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Cáritas

Ropacor: quince años ofreciendo ropa económica y digna

La tienda de Cáritas renueva cada día su oferta con entre 80 y 100 nuevas prendas que se pueden adquirir a muy reducido precio. Se trata de ropa de segunda mano pero en buen estado.
Ropacor: quince años ofreciendo ropa económica y digna
Este recurso ubicado en la planta baja del edificio de Cáritas está abierto de 9.30 a 13:00 horas y de 17:00 a 19:00 horas.
16/11/2017 - G. Díez

Quince años lleva funcionando en Cuenca el proyecto Ropacor, cuyo reclamo principal es una tienda de ropa de segunda mano ubicada en el edificio de Cáritas Diocesana en la que se pueden adquirir todo tipo de prendas (vestidos, pantalones, faldas, camisas, zapatos) e incluso algunos juguetes a un precio muy reducido, a lo que hay que añadir un taller donde toda esa ropa se limpia, plancha y etiqueta, una actividad que cada año da trabajo a personas con dificultades de inserción laboral.

“Tradicionalmente en Cáritas siempre hemos trabajado con ropa, la gente la traía y aquí se distribuía entre quienes la necesitaban, pero hace quince años vimos necesario un cambio en el proceso de recogida y selección”, cuenta Trinidad Valles, responsable de un recurso al que el Gobierno de Castilla-La Mancha anunciaba el pasado verano que incrementará su subvención en algo más de 7.000 euros anuales.

Tras década y media de andadura, Ropacor cuenta en la actualidad con un amplio equipo humano del que forman parte doce voluntarios, todas mujeres, una terapeuta ocupacional y una responsable, a lo que hay que añadir un grupo de diez personas en situación de exclusión social que durante seis meses trabajan en él gracias a una beca de 200 euros mensuales al tiempo que se forman en materias como costura, confección de jabón o lengua castellana en el caso de los extranjeros.

Trabajo, desde luego, hay, ya que cada día llegan multitud de nuevas prendas (sobre todo en los meses de “cambio de armario” como mayo o septiembre) y lo primero que hay que hacer es seleccionar aquellas que estén bien, que no suele ser la mayoría. “Aunque hay una parte que sirve, una gran parte no”, advierte Valles. Porque para que la ropa que la gente dona a Cáritas pueda ser utilizada por otra persona tiene que estar de moda y encontrarse en buen estado. “La mejor medida es uno mismo: aquí solo tiene cabida esa ropa que uno mismo se podría seguir poniendo o que considera que se la podría poner un primo o un hermano”.

Se pueden adquirir camisetas, pantalones o faldas por una media de entre 0,50 céntimos y 3 euros

La ropa que se considera que está bien es así limpiada, planchada y etiquetada antes de ser bajada a la tienda, donde prima la oferta dirigida a mujeres. “A nosotras nos gusta mucho cambiar, tenemos un armario más grande, mientras que los hombres en general apuran la ropa mucho, de modo que cuando la traen aquí ya está muy gastada”, señala Julia Cuenca, monitora de los talleres de Ropacor.

También, hay mucha de ropa de niño que no se puede aprovechar, con manchas y descolorida, y es igualmente complicado encontrar zapatos en buen estado “ya que es una prenda que al final la gente termina gastando mucho”.

La ropa que no cumple unos mínimos es trasladada no obstante a la fundación El Sembrador, de Albacete y también perteneciente a Cáritas, donde la reciclan convirtiéndola en trapos u otros utensilios.

cien prendas nuevas al día

No obstante, siempre hay ropa y complementos que superan la prueba y se ponen a la venta, hasta el punto de cada día la oferta de la tienda se renueva con entre ochenta y cien nuevas piezas. Y la demanda es aún superior, con una media de entre 150 y 200 prendas por día. A ello anima el precio, ya que muchos productos se pueden adquirir por entre 0,50 céntimos y 2 euros. “Luego abrigos de invierno pueden oscilar entre tres y cinco, los más buenos. Y también tenemos trajes de comunión y de novia. Estos últimos, en buen estado, suelen costar unos 30 euros. Y se venden”, cuenta su responsable.

Que los productos tengan un precio es algo que consideran fundamental porque “nos da dignidad y permite funcionar como una tienda normal donde la gente viene, mira, se prueba algo, compra y se lleva el ticket para poder cambiarlo”. Además, se trata de un dinero que “revierte” en las personas becadas, “que de esta forma tienen una contraprestación por su tarea”, hace hincapié Valles. Existen además excepciones para quienes no tienen recursos, que a través de Cáritas pueden acceder a vales canjeables por ropa.

La mayoría de los clientes son gente con pocos recursos. Pero también hay mucha gente comprometida con el medio ambiente que prefiere aprovechar la ropa ya fabricada, universitarios y muchas mujeres aficionadas a tejer o al patchwork que “buscan un pantalón al que luego añaden un abalorio, de modo que se hacen otro. O transforman una camiseta básica en una camiseta personalizada”, apunta Cuenca.