La torre de la Iglesia de El Salvador podría ser visitable y convertirse en un nuevo recurso museístico en la ciudad de Cuenca. Todo dependerá de las obras que sea necesario acometer para hacer de éste un espacio accesible y seguro para el público.
Precisamente esto es lo que están estudiando un equipo de arquitectos encabezado por Rubén Amigo, a quien la parroquia ha encargado el preoyecto de intervención en el interior para conocer tanto las actuaciones como los plazos de ejecución y el presupuesto necesario, siendo éste último punto el más importante.
Y es que, tras las renovaciones en el exterior de la torre que arrancaron en octubre de 2023, se prolongaron durante dos años y superaron los 922.000 euros de inversión –la mayoría aportados por el Consorcio–, la iglesia debe estudiar si puede asumir o no el coste de esta nueva obra.
El objetivo principal está claro. Se trata de hacer del interior de la torre un espacio visitable, lo que permitiría a los turistas y ciudadanos explorar una de las estructuras más singulares de Cuenca. Verían de cerca las cerchas de acero roblonado sobre las que se sujeta el chapitel, un diseño típico del siglo XIX que recuerda a la estructura del Puente de San Pablo o a la Torre Eiffel.
Además, la torre de El Salvador ofrece una vista al Casco Antiguo desde una perspectiva hasta ahora no conocida. “Tanto las vistas como la propia estructura de acero del chapitel y las campanas son un espectáculo. Es muy interesante y bonito verlo por dentro”, asegura Rubén Amigo.
Además, la escalera hasta llegar a la parte superior es “cómoda”, según explia el arquitecto, por lo que el acceso sería fácil. Por otro lado, la planta de la torre es amplia por lo que la capacidad estimada es de entre 10 y 15 personas. Si bien, solo las visitas tendrían que interrumpirse en los momentos en los que toquen las campanas ya que, al voltear, invaden el perímetro.
El arquitecto espera tener listo el documento antes de la Semana Santa de 2026
ACTUACIONES
Para poder abrir al público sería necesario intervenir en varios forjados del interior. El del techo del chapitel está rehabilitado por completo gracias a la intervencior anterior. Sin embargo, sería necesario mejorar el suelo sobre el que están las campanas, así como uno intermedio.
El último tramo de escaleras también está en estado ruinoso. Por otro lado, para asegurar el peso que soporta la escalera, los arquitectos deberán hacer pruebas de cargas para conocer si es necesario o no hacer un refuerzo estructural de la escalera, lo que encarecería la obra. “Esto es fundamental para saber si se nos va de presupuesto o no”, subraya Rubén Amigo.
Por otro lado, habría que sustituir y rehabilitar en la medida de los posible los suelos de barro que, en algunos puntos, “están machacados”. Mejorar los acabados de las paredes, instalar iluminación, señalización contra incendios y extintores es otra de las cuestiones que están estudiando.
En el proyecto de rehabilitación exterior que concluyó el 6 de agosto con el desmontaje del andamio también se contemplaba el soterramiento del cableado, aunque por falta de fondos finalmente no se pudo llevar a cabo. “Nos gustaría aprovechar la renovación del interior de la torre para poder quitar los cables de las fachadas porque afean mucho y sería una buena ocasión para hacerlo”, apostilla el arquitecto.

MUSEALIZACIÓN
Además de las intervenciones estructurales, los arquitectos consideran que el proyecto debe incluir una musealización parcial del espacio. Las ventanas originales, aunque muy deterioradas, serán conservadas y, si es posible, exhibidas dentro de la torre, permitiendo a los visitantes conocer la historia de la construcción y los problemas que ha sufrido a lo largo de los años. También se evalúa la posibilidad de instalar un sistema audiovisual que, mediante proyecciones o exposiciones, ofrezca una visión más profunda de la historia y rehabilitaciones llevadas a cabo en el edificio.
No obstante, la redacción del proyecto está en proceso por lo que todavía no se conoce la inversión necesaria, aunque a priori el arquitecto estima que, “si todo va bien y los trabajos se ciñen a albañilería convencional” el plazo de ejecución sería de aproximadamente cuatro meses. Al igual que en la rehabilitación interior, en caso de que sea posible, volverían a contar con Acerouno, una empresa especializada en edificios históricos.