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Ganadería en Cuenca

Trashumancia en camiones por miedo a contagiarse de COVID-19

Los hermanos Cardo han trasladado este año sus más de 1.700 cabezas de ganado en trailers, desde Mestanza (Ciudad Real) hasta Vega del Codorno
Trashumancia en camiones por miedo a contagiarse de COVID-19
Los hermanos Cardo han realizado el traslado de su ganadería desde Mestanza a Vega del Codorno en cinco camiones, dos el miércoles y los tres restantes este jueves. //Foto: Claudia Cardo
17/06/2020 - Miguel A. Ramón

Cañadas Reales, como las de Rodrigo Ardaz, Soriana Oriental y Conquense o los Chorros, no han visto rota su habitual tranquilidad y sosiego en la segunda quincena de mayo y primera semana de junio por el paso del ganado trashumante en busca de pastos frescos desde las tierras cálidas de Jaén o Ciudad Real.

Y es que la ganadería de trashumancia no ha sido ajena a la pandemia de la COVID-19 y el temor a un contagio en pleno traslado, que pondría en peligro su cabaña, ha hecho que ganaderos conquenses, como los hermanos Cardo, de Vega del Codorno, o Gratiniano Usero, de Las Majadas, así como los turolenses, de la Sierra de Albarracín, no hayan querido arriesgarse a trashumar a pie, como vienen haciendo año tras año desde hace mucho tiempo, y hayan optado por acometer el regreso a sus respectivos pueblos de origen en camiones.

Antonio y Juan Manuel Cardo y la hija de este último, Claudia, recorrieron a pie el pasado mes de noviembre, junto a sus más de 1.700 ovejas, los 400 kilómetros que separan su pueblo, Vega del Codorno, de la localidad ciudadrealeña de Mestanza, en pleno Valle de Alcudia, en busca de pastos con que alimentar a su ganado durante los crudos meses de invierno, en los que se ve sumida La Serranía conquense.

Una tradición familiar que viene pasando de generación en generación y con la que estos dos hermanos, de 56 y 55 años de edad, vienen cumpliendo año tras año. “A los 15 años bajé por primera”, recuerda Antonio, quien explica que “desde entonces hemos trashumado año tras año con nuestro ganado, unas veces en tren, otras en camión y en los últimos once años a pie, como se ha hecho toda la vida”.

LOS CAMBIOS POR LA COVID-19

Pero este año las cosas han cambiado y el regreso a Vega del Codorno lo han hecho esta misma semana en cinco tráiler, con 350 ovejas cada uno, reduciendo a un solo día la duración de este regreso, que a pie les hubiera supuesto unas 23 jornadas, a razón de 18 kilómetros cada día, más o menos, partiendo a mediados de mayo para llegar en estas fechas, a principios de junio.

“A parte de suponer un sobrecoste, no es lo mismo”, lamenta Antonio, al tiempo que deja claro que “no nos ibamos a arriesgar, porque imagínate que en pleno trayecto nos contagiamos alguno de los tres y tenemos que guardar la cuarentena”. En ese caso, se pregunta “¿qué pasaría con el rebaño? ¿Dejamos solas a las ovejas por ahí y que se coman los cultivos? Por supuesto que no. No lo podíamos permitir, de ahí nuestra decisión, muy a nuestro pesar”, declara.

Trashumancia en camiones por miedo a contagiarse de COVID-19

Todo ello, sin olvidar, que “no todo el mundo vale para esto”, puesto que “no solo tiene que saber manejar el rebaño, sino también conocer las veredas por donde ir y cada vez somos menos”.

Situación que se complicó más aún cuando desde la Asociación Trashumancia y Naturaleza les dijeron hace unos meses que no podían proporcionarles voluntarios que les ayudaran a trashumar de regreso a su pueblo, aunque a finales de mayo les comunicaran que ya podían; “demasiado tarde”, puntualiza. En fin, con ese escenario, “todo eran inconvenientes y no quedaba otra solución”, insiste.

Esquileo más caro

Pero las consecuencias de la pandemia para estos ganaderos conquenses no se han reducido exclusivamente a esto, sino que han ido más allá.

Sin ir más lejos, el Estado de Alarma por la COVID-19 también se ha hecho notar a la hora del esquileo. El cierre de fronteras ha impedido que, como en otros años, pudieran venir esquiladores desde Rumanía para hacer la temporada, lo que ha complicado bastante las cosas para encontrar a profesionales que esquilaran a las ovejas. 0“Nosotros, después de mucho buscar, pudimos contactar con unos rumanos que casualmente la pandemia les había pillado en Murcia, pero, eso sí, hemos tenido que pagar el esquileo más caro que otros años, sin olvidar que no lo han hecho hasta principios de mayo, cuando normalmente se suele llevar a cabo a mediados de abril”, detalla Antonio Cardo.

VACUNACIÓN MÁS TARDE

Retraso que también se dio en la vacunación de las ovejas contra la lengua azul; algo, según recalca, de obligado cumplimiento para poder trashumar.

La veterinaria, que, en esta ocasión, se desplazó desde Madrid, no lo hizo hasta la segunda mitad del mes de mayo por las restricciones existentes en estos momentos en cuanto a los desplazamientos. “El caso es que todo se ha ido trastocando y cada día era una cosa nueva; y por si eso fuera poco el precio de los corderos se desplomaba en plena pandemia”, señala, al tiempo que recuerda que “en ese periodo hemos vendido medio millar de corderos bastante más baratos que el año pasado, perdiendo en torno a 10 y 12 euros por cabeza”.

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Tan solo le reconforta que el hecho de que este año se está experimentando una primavera totalmente excepcional, con bastantes lluvias y unas inmejorables temperaturas, que se han convertido en gran cantidad de pastos, lo que, en opinión de este ganadero conquense, “no veía una igual desde hacía, por lo menos, veinticinco años”. Algo a lo que, según remarca, no ha sido ajena La Serranía conquense, lo que les viene a garantizar durante las próximas semanas que sus ovejas dispongan de pasto abundante.

De hecho, las 1.700 ovejas de los hermanos Cardo ya están en Vega del Codorno, donde tienen dos fincas, El Cañaveral y Las Hontanillas, y donde permanecerán hasta cuando llegue el otoño y con él el momento de emprender de nuevo esos 400 kilómetros a pie con destino a las tierras más cálidas del Valle de Alcudia y garantizar así a su rebaño pastos frescos durante el invierno y la primavera.

Y es que lo tienen muy claro y, si no hay inconveniente, los Cardo esperan poder mantener esta tradición y hacer la trashumancia a pie, como vienen haciéndolo desde hace más de una década, y volver a recorrer la Cañada Real de Rodrigo Ardaz, la Cañada Real Conquense o la Cañada Real Soriana Oriental en dirección al Valle de Alcudia. Una tradición que, aunque cada vez sea más minoritaria, se resiste a desaparecer y dos veces al año recobra un protagonismo especial formando parte del paisaje castellano-manchego.

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