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40 años de la muerte del escultor e imaginero Luis Marco Pérez

Con la frase “Cuenca lo es todo para mí”, el escultor de Fuentelespino de Moya sintetizaba su amor por la tierra que le vio nacer
40 años de la muerte del escultor e imaginero Luis Marco Pérez
Imagen del Jesús de las Seis, obra del imaginero conquense.// Foto Saúl García
17/01/2023 - José Vicente Ávila

”Cuenca lo es todo para mí”. Esta frase de Luis Marco Pérez, que recogí en una entrevista publicada en ”Diario de Cuenca”, el 14 de junio de 1975, define el amor de un hombre a su tierra, que ha quedado plasmado con sus 19 “pasos” de la Semana Santa (además de un primer Medinaceli) y en sus esculturas, repartidas por diversos puntos de la ciudad. Luis Marco Pérez nació en Fuentelespino de Moya, en el seno de una familia humilde, el 25 de agosto de 1896, y falleció en Madrid, a la edad de 87 años, el 17 de enero de 1983. Murió en silencio, casi en el olvido, siendo enterrado en el cementerio de la Almudena. Su ciudad, que le había nombrado Hijo Predilecto, cuando tenía sólo 30 años. y le había dedicado al menos una calle en vida, no podía permitir que los restos mortales de un hombre que había amado tanto a su tierra descansaran para siempre en otro lugar que no fuera el suyo.

Por fin, el 23 de febrero de 1985, los restos mortales de Luis Marco Pérez llegaron a Cuenca para ser inhumados en el pintoresco paisaje de la Ermita de San Isidro, en una sencilla tumba. Tuvo que ser ya muerto, cuando Cuenca y la Junta de Cofradías de Semana Santa, le rindieran el gran homenaje que merecía.

No cabe duda de que Luis Marco Pérez es uno de los personajes conquenses que más huella han dejado en la ciudad y la provincia, y también a nivel nacional. Una huella imborrable, pues su obra la han conocido varias generaciones de conquenses y la seguirán conociendo las futuras, tanto por lo que se refiere a la llamada obra civil como a sus tallas para la Semana Santa, pues si en verdad son 19 pasos los que desfilan, en conjunto son 42 figuras las que se representan entre las diferentes escenas de la Pasión. Luego, en el paseo por la ciudad, tenemos en Carretería el Monumento de los soldados de Africa; las esculturas en el Parque; la réplica de “El Hombre de la Sierra” en el Museo de la Semana Santa; el Pastor de las Huesas en la Hoz del Huécar, el busto de Chicuelo II junto a la plaza de toros, el friso de la Reconquista en la fuente del Escardillo y el cuadro de la Virgen del Perpetuo Socorro en San Felipe.

 

Marco Pérez en 1975, entrevista con José Vicente Àvila que le enciende el pitillo.// Foto: Pinós

Conocí a Marco Pérez en junio de 1975 y le pude entrevistar para “Diario de Cuenca”. Según me decía en la entrevista, había venido a Cuenca con un discípulo suyo al que calificaba de gran artista, para restaurar algunos pasos, entre ellos el de San Pedro Apóstol. El 15 de junio, se reunió con directivos de la Junta de Cofradías y de las Angustias, pues se había aprobado hacer la Santa Cena y el Descendido, un paso que Luis Marco había hecho en 1932. A pesar de que tenía 78 años, el escultor de Fuentelespino me decía entonces: “Muy a gusto haré los dos “pasos”. El había hecho en 1929 la Santa Cena, que empezó a desfilar en 1930, y comentaba. “Le tengo gran cariño a la Santa Cena, aunque no será muy fácil que en la próxima Semana Santa  pueda desfilar. Sin embargo, añadía, si se decide lo del Descendido, éste si dará tiempo porque lleva menos trabajo. Y explicaba: “El “paso” sería un Cristo yacente y San Juan y la Virgen junto a la cruz y desfilaría detrás del Descendimiento. La Santa Cena quedó en un sueño hasta que la hizo Octavio Vicent.

En la Semana Santa de 1976 salió el nuevo “paso” delante de la Virgen de las Angustias y detrás de El Descendimiento, pero no gustó mucho ese conjunto a la Cuenca nazarena, tan acostumbrada a los pasos no ya solo de Marco Pérez, sino de Coullaut Valera, Martínez Bueno o Capuz. Se decía que no había salido de las manos del escultor conquense, sino de los discípulos de su taller. El caso es que este Descendido desfiló durante unos díez años, pues en 1987 fue sustituido por el actual Descendido del escultor conquense Vicente Marín.

