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Bella iniciativa en Buendía, villa medieval de maravillosos parajes

Bella iniciativa en Buendía, villa medieval de maravillosos parajes

20/06/2022 - Miguel Romero

La Red de Vigilantes Marinos han conseguido retirar más de cuatrocientos kilos de residuos de los fondos del río Guadiela, afluente del Tajo, en una actividad bien organizada en la que dieciséis buceadores han limpiado y sacado a la luz, basura y objetos curiosos.

Los dirigentes del proyecto Libera, iniciativa de SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes han sido los encargados de realizar esta actividad ecológica, ejemplar en su significado y efectiva en su ejecución.

No hay duda que nuestra naturaleza, dañada por la mano del hombre en un alto porcentaje, cada más agravado, necesita urgentemente de estas iniciativas que además sirvan de ejemplo y valor educativo para que las futuras generaciones que serán las que tengan que provocar una vida mejor, puedan aprovechar como ejercicio de valores de futuro.

Buendía es un lugar maravilloso, con una naturaleza privilegiada y quizás poco conocida, envuelta en parajes de encanto alrededor del río y entre vallejos y montañas de especial valor ecológico. Las famosas Caras de Buendía, la ermita de su particular Virgen, entre pantanos y pinares, al lado de lo que pudo ser la Recópolis de investigadores arriesgados, entre murallas y puerta fortificada que le hacen ser uno de los lugares más bellos de la provincia. La Botica, su parroquial, su plaza porticada y todo cuanto un pueblo de rico pasado histórico puede ofrecer.

El paisaje supera los límites de la realidad cuando te acercas a este lugar. Sin descanso, puedes ascender a las elevaciones de la Sierra de Enmedio, situada en la mitad de dos hermosos ríos, Tajo y Guadiela, históricos por su recorrido. Sigues el camino entre enebros, romeros, bojes, marañas, algunos pinos y robles, esparto, salvias e hierbas medicinales. Es otra naturaleza, sin parangón, cruzada, a mitad de camino entre la realidad y la fantasía. La Virgen de los Desamparados, ubicada en eso que ellos llaman, orgullosos, El Sitio, ahora recién restaurado con precioso recubrimiento y aderezo: un paraíso.

Buendía nace y crece en tiempos antiguos. Si los romanos ya quisieron estar por encontrar riqueza en todo su entorno, los visigodos hicieron su reino, al compás del poder de un entorno digno de privilegio. Antes o después, todo se reabre en parajes de sello ancestral, poderoso el lugar, religioso y económico. Los cerros de Huete o la Sierra de Cuenca, a un lado y al otro, en medio, el Real sitio de la Isabela, ¡cuánto podría decirnos cada huella de este lugar! A tiro de piedra, el monte de Anguix y a camino, el célebre convento de carmelitos descalzos del desierto de Bolarque: reposo y oración.

Lugar de moros fue reconquistado en el mismo siglo que la gran parte de la meseta: el final del XII. Tropas de Alfonso VIII, el sobrino del Cid Alvar Fañez o los Santiaguistas, hicieron ensayos de conquista durante varios intentos y al final, un día especial, tal cual ese día del Corpus Christi, se toma esta villa amurallada, por eso toma el bonito nombre de Buen Día.

Ahora, en tiempos modernos, con iniciativas como la de limpiar de basura el cauce de su río, nos viene a cuento, eso de reclamar en bella palabra escrita sus excelencias como villa, como lugar, como entorno natural inimaginable. Y ahí quiero llegar, a sus murallas vistas desde el Boleo, a su puerta del Sol y Rollo nuevo, a su Arco de la muralla o castillo, a su plaza de Arriba o de la Constitución, a la Cámara del Duque, aquella que perteneciese al Duque de Híjar y luego vendiese a un Adanez, la Plaza de Abajo donde se celebran sus fiestas patronales, el palacio de la duquesa de Aliaga, abuela de la actual duquesa de Alba, ¡cuánta nobleza¡, la parroquial dedicada a la Asunción con su sacristía, su capilla de los condes, aquellos Vázquez de Acuña, el campanario con aquella Zumbona que tanto tildaba, la Virgen con el niño de marfil, el Pósito o Tercia, el reloj de sol, la antigua botica, el bello paraje del Sitio con su virgen acostumbrada a cuidar a todos los caminantes, por tierra y agua, las ermitas desaparecidas y como colofón, la ruta de las caras, ese maravilloso conjunto de arte y naturaleza, donde dieciocho excelsas esculturas avivan la fantasía del más completo trabajo de un artista, Eulogio Reguillo, imaginario, especial, en ese camino de la Peña Alta, Beethoven, la Moneda, la muerte, el paloteo, el Brujo, Arjona, la Dama del pantano, la Virgen y así, una tras otra, en un inverosímil e imaginario mundo de la belleza compartida entre la mano del hombre y la mano divina. 

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