Intrigas, traiciones, manifestaciones artísticas, amoríos, procesos inquisitoriales y luchas por el poder durante los reinados de Felipe IV y Carlos II se esconden en la nueva novela de Julio Magdalena Calvo, Yo fui espía en la corte, un libro histórico cuya trama se inicia con el descubrimiento de una misteriosa carpeta que contenía la autobiografía de un noble personaje.
En la obra, el autor -nacido en Madrid pero afincado desde hace más de treinta años en Cuenca, donde ha ocupado diversos cargos, entre ellos el de subdelegado del Gobierno- cuenta la historia narrada en el conjunto de ajados legajos hallado, que explicaba con todo lujo de detalles los acontecimientos de los que fue principal testigo durante aquella época.
La idea de la novela –que está disponible en Amazon en formato electrónio- se remonta a los años sesenta, cuando este autor, colaborador habitual de Las Noticias de Cuenca, era apenas un niño. “Uno de nuestros juegos favoritos era meternos en los refugios antiaéreos de la Guerra Civil que quedaban sin tapar todavía en Madrid. Para los chavales, era toda una aventura, un mundo mágico”, relata.
Recordando aquella época, la novela detalla que, en una jornada de juego, un niño entrañó “conversación y disputa” con otro chaval de la calle Serrano con el típico “mi padre es más que el tuyo”. Un día, el primero le enseñó al otro un libro, que se llamaba Personalidades contemporáneas, en el que aparecía uno de sus abuelos, por lo que parecía que él había ganado aquella lucha infantil.
Pero días más tarde, el chaval le entregó un paquete con un periódico envuelto en un cordel y se marchó. Y fue el último día que se vieron porque los refugios se cerrados después por el peligro que suponían.
Fue pasando el tiempo y ya de adulto, en una de sus mudanzas, apareció aquel fardo, donde estaban los legajos con la autobiografía de uno de los ancestros de ese chiquillo y esa historia es la que, novelada, se cuenta en el libro, narrado en primera persona. “Fue testigo de todo lo que pasaba en la corte de Felipe IV. Es el Siglo de Oro y conoce a personajes como Quevedo, Alonso de Cano, Lope de vega, ‘El Españoleto’...”, subraya. “Con esos antecedentes, parecía que había ganado el otro niño”, bromea.
El autor ha aprovechado para incluir Cuenca en el libro, situando uno de los viajes del protagonista en la ciudad. De formación económica, Magdalena Cantos indica que le ha llevado trabajo documentarse para la novela al tratar hechos históricos pero asegura que es una tarea que le ha gustado mucho.
"Hay que saber poner punto final a un libo porque si no, nunca se acaba. En cada lectura ves una errata, se te ocurren cosas nuevas..."“En el confinamiento me ha dado tiempo a terminar la novela. Hay que ser muy disciplinado a la hora de escribir. No haya nada que se pueda conseguir sin esfuerzo”, afirma. “La he acabado, leído, releído, corregido y puesto el punto final porque si no, nunca se acaba un libro. En cada lectura ves una errata, se te ocurren cosas nuevas…”, añade.
Magdalena Cantos, que dice que después de haber trabajado mucho es ahora es “un feliz jubilado”, reconoce que dedica mucho de su tiempo a escribir.
Antes de Yo fui espía en la Corte, ha escrito numerosos relatos cortos y ha publicado libros como Mis soledades compartidas; El directivo con sentido…del humor, claro; La creatividad liberadora; El cartero de Cuenca siempre llama dos veces, El jeque blanco y El Cuencacuentos. Además, está a la espera de que la Diputación de Cuenca pueda editar La hormiga mágica de Cuenca, un libro de cuentos para adultos con ilustraciones de Adrián Navarro.
“Escribir es una necesidad porque mi mente siempre está dando vueltas. Necesito exportar mis inquietudes y escribo artículos, relatos cortos y novelas. Y, además, me lo paso bien y disfruto. Para mí es una realización personal”, concluye.
