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Fray Alberto, el arquitecto que moldeó el barroco conquense

Revisamos los espacios clave de la ciudad y provincia junto al experto en arte José Luis García Martínez
Foto: Saúl García
10/12/2025 - Eduardo M. Crespo

Reinado de Felipe III. Las formas del barroco empiezan a introducirse en Castilla y en el resto de España. En Cuenca, el encargado de hacerlo es el arquitecto español que trabajó en las obras del Duque de Lerma y de la Corona, Fray Alberto de la Madre de Dios. Corría el siglo XVII y la ciudad se entregó al barroco con una pasión desmedida que, a día de hoy, por fortuna, seguimos reconociendo en sus calles. 

“Es un lujo que Fray Alberto eligiera Cuenca para vivir casi hasta el final de su vida. Fue el arquitecto español más importante de las dos primeras décadas del siglo XVII. trabajó para la corte y dejó obras de gran relevancia en Madrid y Caravaca de la Cruz. Su papel fue de tal envergadura que en su elogio fúnebre se asegura que no hubo obra importante en nuestro país que no se le consultara”, nos cuenta el historiador del arte José Luis García Martínez. 

Doctor en Historia del Arte y experto en arquitectura barroca conquense, García Martínez subraya que, aunque el movimiento llegó algo más tarde que a ciudades como Madrid o Valladolid, en Cuenca se desplegó con una potencia y una identidad inesperadas. 

Fray Alberto levantó, bajo el amparo del obispo Andrés Pacheco, dos conventos fundamentales en la ciudad: el de los Carmelitas Descalzos, ya desaparecido, y el de las Carmelitas Descalzas, hoy sede de la Fundación Antonio Pérez. “Es una obra magistral, por cómo están hechas las bóvedas y el patio”, explica el historiador. Y añade un detalle fascinante: “Fray Alberto quiso que una de las galerías del claustro quedara abierta para que las monjas pudieran ver la hoz del Huécar. Esa relación entre la arquitectura y el paisaje es muy especial”.

Fray Alberto también intervino en la Catedral de Cuenca, donde firmó una de las piezas más interesantes del barroco castellano, la capilla del Sagrario.

 

 

Capilla del Sagrario
“La capilla del Sagrario de la Catedral influyó muchísimo en la historia del arte de la provincia porque muchas obras imitan su construcción”

UNA JOYA EN LA CATEDRAL

La capilla del Sagrario fue concebida en 1629 como un espacio extraordinario. “Esa capilla es una obra magistral que influyó muchísimo en la historia del arte en nuestra provincia en los siglos XVIII y XIX porque muchas obras imitan su construcción”, afirma García Martínez, quien nos explica que la capilla del Sagrario mezcla muchísimos colores y materiales: mármol de Buenache de la Sierra y jaspe para la construcción general de la capilla y frontal del altar mayor, madera para los retablos principales, alabastro, piedra, policromía o pinturas murales.

“Tenía además un capitel con ocho buhardillas con bolas doradas y una aguja en medio que un rayo quemó. Su reconstrucción sería preciosa en plena hoz del río Huécar y su vista desde el Puente de San Pablo sería fascinante para la ciudad”, señala.

La capilla del Sagrario, nos cuenta García Martínez, era muy avanzada para su época y se completó con las pinturas de Andrés de Vargas, autor del lienzo de San Julián, “una de las obras maestras del barroco en la provincia de Cuenca”.

Los retablos funcionaban además como relicario: “Los retablos tenían celosías y dentro guardaban reliquias. Era el concepto de espacio-relicario propio de la Contrarreforma”. Hoy esas reliquias están dispersas por distintos puntos de la Catedral.

 

 

LA PLAZA DE LA MERCED 

Quien quiera entender el barroco en Cuenca capital tiene un lugar imprescindible: la plaza de la Merced. En pocos metros conviven grandes arquitectos y programas urbanísticos de los siglos XVI, XVII y XVIII. El convento de la Merced y el seminario, diseño de Fray Vicente Sevilla –“su obra maestra”, en palabras del historiador– convierten el entorno en una lección viva de arquitectura barroca. A ellos se suma la iglesia de San Pedro, otro ejemplo de la solidez del estilo en la capital.

 

 

Hospital de Santiago

HOSPITAL DE SANTIAGO

El hospital de Santiago condensa la evolución del barroco local. La primera traza de su fachada parece deberse al maestro Francisco de Mora, conquense de origen. La finalización, sin embargo, lleva la impronta de Fray Alberto, mientras que la fachada de la iglesia, con su gran ventanal circular, fue ejecutada por José Martín de Aldehuela, una de las figuras clave del barroco tardío en la ciudad. A Aldehuela se debe también la iglesia de la Virgen de la Luz, considerada por el doctor en historia “un lujo” para Cuenca. 

La fachada del Ayuntamiento de Cuenca, la Iglesia de San Pedro, el Oratorio de San Felipe Neri y la Ermita de San Isidro son otros ejemplos importantes del estilo barroco en la capital.

 

En el siglo XVII, Cuenca se entregó al barroco de la mano de Fray Alberto, uno de los arquitectos más importantes de todos los tiempos
Iglesia de Santo Domingo de Guzmán (Huete)

EN LA PROVINCIA

En la provincia de Cuenca, Fray Alberto diseñó la iglesia de los dominicos en Huete, las parroquias de Motilla del Palancar y Gascueña, la torre de Campillo de Altobuey, el puente de El Castellar en Fresneda de Altarejos, el sepulcro de don Luis de Salcedo en Torralba y la finalización de las parroquias de Garcinarro y Buendía.

“Fuera de la capital, el barroco también dejó una huella sorprendente. Muchas iglesias y torres de la provincia siguieron modelos que nacieron en Cuenca” explica García Martínez. Esa irradiación estilística se aprecia en lugares como Villanueva de la Jara, donde la torre de la Basílica de Nuestra Señora de la Asunción y su antiguo chapitel recordaban al desaparecido remate de la Catedral, o en Almodóvar del Pinar, “con algunas obras muy representativas del barroco pleno”.

santuario Virgen de la Loma Campillo de Altobuey