Huerta de la Obispalía teje lazos de convivencia
60 metros de calle. Ocho meses de trabajo. 650 mandalas de ganchillo. 800 ovillos de lana que suponen 280.000 metros de hilo. 20 mujeres. Y una ilusión: tejer lazos de convivencia entre ellas, al tiempo que tejían un toldo para engalanar una de las calles del pueblo. Es el proyecto que han desarrollado, desde septiembre del año pasado, un grupo de mujeres de Huerta de la Obispalía encabezado por su alcaldesa, Gema Rubio, y con el apoyo del Ayuntamiento de la localidad.
“Desde el Ayuntamiento llevamos ya varios años, especialmente en esa última legislatura, desarrollando actividades pensadas para mantener a los vecinos conectados, tanto a los que residen en el pueblo como a quienes, por sus circunstancias, viven fuera pero siguen teniendo lazos con Huerta” explica la primera edil.
Estas actividades, en las que las personas mayores suelen ser el foco de atención – tanto porque constituyen el grupo de edad mayoritario en el pueblo, como por convicción del equipo de Gobierno local – incluyen desde la instalación de un árbol de Navidad con chocolatada o la celebración de una modesta cabalgata de Reyes con regalos para todos los abuelos, hasta fiesta de Carnaval, Halloween, talleres varios y otras actividades de convivencia.
Dentro de ese programa, que “tiene muy buena acogida” asevera la alcaldesa, y que “intentamos que sea para todos los grupos de edad y para todos los vecinos, queríamos desarrollar alguna iniciativa en la que participaran las mujeres del pueblo y que tuviera también un componente de recuperación de la artesanía y las tradiciones que ellas han hecho y transmitido toda la vida y que son seña de identidad de Huerta”.
Así, pensando y buscando, optaron por recuperar la tradición del ganchillo, que en Huerta “es una manualidad que siempre ha tenido mucho arraigo, se ha enseñado de madres a hijas y de abuelas a nietas e incluso hace años, cuando teníamos Asociación de Mujeres, hicimos una exposición de manualidades y trabajos artesanales en la que el ganchillo fue protagonista”. Entre todas las opciones, Gema propuso un toldo de ganchillo, construido a partir de mandalas individuales. “Consulté con dos mujeres del pueblo que son expertas en hacer punto, Maribel y Mari Santi. Les pareció buena idea y, sobre todo, realizable, y desde el Ayuntamiento nos lanzamos a la aventura”.
El proyecto se planteó formalmente en septiembre del año pasado. En estos ocho meses de duración, las mujeres han puesto su trabajo, ilusión y talento. El Consistorio, los materiales y la estructura necesaria para desarrollar el proyecto. “Teníamos algunos factores en contra” reconoce la alcaldesa: “Estar lejos y en diferentes ciudades, que el ganchillo no es una manualidad sencilla, que no todo el mundo tiene la misma disponibilidad de tiempo, circunstancias personales complicadas de algunas de las participantes… Y que, en realidad, en el pueblo somos pocas personas. Huerta es un pueblo pequeño, con poca gente viviendo en él”. Sin embargo, “nos organizamos a partir de un grupo de whatsapp y así, con inconvenientes y todo, 20 mujeres han participado en esta iniciativa y la hemos sacado adelante” expresa Gema, con orgullo por sus vecinas.

El proyecto, al detalle
En la elaboración del toldo han participado 20 mujeres de todas las edades, que han tejido 650 mandalas, todos diferentes, para cubrir la extensión de 60 metros de la calle en la que se ha instalado. “Desde el principio pensamos en un toldo, aunque no teníamos claro dónde instalarlo, porque la configuración de las calles del pueblo es peculiar, con mucha variación de altura en los edificios” explica la alcaldesa. Finalmente, se decidieron por la calle de la Fuente por dos motivos: porque es una de las dos vías que forman la y griega de entrada al municipio y porque es zona de paso de las procesiones, uno de los principales eventos de la vida en la localidad. Además, esta calle une la entrada del pueblo con la plaza.
Los mandalas, de alrededor de 60 centímetros de diámetro, van montados en aros de metal, que después se han unido en filas de cuatro, hasta cubrir la extensión de la calle. Rubio cuenta que “al principio propuse que fuesen todos iguales, en distintos colores, pero las mujeres no estuvieron de acuerdo, porque es un grupo muy heterogéneo, con diferentes niveles de ganchillo, y prefirieron libertad para que cada una pudiera hacerlos como mejor supiera. Y ha sido un acierto” asegura.
La variedad de diseños “es muy grande, hay desde los más complejos a los más sencillos, y combinados quedan muy bien. En internet hemos visto muchos toldos en estos meses, pero podría asegurar que no hay ninguno como el que hemos hecho en Huerta: las mujeres han sacado toda su creatividad, hay verdaderas obras de arte. Todas han dado lo mejor de ellas y eso se nota en el resultado final” afirma con orgullo.

