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Sanidad

Sanidad rural, una medicina más humana

Los centros de salud y consultorios de los pueblos suelen tener una menor presión asistencial. En el lado negativo está la dispersión de los pacientes
Fotos: Saúl García
09/02/2020 - Dolo Cambronero

Sus carteras de pacientes son más pequeñas que las de muchos de sus compañeros de profesión, lo que les permite conocerlos muy bien -a ellos y a su entorno-, no tener que estar mirando el reloj cada vez que atienden a uno y realizar visitas domiciliarias más cómodamente. No obstante, estos suelen necesitar acudir más al médico porque mayoritariamente son personas de la tercera edad con patologías crónicas y, en periodos como las vacaciones, deben atender también a otros pueblos.

Este es el retrato mayoritario de los médicos que desarrollan su trabajo en el ámbito rural. Aunque su delimitación no está definida de forma clara y varía según cada comunidad autónoma, la Organización Médica Colegial (OMC) fija el límite en las poblaciones de menos de 15.000 habitantes.
Según una encuesta de esta entidad, un 40% de los 29.000 doctores y 6.400 pediatras que hay en España ejerce en núcleos de menos de 1.000 vecinos.

Sara Sanchís Romero, médica en el consultorio de Tinajas desde hace diez años y vocal de Atención Primaria Rural en el Colegio de Médicos de Cuenca, asegura que, de momento, no cambiaría su lugar de trabajo. “Me gusta más la medicina rural”, remarca, dejando claro que “la medicina rural es igual que la urbana. Tienen la misma cartera de servicios”.

Mayor confianza
Para esta profesional, una de las ventajas que ofrece el ámbito rural es que permite una relación más estrecha con los pacientes y una mayor confianza de estos con el doctor, lo que redunda en la calidad de la atención. De todas formas, matiza que la presión asistencial depende de la zona y puntualiza que hay algunas que están igual de saturadas que en urbana como, por ejemplo, las de Motilla, Minglanilla u Horcajo de Santiago, que tienen una mayor demanda.

En el caso de Sanchís, una menor presión asistencial permite una mejor atención. “Conocemos mucho a los pacientes. Nos integramos más en su entorno y conocemos a la familia. Te cuentan sus problemas. Hacemos también de psicólogos, de pediatras...”, relata. “Yo puedo estar 30 minutos con un paciente sin tener que estar mirando el reloj todo el rato”, celebra.

Otra de las ventajas es que normalmente no suele haber demora en Atención Primaria Rural para conseguir una cita con el médico de cabecera, algo que sí ocurre a menudo en algunas poblaciones más grandes, donde se puede dar una tardanza de varios días para ir a la consulta.

En el lado de los inconvenientes, la dispersión de los pacientes es uno de los principales problemas dado que en algunos casos los sanitarios se encargan de atender a varios pueblos.

Sanidad rural,  una medicina más humana

Y, en verano, tienen además que cubrir las vacaciones de sus compañeros porque no hay sustitutos, por lo que tienen que hacerse cargo también de otras localidades. Sanchís reflexiona sobre la falta de médicos en Atención Primaria y advierte de que en diez años, se jubilarán el 30% de estos facultativos en el país. “Y en Cuenca estamos igual”, afirma.

Uno de los retos es así lograr el interés de los futuros médicos hacia la Atención Primaria. De hecho, en la OMC hay un grupo de trabajo que da charlas por las facultades de Medicina para dar a conocer la medicina de familia, que no suele ser elegida por los futuros facultativos. “A veces, se nos considera de menos. Y somos un montón de especialistas en uno”, subraya.

Y dentro de la Atención Primaria, “sería interesante que los estudiantes conocieran la medicina en el ámbito rural”, indica Sanchís.

Consultorio en Tinajas
El consultorio de Tinajas depende del centro de salud de Villalba del Rey, compuesto por cuatro médicos y tres enfermeros. También dispone de una ambulancia de urgencias, aunque solo cuenta con conductor.

