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Urbanismo

La fachada del edificio Catalina, un “esqueleto” controvertido

Construida en 1935, sus defensores destacan su valor estético, que consideran da valor a la ciudad, y su importancia a “nivel local”
La fachada del edificio Catalina,  un “esqueleto” controvertido
Foto: G.D.
03/08/2019 - Gorka Díez

La fachada del edificio Catalina, en la calle José Cobo, se ha quedado ya como un esqueleto aislado tras el derrumbe de las dos pequeñas viviendas que estaban anexas a él.

Se trata de un paso más en las obras de derribo de este inmueble con casi un siglo de antigüedad (lo proyectó en los años veinte del pasado siglo el arquitecto Elicio González Mateo y quedó terminado en 1935) que se encontraba en un estado muy deteriorado y en cuyo solar se van a construir 27 nuevas viviendas con piscina que se espera que puedan estar terminadas en algo más de año y medio.

La fachada, hay que recordar, iba a ser derribada, lo que había sido incluso autorizado por el Ayuntamiento, pero el Gobierno regional optó por declararla a principios de este año Bien de Interés Patrimonial (BIP) ante la solicitud de un particular que destacaba que se trataba de una fachada modernista, a lo que hay que añadir una campaña de firmas en su defensa a través de la plataforma Charg.org o un informe técnico elaborado por una serie de arquitectos que respaldó la abogada y ahora también concejal en el Ayuntamiento por Ciudadanos Cristina Elena Fuentes.

Pero hay, desde el principio, voces que cuestionan el mantenimiento de esta fachada, y que, por lo fina que parece, dudan incluso de que su seguridad esté garantizada pese al enorme y pesado bloque de cemento y las numerosas sujeciones metálicas que lo rodean.

“Ahora que han quitado las dos casetas que tenía a sus lados, cada vez que paso por aquí la veo temblando”, dice un vecino.

“Sería más económico hacer un edificio totalmente nuevo: vale más el ajo que el pollo”, dice otro, que advierte de que la nueva vivienda tendrá que adaptarse al modelo de la fachada antigua, lo que condicionará y limitará sus posibilidades. Fachada además que tendrá que ser rehabilitada casi íntegramente dado su deteriorado estado.

Consideran, asimismo, que la vivienda podría quedar más atractiva con un diseño nuevo y actual.

Hay también quienes sostienen que en Cuenca “se han derribado fachadas mucho más interesantes” y que debería haber un criterio único que las administraciones mantuvieran siempre.

La fachada del edificio Catalina,  un “esqueleto” controvertido

DEFENSA DE SU VALOR

Son también muchos quienes defienden la fachada, entre ellos la persona que inició una campaña de firmas en su defensa a través de Change.org, Cristina Guardia, para quien el inmueble “constituye uno de los escasos ejemplos del modernismo en Cuenca, testigo de un tiempo y de un espacio urbano que pudo ser y, desgraciadamente, no fue, pero cuyo testimonio debería ser indispensable preservar a través de edificios tan notables”.

Otra voz experta es la de la arquitecta Carmen Mota, quien, en declaraciones recientes a la cadena Ser, destacaba algunos de sus elementos como “la rejería de la puerta de acceso, los miradores acristalados, el almohadillado de la fachada que caracteriza tanto a este proyectista, los arcos de medio punto o los ornamentos en cerámica vidriada, algunos de ellos con guiños chinescos”.

Y aunque es cierto que mantener la fachada encarecerá y retrasará el proyecto, esta arquitecta considera que es algo que dará valor tanto a las futuras viviendas como a la calle, que mantendrá su estética modernista.

"No estamos para tirar lo poco que tenemos"

También defiende su mantenimiento el historiador, recientemente elegido nuevo numerario de la Real Academia Conquense de Artes y Letras (Racal), Jesús López Requena, para quien aunque la fachada no es “reseñable” en comparación con el modernismo de otras ciudades españolas, sin ir más lejos Villa Nueva de la Jara, con muchos más inmuebles modernistas, sí lo es “a nivel local”, pues Cuenca, señala, es una ciudad en la que no ha habido una burguesía “potente” que haya hecho grandes edificios, de ahí el “aspecto provinciano” de calles como Carretería, a lo que añade el hecho de que tampoco ha sabido cuidar del patrimonio existente, lo que ha llevado a que se pierdan otros edificios modernistas “muy interesantes” como el del antiguo Teatro Ideal, a lo que añade otro tipo de inmuebles como una herrería de finales del XIX en la calle Antonio Maura o un antiguo molino junto al también desaparecido Club Serranía.

En este contexto, considera que “no estamos para tirar lo que tenemos, sino que hay que respetarlo”, convencido además de que el mantenimiento del patrimonio contribuye a “revalorizar las ciudades turística y socialmente”, como considera que se ha demostrado en ciudades como Cartagena o Lugo.