Es noticia en Cuenca: Cruz Roja Cuenca Puente de la Trinidad Nuevo hospital de Cuenca Violencia machista Pleno del Ayuntamiento de Cuenca Empresas y medio ambiente Pleno Ayuntamiento Cuenca Pleno Ayuntamiento Semana Europea Contra el Cáncer

Luto un año después de la tragedia

"Espero que el jurado, si es popular, se ponga en la piel de las familias"
05/08/2016 - Gorka Díez
Este sábado, 6 de agosto, se cumple el primer aniversario de uno de los episodios más trágicos de la historia de Cuenca, el asesinato de las dos jóvenes conquenses Laura del Hoyo Chamón y Marina Okarynska, cuyos cuerpos sin vida fueron encontrados seis días después de una agónica espera semienterrados en cal viva en una poza del nacimiento del río Huécar.

Con motivo de esta triste efeméride, el Ayuntamiento ha convocado una concentración que tendrá lugar el sábado a las 20:00 en el Paseo del Huécar, donde se descubrirá un mosaico de mármol instalado este jueves en homenaje a Laura y Marina y a todas las víctimas de la violencia elaborado por Mármoles Granero. Inspirado en el existente en Central Park en tributo a John Lennon, suma más de 36.000 piezas de mármol blanco y granito negro. Además, el lunes 8, también a las 20.00, habrá una misa en la iglesia de San Fernando en recuerdo de Laura.

Todo apunta a que la ciudadanía conquense se volcará con estos actos, como ya lo hizo en la multitudinaria concentración de apoyo a la familia que la plaza de España acogió el 12 de agosto del pasado año, apenas unos minutos antes de que se hiciera público el hallazgo de los cadáveres. Igual que tantos conquenses han respondido durante todo este tiempo cada vez que se ha encontrado con alguno de los familiares de las dos jóvenes que perdieron su vida a los 25 (Laura) y 24 años (Marina).

“Yo sé que Cuenca sigue consternada, que es una ciudad pequeña en la que nos conocemos todos y la gente me sigue parando por la calle, llamándome, mandándome watshapp, más en estos días muy tristes, cuando se aproxima el año, pero para mí especiales son todos los días, desde que la enterré”, señala la madre de Laura, María Chamón.

Esta conquense de 55 años se ha convertido en el símbolo del dolor por esta pérdida irreparable. Es la persona de ambas familias que más intervenciones ha tenido en los medios de comunicación, locales y nacionales, para subrayar su dolor, recordar lo buena hija que era Laura y pedir justicia, es decir, la pena de cárcel máxima para el que, a la espera de que se celebre el juicio, todo apunta a que fue el asesino de las dos jóvenes conquenses: Sergio Morate Garcés, exnovio de Marina y que contaba con antecedentes penales por violencia de género, en concreto por haber retenido durante tres días, maltratado y fotografiado sin su consentimiento a otra exnovia, unos hechos que ocurrieron en 2008 y por los que apenas pasó año y medio en la cárcel, de la que salió por buena conducta.

“Espero que el jurado, si es popular, se ponga en la piel de las familias, que lo único que pedimos es que Sergio Morate Garcés se pudra en la cárcel, porque estos asesinos son como los lobos, que cuando salen van a los corrales a matar gallinas y vuelven y vuelven y vuelven. Los conquenses no nos merecemos tener un asesino criminal por la calle. Y también espero que lo traten con la misma crueldad y frialdad con la que él trató a mi hija: lo que se merece es sufrir hasta el último aliento de su vida”, cuenta esta madre.

La tarde en la que ocurrieron los hechos, el jueves 6 de agosto de 2015, Marina y Laura acudieron al domicilio de Morate, en la urbanización Ars Natura, a recoger unas pertenencias que la primera tenía en su casa de su periodo de convivencia, tormentosa relación a la que puso distancia yéndose a vivir a Ucrania. Solo había vuelto unos días a Cuenca por vacaciones. Entraron en la vivienda pero no salieron de ella con vida. 

Lo que en su día trascendió de las autopsias es que las dos jóvenes fueron golpeadas y pudieron haber muerto por asfixia. Después, Morate trasladó sus cuerpos hasta una fosa cavada cerca del nacimiento del Huécar en el mismo Seat Ibiza de color verde que entrada la noche utilizaría para escapar hasta ser localizado, una semana después, en una vivienda de la población rumana de Lugoj, a 2.800 kilómetros de Cuenca.

EL DOLOR NO TIENE FIN 
Un año después de lo ocurrido, la madre de Laura reconoce que el dolor no tiene fin. “Estamos como el primer día. Esto es una ausencia: sin verla, sin oírla, sin hablar con ella. Te piensas que está en un viaje”.