Luis Marco Pérez tenía 78 años cuando le conocí personalmente. La muerte de su esposa, María Sevillano, que se había producido un mes antes, hizo mella en él . El escultor de Fuentelespino de Moya no podía evitar la emoción y las lágrimas afloraban por sus mejillas a cada instante. Me impresionó aquella entrevista con el escultor, por su sencillez y tremenda sensibilidad. Me pareció tan gran artista como persona tan cercana. Recuerdo que Luis Marco Pérez vestía un traje gris oscuro de rayas, llevaba corbata negra y unas gafas de montura negra que marcaban su rostro.

 

Homenje a Marco Pérez en el 35 aniversario de su enterramiento en San Isidro. (Josevi)

PREMIOS NACIONALES EN LOS AÑOS VEINTE

A pesar del estado anímico en que le encontré, por esa pérdida de su esposa, que había sido su musa, Marco Pérez tenía muy buenos recuerdos de sus comienzos, pues yo tenía entonces 25 años y me interesaba mucho conocer cosas de él. Hay que recordar un dato que es relevante: que toda su mejor obra como escultor la hizo entre 1922 y 1936, entre ellas varios premios nacionales. Cuando le pregunté que cuál era su primera escultura más importante me dijo: ”La de El Pastor de las Huesas del Vasallo, que la hice en el año 30 y con ella gané la Medalla de Oro de la Exposición Nacional; tal galardón sólo lo había obtenido hasta entonces Mariano Benlliure y para mí resultó una satisfacción enorme, porque en realidad yo era un crío”.

El premiado monumento al Pastor estuvo en la década de los 50-60 en la entonces denominada Plaza de Cánovas, hoy Plaza de la Constitución. La estatua se colocó en 1931 precisamente en la Hoz, donde ahora está, y al poco tiempo la trasladaron donde ahora tenemos el monumento del Nazareno, pasando a fínales de la década de los sesenta a la Hoz del Huécar, donde en verdad le da mucho esplendor, aunque dada la belleza de la Hoz pasa un tanto desapercibida. Marco Pérez me comentaba que a esta escultura del Pastor le tenía un cariño especial y yo le  preguntaba, qui si por fin había encontrado el sitio apropiado. Y contestaba: “Efectivamente, el Pastor ha dado muchas vueltas y el lugar que actualmente ocupa es muy atractivo.

 

El Pastor de las Huesas en la Hoz del Huécar, Premio Nacional de Escultura.

Marco Pérez, que había vivido en Fuentelespino de Moya hasta los 12 años, donde su padre tenía una carpintería en la que el jovencísimo Luis ya montaba sus primeros “pasos” nazarenos, se marchó a Valencia y allí estuvo en la Escuela de Artes y Oficios y en Bellas Artes, iniciando su trabajo en talleres de imagineros. Ya con 24 años ganó una pensión del Círculo de Bellas Artes y se trasladó a la capital de España para perfeccionar el dibujo y la escultura, además de matricularse en Medicina para estudiar anatomía. No perdió contacto con la Sierra de Cuenca, pues su formación artística estuvo encaminada a poder plasmar tipos y personajes: pastores, hacheros, rostros curtidos. Ya en 1922 gana la tercera medalla de las Bellas Artes con la escultura “El alma de Castilla es el silencio: Cuenca” (El Hachero). Impresionante la escultura, la mirada callada de la mujer rural y la propia definición que hace de ella.

En 1924 ganó la Segunda Medalla con “El Idilio Ibérico” y en 1926 le llegó su primer gran premio con “El Hombre de la Sierra”, al que también le tenía un cariño especial; esa escultura se encuentra en el Parque de las Esculturas de Leganés, cedida por el Museo Reina Sofía.  Además en esos años veinte ganó el Concurso para hacer el monumento a los Caídos de Africa. Sobre esta obra me decía Marco Pérez: ”Es cierto, no había cumplido aún los 30 años cuando hice esa escultura. Cada vez que paso por Carretería y la veo, me quedo mirándola y me emociono, porque recuerdo aquellos años jóvenes en los que tanto trabajé”.

La ciudad de Cuenca quiso que Marco Pérez dejase su huella en su tierra, pues los premios que había ganado le pusieron en primera línea como escultor, y su trabajo estaba entre Madrid y Valencia. El entonces alcalde de Cuenca, Cayo Conversa, supo reaccionar a tiempo y en diciembre de 1926  el Ayuntamiento le otorgó el título de Hijo Predilecto de la Ciudad y en 1927 obtuvo la Cátedra de Dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de la Diputación.

La idea de Cayo Conversa, que por cierto fue quien también trajo a Cuenca al pintor cubano Wilfredo Lam, era que Marco Pérez hiciese cada año un “paso” para la Semana Santa, pues en la prensa local se publicaba esos años que “algunos pasos de nuestras procesiones están pidiendo a gritos la sustitución, porque desentonan de una manera lamentable al lado de otros de positivo valor escultórico”. Y asi fue; Marco Pérez hizo en 1929 la Santa Cena sin policromar, que desfiló por vez primera en 1930, y le llamaban por cierto “la merienda de los negritos”. Un paso que asombró a Alejo Carpentier cuando visitó Cuenca en 1933.

