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Cómo los cambios ambientales transformaron a los mayores herbívoros del planeta

El investigador conquense Fernando Blanco dirige un estudio que ha analizado registros fósiles de más de 3.000 especies a lo largo de 60 millones de años
Cómo los cambios ambientales transformaron a los mayores herbívoros del planeta
Ñu (Connochaetes taurinus) en la sabana tanzana. Foto de Juan López Cantalapiedra
09/06/2025 - Las Noticias

Desde mastodontes hasta antiguos rinocerontes y ciervos gigantes, los grandes herbívoros han moldeado los paisajes de la Tierra durante millones de años. Ahora, un estudio pionero muestra cómo estos gigantes respondieron a cambios ambientales dramáticos—y cómo sus ecosistemas lograron mantenerse cohesionados, incluso cuando algunas especies desaparecieron.

Dirigido por el Dr. Fernando Blanco (Universidad de Gotemburgo), un equipo internacional de científicos analizó registros fósiles de más de 3.000 especies a lo largo de 60 millones de años. El resultado: un panorama de estabilidad ecológica a gran escala, solo interrumpida por dos puntos de inflexión globales—momentos en los que transformaciones ambientales extremas alteraron permanentemente la estructura ecológica de las comunidades de grandes herbívoros.

“Descubrimos que estos ecosistemas permanecieron sorprendentemente estables durante largos períodos de tiempo, incluso con la llegada y desaparición de especies”, explicó Blanco. “Pero en dos ocasiones durante los últimos 60 millones de años, la presión ambiental fue tan intensa que todo el sistema se reorganizó a escala global.”

 

Dos grandes transformaciones globales

La primera gran transformación ocurrió hace aproximadamente 21 millones de años, cuando el desplazamiento de los continentes cerró el antiguo mar de Tetis y formó un puente terrestre entre África y Eurasia—el llamado Puente de Gomphotherium. Este nuevo corredor terrestre desencadenó una ola de migraciones que transformó ecosistemas en todo el mundo.

Entre los viajeros estaban los antepasados de los elefantes modernos, que habían evolucionado en África y comenzaron a expandirse por Europa y Asia. Pero el cambio fue mucho más allá de los elefantes—ciervos, cerdos, rinocerontes y muchos otros grandes herbívoros también se desplazaron hacia nuevos territorios, alterando el equilibrio ecológico.

La segunda transformación global llegó hace unos 10 millones de años, cuando el clima de la Tierra se volvió más frío y seco. La expansión de las praderas y el retroceso de los bosques favorecieron la aparición de especies adaptadas al pastoreo, con dientes más resistentes, y provocaron la desaparición gradual de muchos herbívoros forestales. Esto marcó el inicio de un declive prolongado en la diversidad funcional de estos animales—es decir, en la variedad de roles ecológicos que desempeñaban.

 

Menos especies, misma estructura

A pesar de estas pérdidas, los investigadores encontraron que la estructura ecológica general de las comunidades de grandes herbívoros se mantuvo sorprendentemente estable. Incluso cuando muchas de las especies más grandes—como los mamuts y los rinocerontes gigantes—se extinguieron en los últimos 129.000 años, el marco básico de funciones dentro de los ecosistemas perduró.

“Es como un equipo de fútbol que cambia de jugadores durante el partido, pero que mantiene la misma formación”, señaló el Dr. Ignacio A. Lazagabaster, investigador del CENIEH (España) y coautor del estudio. “Entraban en juego especies distintas y las comunidades cambiaban, pero cumplían funciones ecológicas similares, por lo que la estructura general se conservaba.”

Esta resiliencia ha perdurado durante los últimos 4,5 millones de años, resistiendo glaciaciones y otras crisis ambientales hasta nuestros días. Sin embargo, los investigadores advierten que la actual pérdida de biodiversidad—acelerada por la actividad humana—podría terminar sobrecargando el sistema.

 

Una lección a largo plazo para el presente

Los grandes herbívoros no son solo consumidores—son auténticos “ingenieros del ecosistema”, que moldean la vegetación, dispersan semillas e influyen en toda la bioesfera, desde la salud del suelo hasta los patrones de incendios. Su desaparición debilita ecosistemas enteros.

“Nuestros resultados muestran que los ecosistemas tienen una capacidad asombrosa para adaptarse”, afirma el Dr. Juan L. Cantalapiedra, investigador del MNCN (España) y autor senior del estudio. “Pero hay un límite. Si seguimos perdiendo especies y funciones ecológicas, podríamos alcanzar pronto un tercer punto crítico global—uno que estamos ayudando a acelerar.”

Sobre el estudio
El equipo utilizó análisis de redes para explorar cómo evolucionaron con el tiempo y en distintos continentes rasgos como el tamaño corporal y la forma de los dientes. Este enfoque funcional les permitió entender cómo funcionaban los ecosistemas—y no solo qué especies los habitaban.


 


Etiquetas:

Paleontología