Hace unos días, María visitó, en compañía de un cámara y un periodista de Antena 3, el paraje donde fueron hallados los restos de las dos amigas, y lo recuerda con desolación. “Lo pasé fatal. La hierba ha crecido, pero aún se veía la tierra donde las dejó, con la cal blanca”, cuenta. Al menos, en sus proximidades un miembro de la pandilla de Laura, Diego Martínez, ha ubicado una cruz a la que “no le van a faltar nunca unas flores blancas y rosas”.

Era la segunda vez que María visitaba este lugar. “Al mes de enterrar a mi hija le dije a mi yerno que me llevara allí. Necesitaba saber dónde había estado tanto tiempo metida. Doy gracias al señor que pasó por allí y las encontró. Me gustaría conocerlo”.

Pero no esconde que ya solo adentrarse en la carretera que lleva a Palomera le pone muy mal cuerpo. “Me gustaba mucho ir a Palomera, comer allí, y solía andar hasta el kilómetro dos o tres, porque es un pareje muy bonito, con las hoces, el río, pero ahora lo odio. Solo pensar que las llevó por allí… Ya no quiero ni pasar: prefiero ir por otro sitio”.

LAURA DEL HOYO CHAMÓN
Al recordar a su hija, todo son buenas palabras. “Era una chica con ilusiones de vida, con proyectos, que dio su vida por la amistad. Era muy trabajadora y feliz con lo mínimo que tuviese. Y ahora solo podemos recordar su risa, la luz que tenía de buena amiga y persona, lo especial y única que era, las muchas ganas que tenía de vivir”.

Laura abandonó pronto sus estudios y trabajó desde muy joven. Lo hizo en varias tiendas: Pull and Bear, Stradivarius, Druni. “Lo que pasa es que le hacían contratos de ocho meses, de un año”, ante lo que se trasladó a vivir una temporada a Xirivella, en Valencia, en una casa alquilada con una amiga de Cuenca. “Estaba muy contenta porque allí la adoraban. Y Valencia, al igual que la playa, le gustaba mucho. Decía que para ella era otra vida y que solo le faltábamos nosotras. Pero aquí tenía su familia y estaba loca por su sobrina, Elenita, así que cuando se le acabó el contrato vino a Cuenca. Quería hacer Estética y Peluquería. Los recogidos le gustaban mucho. La misma mañana del 5 de agosto estuvo preguntando para apuntarse en la academia de La Paz. Espero que allí en el cielo logre todos esos sueños que tenía, porque aquí ha podido lograr poco”, apunta Chamón.

MARINA OKARYNSKA
Marina, por su parte, era de origen ucraniano, y llegó a Cuenca siendo adolescente, siguiendo la huella de sus padres, que se habían trasladado a Cuenca poco antes. Trabajó en negocios como una cafetería del centro y un restaurante de la Plaza Mayor, establecimiento este último donde hace un año la describieron como una persona muy trabajadora y predispuesta, que se llevaba bien con los compañeros y era muy simpática con los clientes. En torno a un año y medio antes de ser asesinada en Cuenca había regresado a su país con la intención de reiniciar su vida, quizá para distanciarse de Morate, con quien según su círculo discutía mucho hasta que acabó dejándole. Se había casado poco antes de regresar a Cuenca en lo que tenía que haber sido un viaje vacacional de ida y vuelta.

DOS FAMILIAS UNIDAS
El destino fue cruel con las dos jóvenes y la tragedia unió para siempre a las familias de Laura y Marina, que volverán a verse en los encuentros previstos para estos días. “Cuando nos vemos, nos abrazamos porque tenemos el mismo dolor”. 

Ninguna de las familias tuvo, ni siquiera, la oportunidad de despedirse del cuerpo sin vida de las jóvenes, pues se las entregaron “en una caja precintada, sin poder verle la cara”, recuerda Chamón.

Aunque el funeral tuvo lugar por separado, el 14 de agosto de 2015, sus tumbas, en el cementerio Santísimo Cristo del Perdón de Cuenca, están contiguas. Nunca les faltan flores.

“TENGO QUE SEGUIR VIVIENDO POR LAURA, QUE NOS VE DESDE EL CIELO" 
Para María Chamón, vivir sin su hija Laura, que cumpliría 27 años el próximo 22 de octubre, no es sencillo. “Estamos aprendiendo a sobrevivir. Porque no soy valiente para dejar de respirar: tengo mi familia, una nieta, mi madre, dos hijas…” En concreto, Cristina, de 31 años, es su hija mayor, madre además de Elena, su nieta, que hará dos años en octubre. “Es la que nos da alegría, aunque lo pasamos mal al pensar en que, si la viera Laura, lo que disfrutaría con ella”. 

