Golpe de realidad para el Conquense División de Honor (0-2)
El Conquense División de Honor afrontaba el partido contra el Murcia con la permanencia en juego y a solo un punto de distancia. Los de Cuenca saltaron al césped con el alma en vilo y la presión de saber que no había margen para el error. Sin embargo, el resultado fue cruel con un equipo que se dejó el alma desde el primer minuto hasta el último.
Desde el inicio, el dominio fue claramente local. El Conquense salió con determinación, actitud ganadora y un despliegue físico admirable. Rochdi, Charlie y Mark fueron solo algunos ejemplos de jugadores que no dejaron de luchar cada balón. Aunque las llegadas fueron constantes, ninguna fue lo suficientemente clara como para abrir el marcador.
En el peor momento, cuando el conjunto conquense mejor estaba jugando, llegó el mazazo: el Murcia se adelantó en una jugada aislada, sin aparente peligro. La desesperación se reflejó en los rostros blanquinegros, mientras desde la grada la afición no dejaba de empujar al equipo. El descanso llegó con 0-1 en el marcador, pero también con esperanza: el dominio era claro y la remontada parecía posible.
En la segunda mitad, el guion se repitió. El Conquense siguió insistiendo, encerrando al rival en su campo, con el apoyo constante de una grada volcada. El partido pudo haber cambiado por completo si el árbitro hubiera señalado una mano en el área visitante que, por suerte para los blanquinegros, pasó desapercibida.
En el minuto 94, con el equipo completamente volcado al ataque, una contra iniciada en el centro del campo terminó, esta vez sí, en penalti a favor del Murcia, que sentenció el encuentro y la temporada. El 0-2 fue definitivo. Jugadores y afición, entre lágrimas, esperaron un milagro procedente de otros campos, pero a falta de tres minutos para que finalizaran esos encuentros, la proeza se antojaba imposible.
El Conquense División de Honor desciende, pero lo hace con la cabeza alta, tras una temporada marcada por la entrega, el compromiso y la fe. No hubo premio, pero sí una lección de orgullo que quedará en la memoria de la afición.