En el proyecto han participado tanto mujeres que tienen relación directa con el pueblo, bien porque viven allí, porque nacieron allí y emigraron o porque su familia procede de Huerta, como mujeres que están relacionadas indirectamente, a través de amistades, y a las que la idea les gustó tanto que “han querido poner su granito de arena o, en este caso, sus metros de lana en forma de mandala”.
Además, afirma la alcaldesa, la actividad ha supuesto una terapia para muchas de las participantes: “Por ejemplo, una de las mujeres es una señora muy mayor, con problemas de demencia, para quien hacer mandalas ha sido una forma de estar mejor y mantenerse ocupada y con la cabeza centrada. También hay algunas participantes con problemas de depresión que nos han dicho que había supuesto un alivio para ellas y una forma de desconectar de su realidad… Son cosas que suman valor a lo que hemos hecho, porque luego miras ese toldo, sabiendo todo lo que hay detrás, y ves mucho más allá de los estilos, los colores y los diseños que cada una hemos pensando. Ves a las personas detrás de cada punto. Y eso es muy emocionante. Es algo con mucho significado”, explica emocionada.
Para la alcaldesa e ideóloga del proyecto, “tanto valor tiene la persona que ha hecho un mandala como la que ha hecho 100. Cada una por sus circunstancias. Tenemos a una mujer que tenía una situación vital muy complicada por enfermedad de su madre y ha contribuido con un mandala. Su ejemplo tiene mucho valor, porque aprendió a hacer ganchillo con tutoriales para poder participar en el proyecto. También aprendió a tejer por internet otra de las participantes, que desgraciadamente falleció antes de ver el toldo terminado. Ella contribuyó con varios mandalas y estará siempre en nuestro recuerdo, también de esta manera tan bonita” recuerda.
El toldo se instaló a principios de este mes de junio, en una jornada de convivencia “en la que participamos muchas de las tejedoras y en la que ha sido imprescindible la colaboración de un grupo de chavales jóvenes y de los hombres del pueblo, que hicieron también una paella para toda la gente que participó en la instalación. Juntos compartimos una comida de hermandad”.
Se puede visitar hasta el próximo mes de octubre y, a partir del año que viene, la previsión es instalarlo cada año durante los meses de verano, coincidiendo con las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Fuensanta, que se celebran del 7 al 9 de septiembre. “La idea inicial, de hecho, era haberlo instalado en septiembre de este año, pero hemos avanzado tan rápido, que decidimos disfrutarlo más meses y que la gente pueda venir a verlo” matiza Gema.
Una forma diferente de hacer comunidad

Más allá del resultado, que se materializa en ese toldo, el proyecto ha actuado como dinamizador de la vida y las relaciones de las mujeres que han participado en él, pues, al tiempo que tejían los mandalas, han ido tejiendo también una red emocional entre ellas que no entiende de edades ni distancias y que ha contribuido a unirlas con sus raíces y con sus antepasadas.
“Hemos estado estos meses conectadas a través del grupo de whatsapp, en el que al final no solamente hablábamos de ganchillo, aunque fuera el motivo principal”, cuenta Gema. “En el transcurso del proyecto hemos sabido un poco más de la vida de las demás, hemos vivido de cerca cosas como la DANA, porque varias de las participantes residen en las zonas afectadas de Valencia, o el fallecimiento de una de las participantes... Ha sido una forma de apoyarnos” afirma.
La sintonía ha sido tan buena, que ya piensan en su siguiente proyecto. “Todavía estamos en fase de ideas, pero las mujeres están animadas, quieren seguir haciendo cosas para el pueblo, así que algo haremos” asegura con una sonrisa. Mientras tanto, es tiempo de disfrutar del trabajo ya hecho, de mostrarlo a propios y ajenos con orgullo y de seguir tejiendo esa red de convivencia que han construido, juntas, entre puntos y sueños.