Mirabilia, gran hito musical conquense

Si Cuenca se convirtió, gracias a Fernando Zóbel, en una marca relevante del arte moderno, la música también es otra destacada marca conquense. La Semana de Música religiosa de Cuenca (no todo es religioso en ella) tiene más de sesenta ediciones en su haber. La música surge en Cuenca aquí y allá esporádicamente, en relación con cualquier evento. Organizadamente, la Catedral lleva ya, desde hace cuatro años, realizando un ciclo de música medieval con conciertos de calidad que tienen lugar en los diversos espacios catedralicios.
El ciclo se llama Mirabilia, que significa Maravilla, música maravillosa. El principal artífice de todo ello es el capellán mayor de la Catedral de Cuenca, Miguel Ángel Albares, director artístico de la Catedral, poniendo un máximo cuidado en los esmerados transcursos de todos los conciertos que él ayuda a conformar en sus escenarios.
Este año, Mirabilia se ha desarrollado, en seis eventos, desde los días 7 al 16 de agosto, incluyéndose una liturgia en el día de la Asunción de Nuestra Señora. Dos han sido los conciertos principales. El primero, que inauguró Mirabilia, trajo la música que se interpretaba en la abadía inglesa de Reading en el siglo XIII. Actuó el trío Rue de Chantres, pertenecientes al coro de la catedral parisina de Notre Dame, y que ya ha visitado Cuenca en varias ocasiones.
Sus tres componentes son Erwan Picquet, Christian Ploix y Vincent Pislar, acompañados por Cristina Alís Raurich, ejecutando un órgano portativo. El concierto homenajeó a Tomás Becket, que fue arzobispo de Canterbury y lord canciller del Reino de Inglaterra y que fue asesinado por instigación de Enrique II. El programa hizo exhibir lo que se cantaba en la iglesia de la abadía, en el refectorio, en el calefactorio y en la biblioteca, ocupando los músicos los respectivos decorados pertinentes.
El cuarto concierto fue muy nutrido, actuando cinco instrumentistas, portando instrumentos todos de época, y dos potentes y esmeradas voces, la de la soprano alemana Pamela Petsch y la del cantante lírico francés Erwan Picquet. El evento estaba dedicado a Hildegard von Bingen, una muy interesante culta monja benedictina, del siglo XII, que llegó a abadesa y fue mujer longeva. Era polifacética: escritora, filósofa, científica, naturalista, médica, mística, profetisa y gran compositora. Tuvo una serie de visiones que fueron aceptadas por el poder eclesial de su época Aparte de estudiar las piedras y hacer las primeras galletas de espelta, compuso una muy melódica monofonía sacra.
El concierto se basó, de algún modo, en la correspondencia de la santa, pudiendo apreciar los asistentes lo bien que escribía Hildegarda; asistentes que oímos cómo ella escribía cartas con un estilo irreprochable y sumamente atractivo. Fue una mujer liberal, si bien Dios estaba por encima de todo. Vivió en monasterios masculinos y tuvo, durante un largo tiempo, como secretario a Volmar, un monje que dejó su convento por asistirla a ella. Se gozó sobremanera, en la Girola de la Catedral de Cuenca, de las antífonas, responsorios y sinfonías de la sabia Hildegarda.