 

 

Detalle de la Hermandad del Descendimiento junto a la tumba de Marco Pérez. (Josevi)

El escultor de Fuentelespino de Moya trabajó en Cuenca hasta 1933, año en el que se marchó a Valencia. En 1928 había sido  nombrado Escultor Municipal para que hiciese cada año un paso para la Semana Santa, con al menos seis figuras. Así hizo la Cena, El Descendido, el ángel del Huerto, y en 1936 desfiló por primera y única vez la imagen de Jesús con la Caña. Por ello, cuando se marchó a Valencia, en el periódico “El Defensor de Cuenca” se podía leer: “Lástima grande fue que se malograra la táctica de Conversa de amarrar en nuestra ciudad a Marco Pérez para que hiciera florecer en su tierra las creaciones de su arte. Casi todo lo que de él tenemos aquí a esa etapa se debe, y si se hubiera seguido la marcha convenida con el escultor conquense, hoy desfilarían ya por nuestra ciudad seis o siete pasos de Marco, con la densidad artística de la Cena o el Descendido”.

 

NUMEROSOS “PASOS” TRAS LA GUERRA

¡Qué pensaría el articulista de “El Defensor de Cuenca”!, pues una vez terminada la guerra civil, a partir de 1940, Marco Pérez deja a un lado su trabajo de escultor para enfrascarse en la árdua tarea de esculpir imágenes no sólo para la Semana Santa de Cuenca, sino de numerosas localidades españolas. Las primeras que hizo fue la talla de Jesús Amarrado a la Columna, para Elche, y al mismo tiempo para Cuenca, con distinta cabeza, que luego cambiaría. A partir de 1941, Jesús Nazareno de El Salvador y la mayoría de los “pasos”, bien por encargo de la Junta de Cofradías, la Diputación o el Ayuntamiento. No podemos olvidar los diseños de andas de Marco Pérez realizados por dos de los históricos ebanistas de la Pasión; los hermanos Modesto y  Nemesio Pérez del Moral.

 

OBRA EN TODA ESPAÑA Y EN EL EXTERIOR

Además de los 19 de Cuenca, una veintena de “pasos” desfilan en distintos lugares, seis de ellos en Ciudad Real y tres en Mota del Cuervo, además de la Virgen de las Angustias en Albacete, la Magdalena y la Virgem de Riánsares en Tarancón, y de manera especial Jesús Caído de Avilés, conocido como “Jesusín de Galiana”, que tiene esta leyenda popular: “¿Dónde tú me viste que tan bien me hiciste?”, pregunta Jesús al escultor que modeló la sagrada imagen de “Jesús de Galiana”. Si hemos dicho que Marco Pérez nos dejó su legado artístico, no podemos olvidar la marcha “Marco Pérez ha muerto”, de Julián López Calvo, y sobre todo es muy recomendable visitar el Blog sobre el gran escultor,  diseñado por José Andrés Sevilla.

Durante la entrevista que tuve con el escultore noté que a Luis Marco Pérez le encantaba hablar de la Semana Santa y sobre todo de las imágenes que había realizado. Mientras fumaba un cigarrillo, iba nombrando sus tallas:  “El Amarrado, Jesús Nazareno de las Seis, San Juan Bautista, La Soledad del Puente, San Pedro Apóstol, San Juan Evangelista, que creo que le llaman El Guapo, La Exaltación, El Descendimiento, en fin, que ya no me acuerdo de todos, mi querido amigo. Lo que sí le puedo decir es que la Semana Santa está como en sus mejores tiempos”.

En aquella entrevista hacía hincapié en agradecer a Manuel Osuna y Francisco Suay que se dedicara una Sala en el Museo de Cuenca a su obra con estas palabras: “Lo que más me satisface es que este Museo sea el de Cuenca, porque Cuenca lo es todo para mí. Mi esposa era valenciana y se enamoró de Cuenca. Ella fue quien ideó muchas de mis obras”. Cerrada de momento la sala de Marco Pérez en el Museo de Cuenca podemos recordar que en el Museo de la Semana Santa se puede contemplar una muestra de su obra, en el llamado Espacio Marco Pérez.

En suma, un gran legado artístico dejó Marco Pérez en todo el mundo. El escultor tiene calle en Cuenca (quizá no la más adecuada para reflejar toda su obra en otro entorno); una escultura en la plaza de San Andrés y sus restos reposan en el Cementerio de Personalidades de San Isidro, quizá un tanto olvidado por el mundo nazareno.

Placa en su tumba de la Hermandad del Amarrado. (Josevi)