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Francisco Javier Espinosa, sentir el pensamiento, pensar la humanidad

La sexta sesión de Sagita Magma se transformó en un homenaje a Francisco Javier Espinosa, profesor de filosofía con más de tres décadas de docencia en el campus universitario de Cuenca
Fotos: Adrián de la Dueña
08/11/2025 - José An. Montero

La sexta sesión de Sagita Magma se transformó en un homenaje a Francisco Javier Espinosa, profesor de filosofía con más de tres décadas de docencia en el campus universitario de Cuenca, y en un reconocimiento colectivo a su forma de promover el pensamiento crítico entre quienes han aprendido con él a comprender el mundo desde la reflexión.

Sagita Magma, el seminario dopamínico, volvió en su sexta sesión a desmontar muchos de los paradigmas del debate académico convencional, llenando la sala donde se celebra de estudiantes para reflexionar colectivamente sobre los temas que les interpelan. Nacido como un laboratorio de pensamiento crítico sobre estética política y ontología de la comunicación, el ciclo decidió esta vez alterar su formato habitual y reunir a dos figuras consolidadas del pensamiento contemporáneo, Alessandro Pinzani y Francisco Javier Espinosa, profesor de Filosofía en la Universidad de Castilla-La Mancha. Ambos fueron convocados para reflexionar en torno a dos preguntas que cuestionan el corazón moral de nuestras sociedades, ¿qué piensan los pobres? y ¿quién merece morir de hambre?

Esta sesión, que rompió la dinámica de invitar a dialogar a pensadoras y pensadores emergentes, se convirtió además en un homenaje espontáneo de los estudiantes hacia Francisco Javier Espinosa, durante más de tres décadas referente filosófico del campus. Un profesor cuya enseñanza ha hecho de la célebre frase de Pessoa, “Pensar es vivir y sentir no es más que el alimento del pensar”, una suerte de lema intergeneracional para quienes pasaron por sus clases de Humanidades y de Periodismo.

El salón de actos de la Facultad de Educación y Humanidades reunía un aforo prácticamente completo, algo que parecía impensable cuando se plantearon estas jornadas. “La filosofía nunca se ha ido, porque necesitamos gente que nos ayude a entender, pero los filósofos nunca han sido muy del agrado del poder”, recuerda Espinosa. Esa función crítica, asociada al “tábano” socrático y a la necesidad de incomodar los relatos dominantes, recorrió buena parte de su intervención.

Para Espinosa hay una relación directa entre riqueza y ficción social. “La riqueza siempre ha tenido un imaginario”, afirma, y sostiene que buena parte de su poder procede del reconocimiento ajeno: “Si me compro una camisa de 200 euros, lo que busco fundamentalmente es la marca que me ven los otros”. Ante la realidad de una sociedad de acumulación extrema en manos de unos pocos, plantea que esta acumulación no busca bienestar material, sino una forma de influencia simbólica.

“El periodismo de la pobreza es un periodismo pobre”, afirma. “¿Cómo vamos a estar concienciados de que mueran hoy 15.000 niños? ¿A quién le importa? No le importa a nadie.” Con esta reflexión señala la incapacidad de los medios para sostener una mirada profunda sobre la pobreza, que queda reducida a imágenes catastróficas y fugaces, incapaces de construir un diagnóstico estructural, lo que contribuye a naturalizar la desigualdad.

Espinosa explica que quienes viven en situación de pobreza habitan un tiempo fragmentado, sin horizonte. Sin seguridad material, el futuro se vuelve inaccesible y el presente ocupa todo el espacio de la conciencia. Lo ha formulado en otros textos: “Vivir sin futuro es vivir sin lenguaje”. La pobreza no solo rompe los cuerpos, sino también las narraciones posibles. Una imagen que recuerda la descripción de Chaves Nogales en alguno de sus viajes, “Cuando se tiene hambre no se es capaz de nada. Ni de protestar siquiera”.

Espinosa habla de la pobreza como un espejo moral, pero no de quienes la padecen, sino de quienes la permiten. En su reflexión parece buscar formas de lucidez colectiva, esa exigencia ética que él mismo formula al recordar que “cuando una persona puede remediar un daño sin perjuicio grave para sí misma, debe hacerlo”. Resuena el eco de Wittgenstein cuando escribió que “No se puede pensar decentemente si uno no quiere hacerse daño”. El propio Espinosa lo resumió con una pregunta que complementa a las que dieron título a la sesión, “Si todos nos consideramos buenas personas, ¿quién sostiene entonces la injusticia?”

Al cierre de la sesión, cuando parecía que el debate había terminado, todos presentían que este encuentro era también un reconocimiento al profesor de filosofía que nadie había anunciado explícitamente pero que todos intuían. Un homenaje colectivo, sentido, construido desde la admiración intelectual y, sobre todo, afectiva. El aplauso, largo y sostenido, como agradecimiento a una trayectoria tejida siempre desde la discreción y a muchas horas de reflexión y debate en sus clases. Tomaron la palabra compañeras y compañeros que han trabajado a su lado y que recordaron que nunca buscó “el halago fácil ni la exhibición pretenciosa” y que siempre apostó por “el diálogo, la colaboración, la creación de espacios de pensamiento y de acción compartida”. También hubo espacio para la intervención de antiguas alumnas y alumnos, que evocaron sus clases subrayando que “No solo enseñabas tu materia, nos enseñabas a pensar, a cuestionar, a mirar el mundo con otros ojos”. No puedo evitar volver a citar a Pessoa cuando dijo aquello de “saber pensar con las emociones y sentir con el pensamiento”. Gracias, profesor.

La entrevista con Francisco Javier Espinosa se realizó poco antes de su intervención en la sexta sesión de Sagita Magma. Seminario Dopamina. Estética Política y Ontología de la Comunicación, celebrada el 30 de octubre de 2025 en el Salón de Actos de la Facultad de Educación y Humanidades del campus de Cuenca de la Universidad de Castilla-La Mancha. La conferencia, titulada ¿Qué piensan los pobres? ¿Quién merece morir de hambre?, reunió a Espinosa y a Alessandro Pinzani en un diálogo que atravesó filosofía política, responsabilidad moral y crítica de la desigualdad. La sesión formaba parte de un ciclo coordinado por Ignacio Escutia, Andrés M. García Romero y Laura Budia Piña, con la colaboración de la Facultad de Educación y Humanidades, la Facultad de Comunicación y la Facultad de Bellas Artes. El seminario se prolongará hasta diciembre, con trece encuentros que entrelazan filosofía, arte y pensamiento crítico.