Javier Martínez, casi media vida dedicada a la hostelería

09/11/2014 - G.D.
Treinta años de historia tiene el bar La Fama, en la Avenida del Mediterráneo. Y otros tantos cumple tras la barra Javier Martínez Hernansanz, que a los trece comenzó echando una mano a su padre y hoy lleva las riendas de un negocio que, reconoce, exige muchos sacrificios, como el de levantarse cada día a las cinco de la mañana para servir el café a los más madrugadores de la capital.
“Aunque menos que antes, afortunadamente hay mucha gente que sigue viniendo temprano como cazadores, pescadores, la gente del servicio de limpieza, transportistas autónomos, agricultores o trabajadores de Pinasa”, cuenta. Café, tostadas, montados, cañas, alpargatas, raciones, platos combinados… Todo esto y mucho más se incluye en la oferta de La Fama muy a pesar de que el consumo haya bajado por la crisis.
“El comercio y la hostelería siempre hemos vivido de los funcionarios, de gente que trabajaba en bancos y cajas, y esa gente cada día tiene más recortes y menos puestos de trabajo. Han pasado los años buenos en los que todos trabajaban. Ahora la gente lo está pasando mal. Al menos, el que más o el que menos se puede permitir tomarse una caña o un café. Y gracias a eso nuestro día a día no es malo”.
Entre los clientes de La Fama, muchos de ellos “amigos que durante treinta años llevan viniendo todos los días del año”, los vecinos del entorno del bar no son mayoría. “De fuera son el 80 por ciento o más: gente de paso que va al polígono, que viene al deportivo o que aparca en los alrededores, ya que todavía no es zona azul, y desde aquí se va andando al trabajo”.
Y en el trato con la clientela, siempre desde el respeto, está el secreto de la hostelería. Conocer a cada cliente es fundamental, porque los hay que pueden requerir una atención especial y otros que solo buscan ser servidos con premura. “Tienes que ir viendo. A algún cliente le puedes caer mal si eres por ejemplo muy simpático: si es poco receptivo, es mejor limitarse a un ‘hola y adiós y un qué va a querer usted’. Lo que tampoco puedes hacer es limitarte a servir y ya está.”.
Si Javier es uno de los primeros hosteleros conquenses en abrir el bar, lo fue también para suscribirse a este semanario: es el suscriptor número uno de Las Noticias. A La Fama llegan todos los viernes estas páginas junto a otros periódicos generalistas o deportivos. “Conviene tener de todo porque, tengas lo que tengas, la gente siempre demanda más: nunca es conformista”.
El fútbol televisado tampoco puede faltar, sobre todo si juega el Real Madrid. “Esta es una zona a la que, por lo que sea, la gente viene a ver al Madrid. Ya puede haber un buen partido como un Barcelona-Atlético de Madrid que atrae menos que un Real Madrid-Eibar”.
Aunque La Fama abre de cinco de la mañana a once de la noche (los domingos hasta las doce del mediodía), se trabaja por turnos y también hay tiempo para descansar. Javier tiene claro que le gusta disfrutar de esos momentos con su familia. “Me gusta ir al pueblo los fines de semana que puedo. El mío es Almodóvar del Pinar, donde nació mi padre, pero el de mi mujer es Albalate de Las Nogueras. Y, como uno se hace del pueblo de su mujer, vamos más a Albalate”.
¿Qué tiene la provincia que tanto le atrae? “Casa, chimenea y el bar del pueblo. Tranquilidad. Los pueblos es lo que más gusta de Cuenca. Y lo bueno es que puedes llegar en media hora en coche. Si no fuera porque los niños estudian aquí, no me importaría vivir en un pueblo”.
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