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Soy un masón

23/05/2017 - N.Lozano
A lo largo de la historia se la ha llegado a identificar con una secta, una organización satánica, un grupo dedicado a la magia negra, guarida de conspiradores o depositaria de los poderes templarios.  Alrededor de la Masonería se ha ido tejiendo una leyenda negra que poco a poco va dejando atrás en el siglo XXI gracias a una línea más aperturista. 

Un ejemplo es el ciclo de Conferencias que se están celebrando en la UIMP de Cuenca bajo el título ‘Masonería, 300 años de Historia’, organizadas por el Ateneo. La próxima, el 16 de junio, tratará sobre ‘Aspectos iniciáticos y simbólicos de la Masonería’ a cargo de Guillermo de Miguel, maestro masón de la Gran Logia de España. En septiembre del año pasado, en el marco del festival de arquitectura Open House Madrid, más de un centenar de edificios, tanto público como privados, se abrían al público durante un fin de semana, algunos por primera vez, como la sede de la Gran Logia de España. Fue el lugar más visitado.

Perseguida tradicionalmente por la Iglesia, se da la circunstancia de que en la actualidad la mayoría de masones españoles se declaran católicos. Y es que la Masonería es una orden filantrópica que persigue conseguir una sociedad mejor a través del perfeccionamiento interior de cada uno de sus miembros.   Una sociedad secreta cuyos orígenes se remontan a los francmasones, aquellos obreros medievales que construyeron las grandes catedrales sirviéndose de herramientas sencillas como  la escuadra, el compás, la plomada, el cincel, el mazo y, por supuesto, la piedra en bruto. 

La Masonería moderna, cuyo punto de partida se sitúa en 1717 con la creación de la Gran Logia de Londres, de la que se cumplen ahora 300 años, convirtió estos útiles en sus símbolos en una metáfora de cómo la humanidad se puede elevar, se puede pulir, a través del trabajo de cada uno de sus miembros. 

La Gran Logia de España, que es una especie de central de la que parten el resto de logias provinciales y locales, aglutina a más de 4.000 masones.  De ella dependen los dos únicos que hay en Cuenca. Esta provincia es de las pocas del país que no tienen logia propia, al no llegar al mínimo de miembros necesario (7).

Lorenzo Daponte- utiliza un pseudónimo para esta entrevista- es uno ellos. Prefiere mantener su identidad en secreto “porque existen aún muchos prejuicios sobre lo que es la Masonería y mucho desconocimiento”, aunque se siente muy orgulloso de serlo y toda su familia y sus amigos cercanos conocen su pertenencia a esta institución. Bromea diciendo que “como ves, no tengo cuernos ni tridente, ni soy un conspirador”. 

Por su afición a la historia siempre le había interesado y atraído este tema. Hace siete años decidió ponerse en contacto con la logia Aleph de Toledo, a la que pertenecen la veintena de masones que hay en Castilla-La Mancha, para pedir formar parte de la misma. Tuvo que mandar un escrito explicando los motivos y someterse a varias entrevistas o aplomaciones por parte de maestros masones. 

Finalmente fue aceptado e hizo el ritual de iniciación, al que se accede con los ojos tapados para terminar destapados “porque se te concede simbólicamente la luz”. Una ceremonia teatralizada que tiene también sus momentos caballerescos “ya que prometemos defender las instituciones democráticas”.  Por eso todas las dictaduras han considerado enemigo número uno a la Masonería y han creado mitos muy negativos sobre ella. Tras pasar por los grados de aprendiz y compañero, alcanzó el último, que es el de maestro.

Sobre el secretismo que envuelve a la Masonería, señala que “más que secreto yo hablaría de discreción. Cualquier camino iniciático exige cierta reserva a la hora de transmitir los conocimientos. Pero hoy en día se puede encontrar el ritual de iniciación completo en Internet. Lo que no se va a entender es la esencia de esas palabras porque no se ha iniciado ese camino. Es como si un amigo te habla de una paella por teléfono. La vas a visualizar o imaginar pero no la puedes disfrutar en toda su esencia. El secreto de la Masonería es que no tiene secretos”.

Sin dogmas
Para ser masón el requisito principal es ser hombre de buenas costumbres, como ya se afirmaba en el siglo XVIII, tener inquietud y ganas de aprender y, claro está, comulgar con los ideales de la Masonería de igualdad, libertad y fraternidad. Una vez dentro del templo no hay clases, todos los miembros se consideran igual, desde un presidente del Gobierno a un fontanero. Al contrario de lo que pueda parecer las cuotas mensuales oscilan entre los 15 y 30 euros, según la logia.

Tampoco hay dogmas, y de hecho hay miembros de todas las religiones. Eso sí, para salvaguardar la armonía en las reuniones masónicas se prohíbe hablar de religión y política. Sí se exige la creencia en un ser sobrenatural al que se denomina Gran arquitecto del Universo, ya sea Dios, Alá o Buda. 

Lorenzo Daponte ha pensado muchas veces en ‘salir del armario’ y dar a conocer su identidad. Le echa para atrás el juicio público, como ya le ocurriera al político Jerónimo Saavedra, a quien el parlamento canario le pidió explicaciones cuando dijo en los medios que era masón.

En su caso, la Masonería le ha servido como un método de trabajo y superación “para afrontar lo que quiero en la vida, a desechar lo superfluo e ir a la esencia de las cosas, a valorar la armonía del universo, respetar al ser humano y desarrollar un fuerte sentimiento de fraternidad. No es un camino exclusivo, es uno más por el que se opta libremente”.  Por eso, cree que el catolicismo contemporáneo no debería verlos con malos ojos, sino como un complemento de ese camino personal de cada uno para hacer una sociedad mejor. “Los mandiles, las espadas o los collares que nos ponemos es parte del ritual, pero lo importante es la proyección que tiene cada masón en el día a día”. A aquellos que les acusan de ser una secta, explica que la primera gran diferencia “es que aquí es más difícil entrar que salir, no estamos sometidos a sumisión, ni dogmas, ni líderes y tenemos prohibido hacer proselitismo”. También desmiente a aquellos que dicen que no tiene sentido. “Cualquier método que busque la perfección del ser humano no puede ser algo trasnochado nunca”, precisa. 

Masones célebres
Sobre lo que a efectos reales aporta a la sociedad la Masonería, hace una apreciación: “es una escuela de formación, lo que importa es lo que cada masón da de sí mismo”.

Basta entonces con citar a algunos masones y masonas célebres para valorar su alcance en determinados campos: Clara Campoamor; Ramón y Cajal, Fleming, Darwin, Chaplin, Cantinflas, Antonio Machado, Churchill, Roosevelt, Conan Doyle, Walt Disney, Freud, Houdini, Beethoven, Mozart, Bach, Casanova  o Louis Armstrong. Gracias a iniciativa de un masón se crearon la Cruz Roja o los Boy Scouts y algunos de ellos fueron requeridos como asesores en el proceso de fundación de la Unión Europea. En la actualidad, un gran porcentaje de lo que recauda cada logia por la cuota de sus miembros se destina a obras benéficas y ONG’s.

La aportación de Daponte a Cuenca ha sido muy importante desde el punto de vista cultural. Pero para conocerla habrá que esperar a que algún día se decida a desvelar su identidad.