Promesa de un arte milenario

Un sueño es lo que ha vivido el conquense Sergio Martínez, que acaba de regresar de su primer Mundial de Wu Shu, milenaria disciplina de artes marciales chinas. El joven del Club Lao Jia Wu Shu se muestra muy satisfecho con lo conseguido hasta ahora, pero se atreve a soñar todavía más en grande para el futuro.
Tan exigente como emocionante fue su debut mundialista, si bien contaba ya con la experiencia de haber participado en el Europeo de Estocolmo el año pasado. Se enfrentó a un rival portugués en un combate muy igualado: “Perdí el primer asalto por muy poquito, gané el segundo, y en el tercero fui por delante todo el rato, pero perdí en el último segundo”, lamenta el joven, quien lógicamente soñaba con pasar de ronda, si bien se toma este hecho con filosofía. “Al principio me quedé fastidiado, pero esto es competir: perder, aprender y sobrevivir a una semana que ha sido inolvidable. Hace que me arda el alma y quiera competir más”, explica orgullosamente.
A diferencia del Europeo del año pasado, al que se clasificó “más de casualidad”, Sergio llevaba preparando esta cita un año entero. La experiencia, cuenta a posteriori, llegó a ser abrumadora por momentos. “Había muchas cámaras, mucha gente, países de todo el mundo… Para ser mi primer Mundial estuvo muy bien. Mi seleccionador me decía que soy un dramas”, bromea el joven, quien tuvo una gran mejora con respecto a años anteriores, algo que le reconocían incluso otros competidores.
En lo extradeportivo, el conquense no olvida la parte humana de toda esta experiencia. “Hacerte amigo de gente de Perú, tomar mate con los uruguayos y argentinos… estos campeonatos son convivencia, respeto y deportividad. Esos son los valores que quiero para mí”, asegura.
PENSANDO EN MÁS
Después de este torneo, Sergio piensa en más, y ya está deseando volver a salir de España para competir. En el horizonte está una velada internacional a la que ha sido invitado a República Checa, aunque más ganas todavía tiene de cara al Europeo del próximo año en Lyon. “Me veo con fuerzas y con nivel para pelear por algo grande”, afirma, pensando también en el Mundial de 2027, que se celebrará en Filipinas.
Esto va en consonancia con su sueño a largo plazo: recorrer el mundo gracias a su pasión, el wu shu, algo que ya está haciendo y que, sin duda, le llena por dentro más que nada. “Ojalá en diez años tenga la nevera llena de imanes, mil guantes de muchos sitios y fotos con gente de todo el mundo. Es algo precioso. Quiero seguir compitiendo 15 o 20 años más y, si puede ser, conseguir alguna medalla importante”, confiesa, puntualizando que el wu shu “es gasolina para todo lo demás en mi vida”.
Aunque en esta ocasión la victoria se le escapó por centímetros, el joven está cada vez más cerca de un triunfo internacional y no se desanima de cara a mirar más lejos. Llevando el nombre de Cuenca por todo el mundo, promete dar guerra en los próximos campeonatos.