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El cine donde se citaban los novios

El cine donde se citaban los novios
16/11/2013 - G.D.

El cine visto en las salas ha pasado de ser la principal alternativa de ocio de los conquenses -sobre todo en la segunda mitad del pasado siglo- a convertirse en un elemento casi prescindible para la mayoría. Y las causas son varias y diversas. He aquí algunas de ellas: el elevado precio, la piratería que permite acceder a las películas en internet, el llamado cine en casa, el cierre de unas salas que proyectaban un cine alternativo al estrictamente comercial como los Multicines o la desaparición de un festival como Mujeres en Dirección, que además de proyectar filmes durante seis días estimulaba a seguir viendo cine el resto del año.


El hecho de que a los actuales Cines Ábaco de la capital se vayan a unir, a partir del próximo 22 de noviembre, los Multicines Odeón, que contarán con todas sus salas digitalizadas, ha levantado expectativas en la ciudadanía, pero unas expectativas comedidas, pues se entiende que, aunque el cine sigue gustando, la costumbre de verlo en las salas ha decaído, en buena parte por su alto precio en estos tiempos de crisis (en torno a siete euros). Además, para que un espacio de exhibición sea rentable hoy en día es necesario apostar más por un cine comercial  y estadounidense que por esas películas europeas y de otros continentes que el público para el que el séptimo arte es más una cultura que un entretenimiento suele demandar.


Con el periodista José Luis Muñoz como moderador, el pasado martes hablaron sobre cine el experto en cinematografía Gonzalo Pelayo, el director Juanra Fernández y el historiador local José Alfaro en un acto celebrado en la sede de la Real Academia de las Letras y Artes Conquenses (Racal). Y los tres coincidieron en que la audiencia ha descendido de forma brutal, en que el precio de las entradas es caro para estos tiempos de crisis y en que el futuro es incierto.

“En torno a 1960 llegó a haber unas cien salas en la provincia. Era la época dorada de los cines. Pero estos fueron desapareciendo y la demanda fue bajando a partir de los setenta. Ya en 1992, por ejemplo, en toda la provincia solo quedaba la sala Xúcar en la capital”, apunta José Alfaro, que tiene en imprenta un libro sobre la historia del cine en Cuenca que lleva por nombre ‘Cine de Cuenca, películas de papel’.


“Solo en la capital, hace cincuenta años, cuando la población entonces no llegaba a los 30.000 habitantes, había siete u ocho cines, y el Xúcar, que abrió en 1953, tenía aforo para 1.560 personas. Ahora la sala de más capacidad, si es que  la vuelven a abrir, es la cinco de los Multicines, con 360 butacas”, apunta por su parte Gonzalo Pelayo, que durante veinte años dirigió la Semana de Cine Español en Cuenca y fue miembro del consejo asesor de Mujeres en Dirección.


“Hace medio siglo todas las salas tenían su público, y no me refiero a dos, tres o cuatro espectadores, sino que en muchas sesiones se colgaba el cartel de no hay billetes”, añade. ¿La causa de este declive? “Que antes había películas muy comerciales de gran atractivo, cosa que yo ahora no veo, porque creo que se hacen filmes muy espectaculares pero de menos interés como ‘Batman 14’ o ‘X-Men’ que a mí al menos, a mis 71 años, no me interesan”, opina. Y a ello añade que “antiguamente tampoco había otros sitios adonde ir, como discotecas. Y los matrimonios fundamentalmente salían para ir al cine. Hoy en cambio hay más posibilidades de ocio”. Y añade a todo esto que el cine es caro: “No se puede cobrar diez euros por una entrada. Todo esto ha hecho que se pierda el hábito de ir al cine como un espectáculo colectivo, que las salas ya no sean el lugar donde se citan los novios”.


“Además de que en Cuenca quizá no haya la oferta que a muchos nos gustaría pese a contar con unas multisalas, tienen que poner precios más asequibles, porque los salarios están bajando y tenemos el porcentaje de paro probablemente más alto de la historia, con lo cual mucha gente no puede permitirse ir a ver una película. Cierto es que después de la Fiesta del Cine, que llenó las salas con entradas a 2,95, soy algo más optimista. Pero creo que entradas a cinco euros, quizá entre cuatro y cinco, sería lo correcto”, dice Juanra Fernández, director de ‘Para Elisa’, una película todavía en cartelera en algunos cines del país. Él está convencido de que, por mucho que aumente el número de ciudadanos que se descargan películas de la red, “si el acceso a las salas fuera más sencillo, muchos no sufrirían viendo esas películas de tan baja calidad”.


“Además de que hoy en día cualquiera puede tener en casa una pantalla de 40 pulgadas o de incluso sesenta, con mucha calidad para ver cine, las salas son muy caras”, cree Alfaro. Según sus datos, cuando abrieron los Multicines Cuenca, en 1992, la entrada valía 300 pesetas, “es decir, ni dos euros. Y hoy está a siete. Se ha multiplicado por tres veces y medio mientras que los sueldos ni de lejos han subido en esa proporción”. 

¿Y las razones de esta subida? “El IVA ha influido”, admite Fernández. Y Pelayo alude al hecho de que “los precios no los ponen los empresarios: los imponen las grandes multinacionales. Y a la Warner le importa poco si la gente de Cuenca va al cine”.


qué pasará

Se cierne así la incertidumbre sobre el futuro del cine. Para Alfaro, “estamos en un momento de transición, que no sabemos adónde va a ir, porque, pese a que los cines están en crisis, la gente ve cada vez más filmes que nunca a través de internet. Sobre todo, está por ver qué sucede ahora que las salas se van a digitalizar, un proceso en el que en España vamos retrasados precisamente por culpa de la crisis y que va a tardar en llegar a todos los cines, aunque en Cuenca parece que los Odeón van a abrir con todas sus salas digitalizadas. Esto pondrá en una situación muy incómoda a los Ábaco, a los que probablemente les quede poco tiempo y tengan que desaparecer necesariamente”.


La digitilazación de las salas, aunque exige una alta inversión, abaratará los costes, de transporte y de proyección, pero otra cosa es que eso se traslade a la taquilla. Y que los empresarios acepten exhibir un cine alejado de las cintas comerciales de EEUU.


“Se va a ver el cine de las grandes cadenas de distribución y poco español y europeo”, considera Alfaro. “El cine español no puede competir con el de fuera”, señala Fernández. Y Pelayo añade: “Si poniendo películas comerciales la gente tampoco es que vaya en masa al cine, calcula lo que pasaría con el cine europeo o español, siempre menos atractivo de cara al espectador que va al cine a pasar el rato”.