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Coronavirus

Cuenca se queda muda en el segundo día de cuarentena

Aumentan los pedidos a domicilio en pequeñas tiendas de alimentación. "Parece que la gente se está concienciando", dicen desde una farmacia
16/03/2020 - Dolo Cambronero

Día 2 del confinamiento, primer día laborable tras el estado de alarma. Es la prueba de fuego para ver cómo respondemos como sociedad, para ver si, el que puede hacerlo, se queda en casa. Aunque hay muchos empleados que no han tenido opción y debían acudir a sus puestos de trabajo para ponerse detrás de un mostrador y seguir despachando fruta o medicamentos o para transportar mercancía y garantizar el abastecimiento de productos de primera necesidad. “Parece que hoy, por fin, la gente se está concienciando de la situación. Viernes y sábado, nada”, aseguran desde la farmacia Escamilla, situada en el centro de Cuenca capital.

La mañana es muy gélida y llueve a ratos. Está nevando en la Serranía de Cuenca. Desde la calle, sin llegar a entrar a la farmacia, una mujer grita: “¿Os quedan mascarillas?”. En el intervalo de unos diez minutos, se repite la escena tres veces. Otra persona demanda guantes. “Es la pregunta estrella. Pero no hay”, explican los farmacéuticos, que han puesto una cinta de precinto para que la gente no se acerque demasiado al mostrador. Un hombre de 68 años, que va a por medicamentos para su hija, aguarda en la puerta para entrar cuando el establecimiento se vacíe.

Por las calles del centro, al igual que este domingo, sigue habiendo un ligero movimiento de personas, solas, la mayoría con bolsas. Pero la gente camina deprisa. Casi se nadie se para. Un coche de la Policía da vueltas por la zona. La parada de taxis sigue llena. En la frutería Hermanos Campillo, “han aumentado los pedidos a domicilio hoy”. Los dependientes atienden con mascarilla y guantes. “La gente está asustada pero, en general está concienciada”, considera Roberto, propietario de una tienda de alimentación que la semana pasada no daba abasto: “Trabajamos como nunca”.

En Panadería Alimentación Cervantes también están sirviendo pedidos a domicilio, sobre todo a personas mayores para que no tengan que desplazarse. “Hay gente concienciada pero también hay otros que no”, asegura un dependiente al tiempo que mueve la cabeza. “Esto va a ser una hecatombe. Vendemos mucho a bares y como ahora están cerrados…”.

En el mercado municipal, de los dos únicos puestos que se mantienen, solo ha abierto este lunes uno, la frutería. “La mañana ha estado floja”, cuenta el propietario, aunque reconoce que la semana pasada vendió un montón. Pide que estos días no tenga que pagar Una enfermera jubilada compra fruta. “No te lo acabas de creer pero esto es serio”, lamenta y añade, disgustada, que “se tendrían que haber tomado medidas antes”. “Tenemos que ser solidarios todos”, le contesta otra mujer.

Cuenca se queda muda en el segundo día de cuarentena

Enfrente del mercado, en Santander Consumer han trabajado esta mañana a puerta cerrada y por la tarde lo están haciendo desde casa. Ha llamado algún cliente pero cuentan que solo están resolviendo temas administrativos porque no se están cerrando operaciones: se dedican a financiar compras que ahora mismo no se están haciendo. “Se había vendido un coche y al final se ha echado para atrás”, dicen con una sonrisa triste.

En una carnicería del barrio Casablanca, cuentan que se están haciendo muchos encargos por teléfono e incluyo por WhatsApp y luego la gente viene a recoger la compra al establecimiento. “Está asustado todo el mundo”, reconocen. Un señor de 87 años ha ido a por algo de carne y, luego, irá a por tabaco. “Estoy solo. No me queda más remedio que salir”, relata, aunque asegura que después se va a casa.

Este lunes no ha venido mucha gente aunque “el pollo ha volado” pero viernes y sábado no pararon de trabajar. Cuentan que la gente empieza a respetar las distancias y se espera en la puerta si ya hay varias personas dentro. “Ha costado pero lo van haciendo”, explican.

Cuenca se ha quedado muda. Lo que más sorprende en la ciudad estos días es el silencio. Prácticamente no circulan coches y hay movimiento de personas solitarias pero nadie habla. Como mucho, se saludan a lo lejos con la mano. Ya nadie se acerca, nadie se toca, nadie se abraza. Pero en un balcón de la calle Fermín Caballero, una bandera con un arco iris invita a la esperanza: “Todo va a salir bien”.


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