Adiós al confitero Ruiz
Las decenas de conquenses que, como cada mañana, se acercaron el martes a desayunar en la Confitería Ruiz se la encontraron inesperadamente cerrada. Y con un aviso de cierre por la defunción, a los 99 años de edad, de su fundador, Virgilio Ruiz Palacios, hostelero muy querido en la ciudad que, procedente de Villanueva de la Jara, donde nació en 1915, un 4 de diciembre de 1951 puso en marcha esta emblemática pastelería y cafetería ubicada en plena Carretería que con su oferta de cafés, tartas, pastas y bebidas, su amplia barra, sus cómodas butacas del fondo o ese mural de Víctor de la Vega en homenaje a los confiteros que parece presidir el local lleva dando dulce y cobijo a miles de familias conquenses durante seis décadas y media.
Hasta el último día de su vida, el lunes, Virgilio Ruiz estuvo, como cada mañana, sentado en su mesa, la primera por la izquierda, desde donde solía saludar y era saludado por sus clientes, mayoritariamente fieles, mientras leía la prensa; una presencia que muchos ya han empezado a echar de menos. “Siempre estaba sentado en su mesa con su eterna sonrisa, hablando quedo, con voz baja, sin enfadarse. La gente iba y le contaba sus cosas y él, aunque hablaba poco, contestaba a todo y sonreía”, apunta el escritor Raúl Torres, fiel cliente de Ruiz.
El que fuera director de la Real Academia de la Lengua Española, Fernando Lázaro Carreter, el Premio Cervantes Dámaso Alonso, el columnista César González Ruano o el torero Luis Miguel Dominguín se encuentran entre quienes hicieron un alto en el camino en un local que sirivió y sirve de tertulias y que también ha acogido a conquenses ilustres como Federico Muelas, Carlos de la Rica o Enrique Domínguez Millán. En 2007 este hostelero que empezó el negocio con apenas seis empleados y que en los últimos años daba trabajo a una veintena de personas recibió la Medalla de la Cámara de Comercio de Cuenca, un merecido reconocimiento que recuerda el actual presidente de la institución cameral, Félix Aceñero.
“La Confitería Ruiz es una referencia en nuestra ciudad al frente de la cual Virgilio ha estado prácticamente hasta el final de sus días, intentando agradar al máximo a todos los clientes que pasábamos por allí. Es un hostelero que vino a Cuenca con toda la ilusión del mundo de su pueblo, Villanueva de la Jara, y su ilusión ha sido sobradamente recompensada al ver el reconocimiento que ha tenido en toda Cuenca y fuera de aquí”, considera Aceñero, que, también, destaca la capacidad de Ruiz para mantener a flote el negocio en los últimos años, de crisis económica, “sacando siempre nuevas cosas, innovando, haciendo que todos disfrutáramos de sus productos”.
Aunque la pérdida de esta persona “humilde, sencilla, agradecida” es “irreparable”, Aceñero destaca que su familia se haya hecho con las riendas de un negocio que confía en que siga siendo un referente por muchos años.
“Virgilio era un gran empresario y una persona entrañable. Que una persona lleve tantísimos años en la hostelería ya indica muchas cosas”, apunta por su parte José Luis Zorita, presidente de la Agrupación Provincial de Hostelería y Turismo de Cuenca, que transmite sus condolencias a la familia del que era, recuerda, uno de los asociados más antiguos.
Emotivo recuerdo
La nota más emotiva llega de mano de uno de sus nietos, quien esta semana escribía en la página web de la Confitería Ruiz unas palabras en recuerdo de su abuelo: “Su muerte nos deja su paz infinita en la batalla de vivir un siglo aunque no lo haya visto cumplido. (…) Tú que has sonreído cuando la muerte no era solo un acecho ni un acercamiento de esos muchos que has tenido en tus 99 años, cuando sabías que aparecía de verdad has sabido sentir el cambio hacia lo desconocido con un sentimiento feliz”.
