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“Cuenca se presta bien para formar parte de una novela”

La escritora conquense Ana Belén Rodríguez Patiño recorre la capital conquense social y arquitectónicamente en su nueva novela, 'La estética de los nadadores'
“Cuenca se presta bien para formar parte de una novela”
29/08/2020 - Dolo Cambronero

Una fría mañana de invierno aparece un hombre colgado de un pie en el puente de San Pablo de la capital, desnudo y con signos de violencia. Este es el punto de partida de La estética de los nadadores, la última obra de la escritora conquense Ana Belén Rodríguez Patiño, que ha ambientado su nuevo trabajo en su ciudad natal: “Cuenca es muy bonita y se presta muy bien para formar parte de una novela”.

La autora llevaba años dándole vuelta a la trama de este libro después de haber escrito en 2016 un cuento que trataba este mismo tema aunque aquel relato sucedía en otro país. “Pero me apetecía mucho ambientar la historia en Cuenca”, explica.

La persona que aparece muerta en la novela, que mezcla el suspense con la trama policíaca, es Mikel Górriz, antiguo empresario vasco que vivía en la ciudad desde hacía un año. Seis meses después del incidente, sus familiares requieren los servicios de Ricardo Casares y su socio, Erik Brandon, para que avancen con una investigación que parecía estancada.

“La familia contrata a lo que llamo un ‘solucionador’ para que investigue lo sucedido”, concreta la autora. Aunque Casares y su socio son expertos en resolver casos sucios pero utilizando métodos no siempre legales. En este punto, la escritora apunta que la novela invita a la reflexión y suscita un debate: “¿Quién dictamina lo que está bien y lo que no?”.

Tras la llamada de la familia del asesinado, el protagonista se desplaza a Cuenca para llevar a cabo la investigación, donde se encuentra con la idiosincrasia de la ciudad. Rodríguez Patiño reconoce que su propia voz está ahí “de alguna manera” dado que habla tanto de lo que le gusta de la capital como también critica otros aspectos que no le agradan tanto.

La autora va desgranando a lo largo de la novela las distintas hipótesis que se contemplan a la hora de dar con los culpables del asesinato. El final de La estética de los nadadores sorprende y abre un debate sobre la culpabilidad y el peso de la conciencia en el comportamiento de cada uno.

En las páginas del libro se pueden reconocer calles y edificios conquenses, sobre todo del emblemático Casco Antiguo de la ciudad pero también de otros barrios, apareciendo lugares como Carretería o San Esteban. No obstante, no se hacen descripciones sino que el protagonista reflexiona sobre lo que ve y va introduciendo al lector en la capital tanto arquitectónica como socialmente.

De hecho, cuenta que le han escrito algunos lectores diciéndole que quieren conocer Cuenca porque les ha parecido muy interesante en la novela.

En las páginas del libro se pueden reconocer calles y edificios conquenses, sobre todo del emblemático Casco Antiguo

En cuanto al estilo, Rodríguez Patiño explica que ha cambiado el que suele utilizar habitualmente en sus novelas, optando por uno más rápido para que la trama enganche al lector.

“El mensaje sin nombre [novela de Rodríguez Patiño publicada en 2018] era una obra con una prosa muy complicada y La estética de los nadadores tiene un estilo más ligero”, puntualiza.

“Me he divertido mucho escribiéndolo. Y los personajes los puedo rescatar después para otras novelas. Todos tienen un pasado interesante”, añade.

La novela -que iba a presentarse en julio en Cuenca en un acto íntimo que se suspendió finalmente por prudencia frente a la Covid-19- puede adquirirse en formato digital y en papel en Amazon y también está disponible en las librerías de la ciudad.

Rodríguez Patiño dice que normalmente suele escribir dos novelas a la vez y asegura que el confinamiento le vino muy bien para concluir dos obras que se han publicado en un muy corto espacio de tiempo: Yo soy Greta Garbo, que salió en mayo, y La estética de los nadadores, que vio la luz en junio.

“Casi no me he enterado del confinamiento porque, cuando tengo una novela en mente, no suelo salir de casa”, rememora Rodriguez Patiño, que es doctora en Historia Contemporánea y también profesora de cursos de narrativa.