Los problemas de alcoholismo se han duplicado en Cuenca

La Asociación Conquense para la Rehabilitación de Alcohólicos (ACORAL) percibió el año pasado un incremento del número de personas con problemas de adicción a esta sustancia que piden ayuda al colectivo para intentar salir de esa situación. Durante 2023, atendieron a 40 afectados mientras que en el ejercicio precedente fueron una veintena.
Desde la asociación achacan este repunte a los efectos que ha traído consigo la pandemia, considera José Fernández, presidente de este colectivo, que echó a andar en Cuenca en el año 1988 y del que forman parte alrededor de 200 personas aunque el número suele fluctuar mucho.
La asociación busca la rehabilitación de las personas con una adicción al alcohol, un grave problema que acarrea un deterioro de salud y social del afectado, con la pérdida en muchos casos de familia, trabajo y amigos. “Es una enfermedad”, hace hincapié Santiago Ruiz, vicepresidente del colectivo y ejemplo de descenso a los infiernos por esta lacra pero también de que, “con voluntad”, se puede salir de esta situación aunque el camino es largo y tortuoso.
DEPENDENCIA TOTAL
Pero ¿en qué momento se ha cruzado la línea y podemos decir que se está ante un posible caso de alcoholismo? “Si un familiar o alguien de tu alrededor te da un toque de atención por esto, es que existe un problema”, apunta el presidente. “Cuando dependes totalmente de esta sustancia y domina toda tu vida”, añade por su parte su compañero.
Por ello, cuando alguien recurre a la asociación en busca de ayuda, desde el colectivo creen que ya ha dado un gran paso porque eso significa que es consciente de que existe un problema de abuso en el consumo. El siguiente paso sería asumir que “tiene una enfermedad”, insisten desde ACORAL.
Para ayudar en ese largo camino de la rehabilitación, el colectivo trabaja en coordinación con la Unión de Conductas Adictivas (UCA) del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM), que se encarga de la atención clínica de los afectados mientras que desde la asociación se ofrecen terapias en grupo, en las que participan alrededor de una veintena de personas, entre enfermos y allegados. “La implicación de las familias y el tener red de apoyo es muy importante en la recuperación. Los familiares quieren ayudar pero no saben cómo y a veces complican sin quererlo la situación”, recalca el presidente, que también sufrió en sus carnes este problema.
En estas terapias, los afectados comparten experiencias con otras personas que han sufrido o están sufriendo esta adicción, lo que les sirve de apoyo mutuo y les ayuda a soltar lastre y el gran sentimiento de culpabilidad que arrastran.
A las terapias de ACORAL asisten más varones que mujeres pero desde la asociación consideran que es porque hay más “tabú” con ellas “aunque el problema es el mismo”Además, en las terapias también afloran otros problemas personales que pueden estar detrás de la dependencia a esta sustancia, cuyo consumo está por otra parte muy normalizado en nuestra sociedad. Desde la asociación alertan de que ha bajado la edad a la que se comienza a beber y de que ahora se toma mucho de golpe –en muchos casos combinado con otras sustancias– mientras que antes la adicción iba creciendo de una forma más gradual.
El participante medio en estas terapias tiene entre 30 y 60 años, muchos de ellos con adicciones también a otras sustancias como cocaína y marihuana. Acuden más varones que mujeres pero porque hay “más tabú” con ellas “aunque el problema es el mismo”, matizan desde el colectivo, que también incide en que este problema afecta a todas las clases sociales y razas.
“Algunos vienen buscando que les ayudemos a reducir el consumo de alcohol. Pero no. Nosotros les damos herramientas para no beber nada aunque no tenemos una varita mágica”, cuenta el vicepresidente, que lamenta que durante la adicción “se pierde la dignidad completamente”. “Pero cuando te rehabilitas, la recuperas”, puntualiza.
El colectivo se reunía en un local en el edificio del Mercado Municipal pero, debido al estado del inmueble, se han trasladado a la sede de la Delegación de la Junta en Cuenca. Pero piden otro espacio más “privado” dado que Cuenca es una ciudad pequeña y hay miedo al señalamiento público. Además, también han reclamado a la UCA que periódicamente pueda participar un profesional sanitario en las terapias.
Porque nunca hay que bajar la guardia ante este problema ya que la sombra de la recaída siempre está acechando. “El bicho está dormido pero en cualquier momento se puede despertar. A la mínima, puedes volver”, reconoce Ruiz. Tras una recidiva, la tolerancia del cuerpo al alcohol es menor por lo que los problemas se agravan aún más. “Pero si quieres, puedes salir”, dicen con esperanza y al unísono presidente y vicepresidente.