De Villalba también dependen otro facultativo que se encarga de atender a los pacientes de Gascueña y Portalrubio de Guadamejud, y un cuarto que da servicio a Cañaveruelas y Alcohujate.

De todas formas, Sara Sanchís recalca que aunque la dispersión de los pacientes suele ser un inconveniente para los médicos rurales, esta no es tan grande en el caso del área de atención del centro de salud de Villalba de la Sierra, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en Huete.

Otra de las desventajas es que los médicos que trabajan en rural (los mayores de 55 están exentos) deben hacer una guardia semanal, algo que no ocurre en urbana. El fin de semana sí hay un equipo de refuerzo que cubre el servicio desde el viernes por la tarde hasta el domingo.

Desde que llegó hace diez años a Tinajas, esta profesional ha visto como la despoblación ha ido haciendo mella en la localidad. “Se ha notado que ha bajado el número de tarjetas”, asegura. Porque hay muchas personas mayores que ya no pueden seguir viviendo solos y se van, mientras que otros fallecen y no hay relevo generacional.

Sanchís también reclama fibra óptica aunque no se queja: “Siempre he estado en rural. He trabajado en urbana y he tenido posibilidades de cambiar pero no quiero. Me gusta más la manera en la que puedes desarrollar tu trabajo”, señala.

Lola Martínez: “He estado en otros centros en la provincia de Cuenca en los que atendía a 300 personas en seis pueblos”

De la misma opinión es Lola Martínez Sanz, la doctora del consultorio de Villar de Olalla (1.270 habitantes censados a 1 de enero de 2019, según el INE), dependiente del centro de salud número dos de Cuenca. “Aquí llevo once meses pero tengo más de 20 años como médico de pueblo. Esto te tiene que gustar. Es una relación más personal con los pacientes y con la familia. Para mí es más satisfactorio”, indica la facultativa.

Para la doctora, que está acompañada en el consultorio por la enfermera Celia López Saera, tener una menor cartera de pacientes que en otros centros permite desarrollar una medicina mucho más humana y cercana.

Pasan consulta todos los días y, en verano, también van a Barbalimpia, pedanía de Villar de Olalla. Aunque dista mucho de la experiencia anterior en el mundo rural de Lola Martínez: “He estado en otros centros en la provincia en los que atendía a 300 personas en seis pueblos”. El maletero era casi una enfermería y la mayor parte de sus pacientes eran personas mayores. “Se veía mucha soledad. Te preocupas también por la situación social del paciente”, apunta.

En Villar de Olalla hay más variedad de pacientes y diferencia tres perfiles: población anciana, jovenes emigrantes que trabajan en el matadero de la localidad y personas de mediana edad. “Es enriquecedor porque se ven más patologías. Es satisfactorio y nada rutinario”, apunta.

Estar las dos solas en el consultorio permite hacer “más equipo entre médico y enfermera”. De hecho, hacen juntas las visitas domiciliarias, que suelen ser más numerosas que en otros sitios porque hay más gente mayor. “También haces de psicóloga muchas veces”, apunta Celia López.

Pero estar solas también tiene sus inconvenientes. “Cuando hay urgencias, no puedes recurrir a nadie”, lamentan. En este apartado, indican que también les haría falta personal administrativo porque muchas veces ellas mismas se llevan los papeles a Cuenca para pedir cita con especialistas, sobre todo cuando se trata de gente mayor.

También reconocen que suelen tener menos medios si hay una urgencia. No obstante, matizan que en el caso de Villar de Olalla esto no supone mucho problema porque están muy cerca de la capital en caso de necesidad. “Pero he estado en pueblos que estaban a setenta kilómetros de un hospital”, recuerda Lola Martínez. Pero, a pesar de los inconvenientes, aseguran que compensa poder seguir ejerciendo una medicina mucho más humana.