El número 8 de Obispo Valero: el inmueble habitado que quieren desalojar

Adentrarse en el número 8 de la calle Obispo Valero, en pleno centro del Casco Antiguo de Cuenca y de propiedad municipal, produce, cuando menos, desconcierto y perplejidad. Aunque se trata de un inmueble que por fuera presenta un aparente buen aspecto, con la fachada de un amarillo oscuro que no parece que fuera pintado hace un excesivo tiempo y rejas en las ventanas del primer piso, su deterioro es constatable desde la misma puerta de entrada, con un candado que no funciona. Cualquiera puede empujar y encontrarse con un portal en penumbra que lleva años acumulando polvo y suciedad. Un deterioro que también se aprecia en los buzones, que conservan las etiquetas medio borradas pero con los nombres todavía legibles de antiguos inquilinos. Y ya ni que decir en la escalera, empinada y con un posible riesgo de hundimiento. A mitad de subida, entre paredes desconchadas, hay una silla que invita a cualquier cosa menos a sentarse en ella. Y en el piso superior un carro de bebé y un tenderete con varias ropas, principalmente de niña, puestas a secar: señal ineludible de que la casa, pese a su estado, está habitada. 

Así nos lo confirma uno de sus inquilinos, que asegura vivir en ella desde hace siete años y tener una hija de quince años y otra de tres. Según su versión, al encontrarse sin hogar, el anterior alcalde de la ciudad le habló del inmueble y le animó a asentarse en él, algo que no obstante desmiente un exconcejal del PSOE consultado por Las Noticias, que asegura que el hombre utilizó el sistema de “la patada en la puerta” para instalarse en ella de forma ilegal.

Ocupación del inmueble

Sea como fuera, el caso es que el inmueble está ocupado. Por este hombre y su familia y, según él, a lo largo del resto de pisos, por otras cuatro familias, otra de ellas también con dos hijos menores de edad. Y él asegura no estar dispuesto a abandonar la casa por mucho que la Junta Local de Gobierno del Ayuntamiento aprobara el pasado lunes la “depuración y recuperación” de este inmueble para atender una petición de la directora del Museo de Cuenca y del Ministerio de Cultura, que consideran que contar con este edificio es indispensable para acometer la ampliación del Museo de Cuenca. Porque, aunque en una primera fase lo que está proyectado es reformar el número 10 de la calle Obispo Valero, anexo al 12 donde está ubicado el espacio museístico, argumentan que “sería muy importante disponer de todo el edificio de la manzana”, en palabras del primer edil, Ángel Mariscal, una petición que el Ministerio, propietario de un museo que gestiona el Gobierno de Castilla-La Mancha, ya había realizado hace años al Consistorio sin que se llegara a materializar dado el estado de ocupación del inmueble.

Su desalojo, realmente, no da la impresión de que pueda ser sencillo. Porque aunque el Ayuntamiento alegue que el inmueble es de su propiedad, lo cierto es que lo ha tenido abandonado durante al menos siete años, de ahí su estado. El actual alcalde apuntaba de hecho esta semana que los técnicos municipales le han advertido de su “riesgo de derrumbe”, algo que no se produce por sí solo de un día para otro.

De momento, ya existe además un precedente a favor de los inquilinos del inmueble, pues hace tres años un funcionario municipal al que el Consistorio había cedido una de sus viviendas denunció lo que consideraba una ocupación ilegal. Pero, al no poder demostrarlo, el acusado quedó absuelto en el juicio, de modo que sigue habitando el inmueble pese a ser consciente de sus deficiencias, pues entre otras cosas carece de agua corriente, por lo que para conseguir este recurso de primera necesidad es necesario bajar a la calle, a buscarla en una fuente próxima.

Búsqueda de soluciones

Con el fin de poder ceder el inmueble al Ministerio de Cultura para la amplicación del museo, el  primer edil ha anunciado que se reunirá próximamente con representantes del Gobierno regional “para ver si hay familias y qué solución se le puede dar”.

Este inquilino, que asegura haber subido “unas veinte veces” al Ayuntamiento para hablar con el alcalde “sin que nadie nos haya atendido y solo nos dieran largas”, asegura estar dispuesto a llegar a un acuerdo. “Estamos dispuestos a pagar algo, como todo el mundo, un alquiler social que se pueda ajustar a nuestras posibilidades. O a que nos realojen”. A lo que no está dispuesto es a ser desalojado sin otra alternativa qu