El primer partido de liga que el Vivo Cuenca jugaba en El Sargal prometía ser complicado, a pesar de esperarlo con ilusión. El Fútbol Sala Talavera es un rival ya conocido por los conquenses y los de Manolo Moya buscaban mantener el buen inicio liguero y, además, brindar la victoria en casa a los aficionados en el fin de semana de San Mateo. Sin embargo, la solidez del Talavera impidió que los conquenses lograran su primera victoria como locales en Segunda B.
El arranque no pudo ser más eléctrico. Los talaveranos salieron con hambre desde el pitido inicial y, en apenas cinco segundos, Manu ya había probado suerte con el primer disparo a portería. Sin embargo, la zaga azulona estaba atenta y preparada para resistir ese vendaval. Los compases iniciales fueron trepidantes, con peligro en ambas áreas, pero sin ocasiones claras que pudieran abrir el marcador.
El equipo azulón estaba lento en la salida del balón y le costaba generar jugadas que abrieran el campo. Por el contrario, los visitantes recuperaban el esférico en las transiciones largas que intentaba el Vivo y movían con rapidez el balón.
La primera gran oportunidad del Talavera llegó pronto: una falta en la frontal de la portería defendida por Mario Gómez, a los tres minutos, que se marchó sin consecuencias. El Talavera no estaba dispuesto a regalar nada y se presentó en Cuenca con la fuerza de un huracán. Aun así, poco a poco, el Vivo fue asentándose sobre el parqué, cerrando espacios a las rápidas transiciones visitantes y comenzando a generar también sus propias llegadas. El partido estaba precioso para los aficionados de ambos equipos que se acercaron a El Sargal.
A pesar de que el Vivo estaba atento, bien situado y con ganas de victoria, algunas imprecisiones en la salida de balón de Mario Gómez concedieron opciones al rival, aunque la fortuna y el buen hacer defensivo de los de Manolo Moya evitaron males mayores. En tareas de contención destacó Peñu, omnipresente en las recuperaciones.
El paso de los minutos no bajó la intensidad y los azulones fueron creciendo poco a poco. A los diez de juego, el marcador seguía intacto pese a la rapidez y la dureza del choque, pero el Vivo sufría y, primero con un providencial despeje bajo palos de Ivi y, poco después, con la ayuda del larguero tras un disparo que pilló a contrapié a Mario Gómez, se evitó la llegada del gol.
El encuentro estaba equilibrado, aunque los visitantes mostraban más contundencia en ataque y menos pérdidas de balón. Los nervios locales provocaron algún error aislado que terminó pasando factura. Tanto insistió el Talavera que, en el minuto 12, encontró premio: tres jugadores visitantes se plantaron solos ante la portería azulona y no perdonaron. El 0-1 silenció momentáneamente El Sargal, pero en el parqué el equipo seguía dejándose la piel.
Lejos de rendirse, los conquenses siguieron compitiendo de tú a tú, con un partido intenso y abierto en todo momento. La ocasión más clara para igualar llegó a tres del descanso, cuando Cerci aprovechó un rechace y, solo ante la portería, estrelló el balón en la escuadra.
El Vivo Cuenca salió más enchufado tras el descanso, decidido a cambiar la historia. En apenas dos minutos había generado hasta tres ocasiones claras de gol. El empate parecía cuestión de tiempo: los azulones insistían una y otra vez, como había hecho en la primera parte el Talavera. Pero la fortuna volvió a dar la espalda a los locales.
En el minuto 26, un despiste de Peñu, al que le robaron la cartera, se convirtió en un mazazo. El balón fue directo a los pies de Jesús, que se plantó solo ante Mario Gómez y cruzó el balón al segundo palo para poner el 0-2.
Aun así, los de Moya no bajaron los brazos y encontraron su premio poco después: una internada por la izquierda permitió a Álvaro batir al guardameta visitante y recortar distancias (1-2). El gol multiplicó la motivación del equipo, que rozó el empate en un mano a mano de Valen, detenido de manera brillante por el portero talaverano, que fue el jugador estrella del conjunto visitante. Álvaro, sin duda, fue el jugador clave de los conquenses, liderando cada intento de remontada.
Sin embargo, cuando el Vivo mejor estaba y el empate parecía al caer, llegó el jarro de agua fría. Una pérdida en un balón dividido de Cerci dejó mal colocada a la defensa azulona y Alejo aprovechó para firmar el 1-3. Los pocos errores que el equipo había cometido fueron castigados con gran contundencia por parte de los talaveranos.
El partido terminó con la sensación amarga de que no era el día del Vivo Cuenca. Cada despiste defensivo fue penalizado con un gol, mientras que los errores del Talavera se toparon con el acierto de su portero, los palos o la falta de puntería azulona. En ocasiones, cuando no es el día, por muchas veces que lo intentes y por mucho que te esfuerces, la recompensa no llega. El Vivo tendrá que esperar a la próxima semana, cuando se enfrentará a la Asociación Deportiva Alcorcón.