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Cuando la biblioteca rural se convierte en el alma de los pequeños municipios

En Villar de Olalla y Albalate de las Nogueras, Juanjo Alfaro y María Hernández han transformado sus bibliotecas en el epicentro de la vida social y cultural del pueblo
Fotos: Saúl García
24/10/2025 - Eduardo M. Crespo

En la repisa en la que Juanjo Alfaro conserva una multitud de premios y galardones con los que se le ha reconocido su larga trayectoria como bibliotecario en Villar de Olalla, hay un libro muy especial con esta dedicatoria en la portada: ‘Gracias por acercarnos a los libros, por iniciarnos en el placer de la lectura y por tu compromiso con la cultura’. En su interior, cientos de muestras de agradecimiento, con dibujos de los más pequeños incluidos, para una de las personas más queridas en el pueblo.

Repasamos con Alfaro la historia de una biblioteca que es mucho más que un espacio en el que se leen o se prestan libros. Para un pueblo de alrededor de 1.500 habitantes, la biblioteca municipal es un “centro sociocultural” donde se aúnan lectura, arte, actividades y mucha convivencia. “Sirve un poquito para todo: animación a la lectura, encuentros, música, teatro, pintura, cine… incluso colaboro con la asociación juvenil del pueblo en momentos puntuales, como carnaval o Halloween”, nos cuenta. Para Juanjo, la biblioteca no solo fomenta el hábito de la lectura, sino que actúa como un verdadero nudo cultural que conecta a vecinos de diferentes generaciones.

“Este año hará 27 que estoy al frente de la biblioteca y siempre digo que, en pueblos pequeños o medianos como este, las bibliotecas son un lugar de acercamiento a la cultura en general”, subraya Juanjo, cuya dedicación ha dado numerosos frutos “que son motivo de orgullo”. La Biblioteca de Villar de Olalla ha recibido casi una veintena de premios María Moliner, reconocimientos del Ministerio de Cultura para proyectos de animación a la lectura en municipios de menos de 5.000 habitantes. “En 2020 recibimos ‘el gordo’ de esos premios: estábamos entre los diez mejores proyectos de toda España”, recuerda Juanjo. Además, la Junta de Castilla-La Mancha le otorgó la Medalla del Mérito Cultural en Animación a la Lectura, y su taller de teatro ha sido premiado en dos ocasiones en Almagro con el premio Kaleidos.

El día a día de Juanjo Alfaro es el de un bibliotecario con mayúsculas comprometido con su comunidad. “Soy un comodín absoluto: ejerzo las funciones de bibliotecario, ordeno libros, gestiono el salón de actos, ayudo a hacer currículos, incluso a sacar billetes de tren… y, por supuesto, coordino las actividades culturales”, nos cuenta Juanjo, quien destaca los clubes de lectura para adultos y niños, talleres de lectura en voz alta, juegos literarios como ‘La Oca y el León’ y proyectos nacionales como ‘Pequeños Gigantes de la Lectura’, donde el pueblo ha alcanzado finales regionales y nacionales. 

Con más de 4.000 préstamos anuales para un pueblo de 1.500 habitantes, la biblioteca que dirige Juanjo Alfaro se ha convertido en un referente social y cultural para la provincia de Cuenca. 

ALBALATE DE LAS  NOGUERAS

En Albalate de las Nogueras, María Hernández está al frente de la Biblioteca Municipal, un espacio donado a principios de los 80 por la mecenas Mayda Antelo y que se convirtió desde sus orígenes en un privilegio cultural para el pequeño pueblo alcarreño. 

“Fuimos de los primeros pueblos de La Alcarria en tener una biblioteca con entidad propia, es decir, con sus estanterías, su sala de estudio y sus actividades organizadas”, nos cuenta María, quien, desde su llegada a la biblioteca como interina tras la jubilación de Teresa Roldán, ha trabajado con enorme ilusión para convertir la biblioteca en un espacio “participativo, vivo y adaptable a las necesidades de todos”.

Emocionada por haber obtenido el premio María Moliner, María relata que es la encargada de organizar los talleres de escritura creativa, las actividades de pintura y hasta los talleres de relajación a través del arte. Además, ella es la encargada de mantener una programación cultural que anima a vecinos de todas las edades a acercarse al centro. 

“Intento ofrecer opciones diferentes. La clave es que la gente sienta que este espacio también es suyo”, explica. La Biblioteca de Albalate de las Nogueras es además un espacio público donde se reúnen las asociaciones de padres y otros colectivos locales, reforzando su papel de espacio comunitario.

A pesar de la despoblación y de los enormes desafíos a los que se enfrentan muchos pequeños pueblos de la provincia, como es el caso de Albalate, María mantiene intacta la ilusión todos y cada uno de los días. “Me gustaría que viniera más gente, claro, pero estoy muy contenta. Siento que la biblioteca es un refugio, un espacio de comunidad donde todos tenemos cabida”.

Tanto Juanjo Alfaro como María Hernández coinciden en que su labor va mucho más allá del más que necesario préstamo de libros: fomentan identidad, cohesión social y acceso a la cultura como derecho fundamental. “Un pueblo que lee son niños que leen, pero también adultos implicados, familias que participan y vecinos que se reúnen”, afirma Juanjo. María comparte esa idea: “Una biblioteca rural no es silencio; es vida, es conversación, es arte y es latido del pueblo”. 


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