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Hípica

Montar a caballo como terapia

El Club Hípico Fierro Cuenca acerca la equitación a la capital desde hace más de 40 años, y lo hace con la hipoterapia como una de sus actividades más innovadoras
Fotos: Lola Pineda
03/09/2023 - Alejandro del Valle

Con suma elegancia y vistosidad, pero con la potencia propia de cualquier deporte, los caballos del Club Hípico Fierro superan los obstáculos dispuestos en las pistas de sus instalaciones. El deporte ecuestre encuentra su hogar en este club que lleva ya más de cuatro décadas siendo un referente de la hípica en la provincia. Con una cuarta generación de “los Fierro” curtiéndose ya en las pistas, el noble deporte de la hípica tiene mucho que ofrecer.

Inicialmente, el club se dedicaba a la preparación de los caballos para la compraventa, pero ha ido evolucionando con el paso de los años. Actualmente, cuenta con alojamiento para, aproximadamente, unos 65 caballos. Así lo permiten las siete hectáreas que componen el complejo, con pistas exteriores para dar las clases, pista de concurso geotextil y de sílice con 85x55 de superficie, y una noria para que los caballos también hagan deporte. Al mando del club se encuentran Miguel y José Fierro, quienes han ido ampliando las prestaciones a lo largo de los años.

Hoy día, el club va “a medio caballo” entre la enseñanza y la competición, ya que oferta ambos servicios. A lo largo del otoño e invierno, la cantera de chicos y chicas ronda los 80-100 alumnos, mientras que en verano se cierra la escuela de iniciación y tienen grupos de salto. “Cuenca siempre ha respondido a la hípica. No es que haya muchos más clubes, pero para una ciudad pequeña, tener este número de alumnos y de caballos es importante”, celebra Fierro.

La clave de esto seguramente sea la energía y dedicación que se le pone desde el club al mimo de los jinetes y caballos: “Pagaría por hacer lo que hago, me apasiona y llevo enamorado toda la vida de los caballos y de Cuenca. Es un trabajo muy duro, pero apasionante”, cuenta Fierro.

La hipoterapia ayuda, entre otros, a niños con problemas de adaptación, hiperactividad o autismo, gracias a la especial relación con el caballo

HIPOTERAPIA

Cuando se dice que la hípica es para todo el mundo, es porque no falta razón para ello. Irene Muñoz, jinete -con alrededor de 25 años de experiencia- y entrenadora del club, imparte clases de hipoterapia a niños con discapacidades, algo que colabora de significativa manera en su vida diaria. “Tengo una madre que a veces viene con el niño enfadado y cuando acabamos se va tremendamente contento, y la madre igual. Por el mal tiempo, alguna vez hemos tenido que cancelar las clases y me llamaba para ver cuándo podíamos retomarla, porque hasta ella echaba de menos venir y ver al niño contento”, cuenta Irene. Y es que las dinámicas que se practican en la hípica son, sin duda, una vía de escape para ellos: “Hay que fomentarla para niños con problemas de adaptación, hiperactividad, autismo… les viene súper bien porque la relación que el niño crea con el pony y el caballo es muy sana, y eso les ayuda a relacionarse fuera”, declara Irene.

Desde el club se explica que la hípica es adaptable al ritmo que quiera llevar cada persona, por lo que no hay limitación de edad o física

UN DEPORTE ACCESIBLE

Desde fuera, podría parecer que la hípica tiene una barrera de entrada, en primer lugar, ‘física’, para practicarla. Nada más lejos de la realidad, explica Miguel, ya que, en primer lugar, es perfectamente adaptable al ritmo que quiera llevar cada uno. Cuenta que, a partir de cierta edad, los interesados en aprender pueden sentirse algo echados para atrás por esa barrera física, pero asegura que tiene habitualmente a gente de 60-65 años saltando. “A mi abuelo le dijimos que lo dejara con 93 años y lo hizo llorando, pero todavía podría haber seguido un poco más”, recuerda Miguel entre risas. En competición es de justicia mencionar, explica Irene, que hombres y mujeres compiten en igualdad de condiciones y categorías, amén de que no existen pruebas a partir de cierta edad, lo cual es algo que se puede decir de pocos deportes.

Otro de los estigmas que hay que derribar en torno a la hípica es que se trata de algo inevitablemente caro. Si bien el cuidado y mantenimiento del caballo es caro y requiere tiempo, Fierro explica que la tasa para montar una hora a caballo es de 15 euros, por lo que darse el gusto un día a la semana puede ser asumible. “Aquí hemos querido trabajar con precios asequibles para que pueda salir montar a caballo al mes como ir a un gimnasio”, declara.

Desde luego, quien lo prueba, acaba queriendo más: “La mayoría dicen paseíto y acaban galopando, o saltando incluso. Invito a la gente a que lo pruebe simplemente dando un paseo por el campo y disfrutando de los árboles y la naturaleza”, concluye.

Una relación única

La hípica es una de las pocas disciplinas deportivas en las que se guarda una relación especial con otro ser vivo. El entendimiento entre jinete y caballo es fundamental, explica Fierro, que por dar un porcentaje otorga el 40% al animal y el 60% al humano. “Cuando se junta el buen estado físico y mental de ambos, haces una equitación perfecta”, cuenta Fierro.

Dos de los jóvenes que entienden bien esta relación son los propios hijos de Miguel Fierro, Claudia y Miguel, quienes llevan ligados a la práctica de la hípica desde bien pequeños y que, siguiendo los pasos de su padre, también compiten en la categoría de salto. Claudia, con Mistral desde el año pasado, y Miguel, a lomos de Obelix, cuentan que es un proceso bonito el formar ese vínculo, llegando a entender lo que le pasa o necesita, al mismo tiempo que hay que comprender su carácter, ya sea más cariñoso o arisco.

Ambos participarán, ineludiblemente, en el 67º Concurso Nacional de Saltos, un clásico entre clásicos durante la Feria y Fiestas de San Julián. Momento especial para ellos, ya que competir ‘en casa’ tiene otro sabor: “Todo el mundo te conoce, te ovaciona cuando sales y te anima, es muy satisfactorio”, cuenta Miguel, deseando, igual que su hermana, salir a la pista.


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