que haya un punto de sorpresa para el público pero también para mí, para estar vivo y para estar alerta durante toda la actuación. La puesta en escena sigue teniendo algo de cabaré aunque sea más poética y más profunda. Yo que soy una persona torpe, tengo que disimular mis torpezas con algo de cabaré. Me caigo, me confundo, me tropiezo.
¿Hay algún punto de conexión entre la música tradicional conquense de Zas!!Candil y lo que haces?
Todas. El folclore nunca respetó las fronteras políticas. La cultura en general nunca las respetó. El afán de cortejo y belleza motivaba al mundo tradicional. Yo tomo lo tradicional como un elemento más con el que juego dentro de la música contemporánea, que es lo que yo hago. Intento ponerla al mismo nivel que las otras cosas. No hay un afán por modernizar la música tradicional, sería muy prepotente por mi parte. No necesita ser renovada porque cumple su función, es maravillosa, preciosa y está cincelada por siglos de generaciones que lo único que deseaban era hacerla lo más bella posible.
Ya has actuado tras el confinamiento, ¿cómo se ve al público desde el escenario?
Las primeras veces era difícil, porque además yo pido mucho al público. Pero llevo ya cuatro conciertos y estoy aprendiendo que no tengo que pedir tanto. Ellos están disfrutando igualmente, aunque no me lo tienen que estar demostrando todo el tiempo.
Se destaca de Rodrigo Cuevas su calidad musical, su formación...
Tocar el piano, no es lo difícil, está ahí, sólo hay que ir a buscarlo. Lo difícil es encontrar señoras que quieran enseñarte canciones, eso sí que no sabes dónde hay que ir a buscarlo.
¿Qué tal ha sido la acogida de Manual de Cortejo?
Modestamente, sabía que tenía un discazo entre manos, porque me encanta el disco. De hecho no escucho ninguno de mis discos salvo éste, porque me gusta.
¿Qué importancia tiene en tu trabajo la cultura y la lengua asturiana?
Tienen un papel muy importante porque son el vehículo de expresión mayoritario de la música tradicional asturiana. Aunque en Asturias ocurre lo contrario que en otros lugares. Aquí en vez de bilingüismo existe la disglosia. Ocurre que muchas veces la gente aunque no hablara en castellano, cantaba en castellano. Esto quiere decir que hay una lengua considerada superior y otra oculta, eso pasó en otros sitios en España, pero aquí todavía no se salió de eso.
Trabajos discográficos de Rosalía, Rocío Márquez, Silvia Pérez Cruz o Rodrigo Cuevas, tienen en común la producción de Raül Refree. Palabras mayores...
Pues sí, una suerte, para mí ha sido como que los Reyes Magos me trajeran el teclado que siempre pedí y nunca me trajeron.
¿Cómo definiría el resultado?
Este disco quizá sea lo menos cabaretero que hice, es más etnográfico, hay mucho documento sonoro, mucha oralidad y muchos cortes de La Tarabica, que era una paisana de Cimavilla en Xixón. Hay muchas historias, mucha canción tradicional y también alguna compuesta por mí.
Historias universales construidas desde lo local...
La historias locales son super universales, como la historia de Rambal que cuento en el disco. Nos creemos especiales y siempre estamos buscando lo identitario en cosas que en realidad son detalles mínimos. Lo que une es mucho más grande. Las situaciones que ocurren en un sitio, ocurren en todos los sitios. Cuando viajas musicalmente o físicamente, te vas dando cuenta de que todo responde a unas necesidades de adaptación y que esas necesidades provocan diferencias. Como los murciélagos o los pájaros, al final lo que necesitas son unas alas para volar, las haces de una forma o de otra, pero lo importante es volar.
Tus estudios de sonología y tu condición de artista plástico te unen mucho al espíritu que se respira en una ciudad como Cuenca...
Me gusta ver las diferentes partes de la tradición o del espectáculo, verlo desde todos los ámbitos; la indumentaria, diseño de vestuario, diseño gráfico. Cuando armo un espectáculo, trato de que no sea sólamente para el oído, sino que todo ayuda a la experiencia sensorial y creo que así tienen que ser los espectáculos. Con un poco de feromona también.