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Posada San José, alojamiento y restaurante en ubicación única

"Desde aquí es muy cómodo pasear por todo el Casco Antiguo sin tener que coger el coche"
Posada San José, alojamiento  y restaurante en ubicación única
24/12/2013 - G. Díez

Unas preciosas vistas a la hoz del Huécar, unas acogedoras habitaciones, un edificio histórico, del siglo XVII, que en 2007 fue declarado Bien de Interés Cultural, una cocina que combina tradición y modernidad, recetas tanto conquenses como internacionales y una atención cercana, familiar, son solo algunos de los ingredientes que hacen que merezca la pena visitar la Posada de San José, hotel y restaurante con treinta años de historia a lo largo de los cuales ha sabido adaptarse a las circunstancias del momento, y logrado el reconocimiento general con galardones como el reciente Premio de la Confederación de Empresarios de Castilla-La Mancha (Cecam) 2013 recaído en Jennifer Morter, gerente de este establecimiento junto a su marido, Antonio Cortinas.


Ubicado en el número cuatro de la Ronda de Julián Romero, paralela a la calle San Pedro, ofrece a los turistas la comodidad de instalarse en pleno Casco Antiguo de una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996. “Desde aquí es muy cómodo pasear por todo el Casco Antiguo sin tener que coger el coche”, apunta Morter.


Sus habitaciones están concebidas para todos los gustos y economías. Las más asequibles, nueve celditas, con el baño compartido, que provienen de cuando el edificio, antaño palacete del pintor de la corte Juan Bautista Martínez del Mazo, consuegro de Velázquez, albergó el Colegio de los Niños Cantores de la Catedral. Y junto a ellas hay disponibles 22 habitaciones con baño completo, dieciocho de ellas con vistas directas a la hoz del Huécar y cuatro tipo suite, con en torno a cincuenta metros cuadrados, doble lavabo, ducha-masaje y amplias camas.


Las numerosas obras y rehabilitaciones realizadas a lo largo de los últimos 30 años han realzado además, con el máximo respeto, el carácter original de este singular edificio, manteniendo vivo su espíritu casi conventual, lo que resulta un atractivo adicional para el huésped.


restaurante

En el restaurante de la Posada de San José, muy frecuentado tanto por visitantes como por conquenses, se pueden degustar los mejores productos de la tierra con recetas tradicionales que no obvian las nuevas tendencias ni los toques de autor. No faltan productos como el morteruelo o el cordero lechal.


Para estas Navidades se han elaborado unos menús especiales de los que cada comensal puede elegir entre varios primeros y varios segundos platos. Crujiente de setas, tabla de anchoas, quesos e ibéricos, ensaladas individuales de aguacate, ventresca o pulpo, bacalao en tempura negra de tinta de calamar, solomillo de cerdo ibérico a la plancha con una reducción de vino de Pedro Ximénez o paletilla de cordero lechal se encuentran entre los platos a elegir. Entre medias hay sorbete de gin-tonic y la cena se remata con un postre navideño.


Oferta gastronómica

“El morteruelo es uno de nuestros platos más demandados. Usamos la receta de mi suegra, Amparo, muy bien de carne pero sin abusar de hígado y sin especies habituales como la alcaravea. Sin dejar de ser un plato contundente, esto le da un sabor quizá más suave”, dice Jennifer Morter.


Tampoco falta el gazpacho pastor, hecho con ingredientes como pan de torta, liebre, hierbas de romero y tomillos del jardín, receta en este caso de la madre de Isabel, cocinera de la Posada de San José.

En cuanto a las carnes, en la Posada trabajan mucho con el cordero lechal manchego, ofreciendo pequeñas chuletillas fritas con ajos tiernos y cordero asado los fines de semana.


Otra cosa que no se puede pasar por alto, las tapas, de elaboración propia, que se pueden degustar a partir de las siete de la tarde. Entre ellas: crujiente de setas, las croquetas de boletus envueltas en kikos o  el bocadito de pisto con alioli suave y boquerón. “Intentamos sobre todo hacer platos con mucho mimo”, cuenta Morter.


Por las mañanas, se puede disfrutar de un completo desayuno continental, donde no faltan los fiambres y cereales, el tomate rayado natural con aceite, el zumo o los bizcochos, magdalenas y muffins de arándanos y de manzana de elaboración propia. Y quien prefiera algo más ligero también puede limitarse a un café de puchero y una tostada.