Su otra hija es Sonia, de 29. Se lleva año y medio con Cristina y tres y medio con Laura, pero era de esta última de quien era inseparable. “Salían juntas, viajaban…. En nuestra casa siempre ha habido mucha alegría: hablábamos, contábamos, cantábamos, nos íbamos a la playa... Con poco éramos felices”. 

Y tampoco hay que olvidar al padre, Fernando del Hoyo, que aunque está separado de María y en la actualidad vive en Valdemoro, donde cubre una línea de autobús, a menudo viene a Cuenca para ver a sus hijas y a su  nieta. “Es muy buen padre, una persona menos habladora, pero tiene su dolor. Estamos preparados para enterrar a los padres, y no quisiéramos nunca que se murieran, pero para enterrar a los hijos, y de esta manera, no está preparado nadie”, lamenta Chamón.

Para afrontar la vida día a día la madre de Laura reconoce necesitar de pastillas y atención  psiquiátrica. “Sin la medicación no sé lo que hubiese sido capaz de hacer”. Como trabajadora en Urgencias en el hospital Virgen de la Luz, estuvo de baja desde que desapareció su hija hasta marzo, cuando se reincorporó “pensando que iba a estar mejor”. Como Urgencias es un área “más dramática” le cambiaron a maternidad, pero “me entró una ansiedad tan grande que duré quince días. Me tuve que subir a la cuarta b, Psiquiatría, y me dijeron que no, que esto es un duelo muy grande y que con esta ansiedad no puedo estar trabajando, sino quedarme en mi casa, tranquila, pasear”.

Desconoce si podrá volver al hospital. De momento no lo ve. “A veces no tienes ganas más que de meterte en la cama y no levantarte. Hay veces que me levanto y digo: Dios mío, un día más, un domingo más, un cumpleaños, unas navidades más sin ella. Cada día estamos peor, sinceramente. Pero tengo que seguir viviendo por ella, que pienso que desde el cielo nos ve y nos ayuda: sin eso me hubiese vuelto loca”.

No descarta no obstante terminar yéndose a vivir fuera de Cuenca, al menos largas temporadas. “He pensado en vender el piso e irnos del barrio (Pozo de las Nieves), porque aquí hay muchos recuerdos: todavía veo las velas, la oigo, tengo el recuerdo de la tarde en que salió y me dijo ‘mama, me voy a tomar algo con Marina’. Parece que en cualquier momento vas a oír la puerta y va a venir, que la vas a ver con su moto, con el coche, con su perreta, a la que adoraba con locura”.

“SE LES ESCAPARON MUCHAS COSAS DE LAS MANOS"  
Por el momento, se desconoce la fecha del juicio a Sergio Morate, previsto en la Audiencia Provincial y con jurado popular. Pero se estima que podría celebrarse en el plazo de un año. El 6 de junio fue cuando el único imputado por las muertes de Laura y Marina, que permanece en la cárcel madrileña de Estremera desde su llegada a España el 6 de septiembre extraditado desde Rumanía, compareció por última vez ante la justicia en Cuenca, tras lo que fue formalmente imputado por dos delitos de asesinato, por cada uno de los cuales le podrían caer entre 15 y 25 años. A las puertas de los juzgados volvieron a concentrarse varios ciudadanos, entre ellos familiares de las víctimas, con pancartas pidiendo justicia.

Las peticiones de justicia de la madre de Laura han llegado, entre otros, a oídos del ahora ministro en funciones de Justicia y diputado por Cuenca, Rafael Catalá, que Chamón asegura que le dispensó un muy buen trató y le garantizó que estaban trabajando en ello. “Pero yo no quiero palabras, sino hechos”.

Y aunque muestra, en líneas generales, gratitud hacia la justicia y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, tiene claro que el asesinato de su hija se podía haber evitado de no haber permanecido Morate poco más de un año en la cárcel por un caso claro de violencia de género. “Lo sacaron cuando no tenían que haberlo hecho dados los antecedentes que tenía”.

Tampoco entiende como “la policía, sabiendo los antecedentes que tenía este tiparraco, la misma noche que denunciamos la desaparición, en vez de darnos a entender que sería un escapadita de fin de semana, no fue a Palomera a investigar, porque incluso lo podían haber cogido. Esa misma noche estuvo además con los perros cenando en Palomera. Se les escaparon muchas cosas de las manos”, lamenta.