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“Esta enfermedad es dura no solo para ti, sino también para los que te rodean”

A Mª Ángeles Aranda le diagnosticaron hace cuatro años Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple, lo que le ha supuesto restringir las salidas y perder muchas amistades
“Esta enfermedad es dura no solo para ti, sino también para los que te rodean”
Mª Ángeles solo consume productos ecológicos para evitar tóxicos que le perjudiquen. Foto: S. García
19/05/2022 - Miguel A. Ramón

Su organismo no puede procesar todas las sustancias químicas a las que está expuesta de manera habitual a través del ambiente, los alimentos y otros muchos productos de uso cotidiano, como perfumes, detergentes, cremas, etc., aunque se traten de dosis muy bajas, que el resto de personas, por cierto, tolera sin problemas. 

Y es que Mª Ángeles Aranda de Toro tiene diagnosticado desde hace cuatro años una enfermedad bastante singular, el Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple (SQM) –también conocida como intolerancia ambiental idiopática–, que le ha dado la vuelta por completo a su vida, teniendo que tomar todo tipo de precauciones para evitar el largo etcétera de síntomas que le provocan la exposición a estas sustancias, desde inflamación de la garganta hasta no poder respirar a irritaciones severas de la piel, pasando por fatiga desmesurada, dolor de cabeza o, a nivel cognitivo, desorientación, pérdida de memoria o embotamiento, entre otros muchos. 

Razones más que suficientes, en su opinión, para que se tome en serio esta enfermedad, porque, aunque parezca increíble, “mucha gente no la comprende e incluso piensa que estamos un poco mal de la cabeza, exageramos o es algo psicosomático; nada más lejos de la realidad”, asegura esta psicóloga ciudadrealeña, natural de Moral de Calatrava y residente en la pedanía conquense de Nohales.

De hecho, esta patología le ha marcado diariamente el ritmo de vida. “Estoy casi siempre en casa, porque, incluso, algo tan cotidiano como ir a comprar al supermercado, me supone estar dos o tres días mal, con dolor de cabeza y mucho cansancio. Por eso, cada vez que salgo, sé que voy a pagarlo de alguna manera, lo que te obliga a valorar si merece la pena hacer algo o no”.

‘Cuando mi marido viene de trabajar, lo primero que tiene que hacer es desvestirse en el garaje e ir directamente a la ducha para eliminar las sustancias químicas y evitar que me ponga fatal”

Confiesa que es muy duro convivir con esta enfermedad, pero “lo peor es que no solo es duro para ti, sino también para las personas que te rodean”. Y es que no solo se ve ella obligada a renunciar a muchas cosas, sino también su marido. De hecho, “yo no puedo salir con él siempre que quiera. Ir a tomar un café con él es una odisea y al final optas por no salir de casa, más allá de algún paseo por el campo, siempre y cuando no hayan fumigado recientemente”, recalca, al tiempo que pone como ejemplo que “cuando mi marido viene de trabajar, lo primero que tiene que hacer es desvestirse en el garaje e ir directamente a la ducha para eliminar las sustancias químicas y evitar que me ponga fatal”.

La convivencia con el Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple es muy complicada, tal y como subraya, hasta el punto de que “no puedes muchas veces relacionarte con tu propia familia, e, incluso, llegar a perder muchas amistades”.

Es por ello que hace todo lo que está en sus manos para dar visibilidad a esta enfermedad tan discapacitante y, de hecho, desde hace unos días es la delegada en Cuenca de la Asociación de Afectados de SQM-SFC de Castilla-La Mancha.

Denuncia la situación de riesgo de exclusión social a la que se enfrentan algunos afectados, porque la enfermedad no les permite trabajar y, sin embargo, no se reconoce la incapacidad laboral por este motivo y, asimismo, habla de la necesidad de fijar protocolos para la atención hospitalaria de este tipo de pacientes y la implantación de “habitaciones blancas”, libres de químicos, entre otras características. 

Se muestra ilusionada, sin embargo, con las noticias que vienen desde Bruselas con la futura restricción del uso de miles de sustancias químicas presentes en productos cotidianos, entre las que se encuentran diversos disruptores endocrinos, que “no solo nos hacen daños a nosotros, sino también al resto de la población”. Una buena noticia que abre un horizonte más esperanzador para todos los afectados por la SQM.