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Solidaridad

Dos años de la guerra en Ucrania: las secuelas psicológicas de los refugiados

Desde el inicio del conflicto, Cruz Roja ha prestado en la provincia de Cuenca apoyo emocional a 159 personas procedentes de este país, entre ellos 46 menores
Dos años de la guerra en Ucrania: las secuelas psicológicas de los refugiados
Foto: Saúl García
24/02/2024 - Dolo Cambronero

Gran parte de los refugiados ucranianos que huyeron de su país tras el estallido de la guerra de Rusia y Ucrania han perdido seres queridos, propiedades y ahorros. Y dos años después del inicio del conflicto que arrancó el 24 de febrero de 2022, continúan pagando otro peaje más invisible pero que tiene gran impacto: las secuelas psicológicas, que engloban desde agotamiento emocional a tristeza, miedo, culpa del superviviente, estrés postraumático y cuadros de depresión y ansiedad, entre otras heridas.

Frente a esta situación, Cruz Roja ha puesto en marcha una campaña bajo el lema ‘Por la paz interior: la salud mental, el otro conflicto de las personas ucranianas’, con la que pretende sensibilizar sobre las heridas psicológicas que ha dejado la guerra y evidenciar la importancia de que se aborden de manera adecuada.

Desde el inicio de la crisis, la organización humanitaria ha ofrecido atención integral a los refugiados para cubrir sus necesidades básicas, asesorarles sobre aspectos jurídicos y sociales, facilitarles el aprendizaje del idioma y brindarles orientación laboral, entre otras cuestiones, sin dejar de lado tampoco el apartado emocional. En este ámbito, el servicio de atención psicológica del programa de Asilo de Cruz Roja ha prestado apoyo en la provincia de Cuenca a 159 ucranianos en estos dos años –sobre un total de 486 personas atendidas en este mismo periodo por el colectivo dentro de este programa y en otro proyecto de ayudas puntuales–. En el conjunto nacional, el número asciende a 2.436 ciudadanos, de los cuales 586 eran menores de edad.

DATOS DESGLOSADOS

En concreto, en el caso de la provincia de Cuenca han recibido atención de este tipo 84 mujeres, 29 hombres y 46 menores. Tras una primera valoración psicológica para establecer un diagnóstico inicial, si el caso lo requiere por el estado emocional de la persona, se hace un seguimiento y se refuerza la atención mediante entrevistas individuales o talleres grupales.

Estrés postraumático, síntomas depresivos, ansiedad y agravamiento de problemas de salud mental previos son algunas de las secuelas emocionales que ha dejado la guerra en las personas atendidas en Cuenca, explican Ana Belén Galarzo Martínez y Victoria Bermejo del Rincón, dos de las psicólogas que forman parte del programa de Asilo. A todo esto, añaden, habría que sumar el duelo migratorio y las dificultades de adaptación que afronta cualquiera que deja atrás su país y se separa de sus familiares y de su entorno, incluyendo también los problemas derivados del desconocimiento del idioma. 

“Cada persona enfrenta el proceso migratorio de manera diferente. Y dependiendo del país del que procedan, las dificultades también cambian”, puntualiza Galarzo Martínez. En el caso de los ciudadanos procedentes de Ucrania, la psicóloga cuenta que al principio se encontraron con casos de niños que cuando escuchaban ruidos fuertes, los asociaban con las bombas y “se asustaban y lo pasaban mal”.

Agotamiento emocional, tristeza, miedo, culpa, estrés postraumático y cuadros de depresión y ansiedad son algunas de las heridas psicológicas

En este sentido, recuerda la intervención que hicieron con un niño y su familia con el fin de revertir los sobresaltos que se llevaba el pequeño con los ruidos o cuando veía un avión pasar. “Fue un trabajo bonito”, señala.

En el caso de los menores, las dos profesionales detallan que se trabaja sobre todo a nivel grupal con talleres de gestión emocional para que conozcan las distintas emociones a través del juego y con el visionado de películas. Y si se detecta algún problema más grave, se buscan recursos externos para ayudarles a superar las dificultades.

CAPACIDAD DE RESILIENCIA

Tras el shock inicial con el que llegaban las personas refugiadas durante los primeros meses del conflicto, las psicólogas alaban la gran capacidad de adaptación que han demostrado la mayoría de personas refugiadas que han recalado en Cuenca. “Están aprendiendo muy bien el idioma, muchos están trabajando... Tienen una gran capacidad de resiliencia”, destaca Galarzo Martínez.

No obstante, también apunta al estrés continuo que sufren estas personas ante un conflicto que parecía que iba a durar menos pero que se está alargando en el tiempo. Con todo, desde el programa de Cruz Roja buscan aliviar el sufrimiento emocional de los refugiados y ayudarles a sanar las experiencias más traumáticas que hayan podido vivir por la guerra.     


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