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Cuenca, aire de jazz

Jorge Pardo, Benavent y Di Geraldo junto The Teachers Band protagonizaron la velada dedicada al jazz en Estival Cuenca
Fotos: Mario Gómez/ Marta Feiner
31/07/2020 - Marta Cigliutti

El Parador de Cuenca ayer se transformaba este jueves en un pub de New Orleans con aires flamencos gracias a Benavent-di Geraldo-Pardo y a The Teacher’s Band Trío. Un éxito más de Estival 2020.

El viento de la tarde obligó a que las pruebas de sonido se prolongasen hasta las ocho y media pasadas, antes que la dulce música del piano de José Ángel de Lerma y del saxo de Pepe Mencías pudieran dar comienzo a la velada jazzística de esta edición de Estival Cuenca. Unos pocos minutos después, Pedro Miguel Valero en la batería, completa el trío The Teacher’s Band.


Los tres músicos conquenses, vestidos de negro y vaquero, interpretaron temas jazz, latin, swing y blues con el Casco Antiguo de Cuenca como escenario. Para estos profesores, cuya profesión ha dado el nombre al grupo, es el octavo año en consecutivo en los escenarios de Estival con un variado repertorio instrumental.


El homenaje a Ennio Morricone encendió las sonrisas detrás de las mascarillas. Algunos pies y unos pocos abanicos acompañando el ritmo mientras una brisa traía algo de alivio al caluroso día. Un entorno y una música ideal para el tradicional pincho estivalero del Parador, que este año las medidas de seguridad de la nueva normalidad han hecho imposible. Pero la magia de la música hace que podamos sentirnos con un Sazerac en la mano, escuchando Jazz al atardecer disfrutando de este maravilloso paisaje Patrimonio de la Humanidad.


El plato fuerte de la noche, el trío compuesto por Benavent-di Geraldo-Pardo, “virtuosos del Jazz”, como los presentaba la voz de Estival, cuando las luces de las Casas Colgadas ya estaban encendidas.


Jorge Pardo, camisa clara y coleta oscura, tocó su flauta travesera como si le estuviese dejando el alma en cada respiro. Carles Benavent, camisa negra y coleta blanca, parecía bailar con su bajo un Balboa apasionado. Tino di Geraldo es el más joven del los tres, y el único sin coleta. El baterista que siempre parece estar en un segundo plano, toma protagonismo en sus efervescentes solos.


El barcelonés Benavent regaló al público unos minutos del más puro flamenco jazz. Todos se quedaron en completo silencio frente a los juegos de su bajo. En seguida, el tolosano di Geraldo se colocaba en la parte delantera del escenario para tocar su Tabla y un colorido sonido de lugares lejanos penetraba la espina dorsal de los espectadores. Estos, ya completamente mudos, se dejaron hipnotizar poco después. El madrileño Pardo tocaba su flauta travesera mirando hacia el casco, sus notas se caen a la Hoz del Huécar.


Tras los factores, la suma, y el trío volvía a reunirse en el escenario. El público, que volvió a completar el aforo disponible, conectó profundamente con la música y con los intérpretes en un estado de meditación profunda. Al finalizar el concierto, los asistentes, tras las mascarillas, trataban de poner palabras a las sensaciones vividas en un concierto de una calidad musical soberbia.