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Treinta años del Monumento a la Constitución en la atalaya de Mangana

06/12/2016 - JOSÉ VICENTE ÁVILA
Se cumplen treinta años de la colocación del Monumento a la Constitución, en la Plaza de Mangana, inaugurado el 6 de diciembre de 1986 por el entonces Defensor del Pueblo, Joaquín Ruiz Jiménez, que estuvo acompañado por quien era ministro de Relaciones con las Cortes, Virgilio Zapatero, y Javier Rupérez, ambos diputados por Cuenca, además de las distintas autoridades, con el alcalde, José Ignacio Navarrete, a la cabeza y el consejero adjunto a la Presidencia de la Junta de Comunidades, José Manuel Martínez Cenzano y el presidente de la Diputación Provincial, Pedro Saugar.

Hubo algunas ausencias, entre ellas la del Gobernador Civil, Rafael Mazarrasa, en otro acto en Villarrobledo con José Bono, entonces presidente de Castilla-La Mancha. Entre el público asistente se encontraba el cantante José Luis Perales, junto a su esposa, pues en esa época tenía su residencia en Cuenca, ciudad en la que sigue empadronado, además del sacerdote-poeta Carlos de la Rica y otros miembros de la cultura conquense.

La elección de la plataforma de Mangana como lugar para la colocación del Monumento, que regalaba Gustavo Torner a Cuenca, no estuvo exenta de polémica como suele ocurrir en nuestra ciudad con toda obra que se lleve a cabo, pero en este caso aún mayor por la colocación de una estructura abstracta en el Casco Antiguo. El autor explicaba el significado de su obra como homenaje a la Carta Magna con esta leyenda: “Estructura plural y unitaria en equilibrio por tensiones contradictorias sobre una base de gran firmeza”. 

Ante la polémica despertada en las semanas anteriores, el propio Gustavo Torner, con la mesura que le caracteriza, intentaba dar a conocer el contenido y el continente de su obra, que él quería que estuviera en uno de los lugares más altos de la ciudad: “Es un ejemplo visual de que es posible vivir con fuerzas contradictorias, siempre que entre todos estemos de acuerdo en hacer un consenso y en respetarnos unos a otros. No es simplemente hacer una forma por hacerla, sino que está funcionando simbólicamente como el arte tradicional”.

SÁBADO, 6 DE DICIEMBE DE 1978
Desde el primer día la polémica se instaló en torno al Monumento restando la verdadera importancia de lo que éste representa. A las cuatro y media de la tarde del sábado 6 de diciembre de 1978, daba comienzo el acto de inauguración, con una procesión cívica de autoridades y pueblo caminando desde el Ayuntamiento hasta la Plaza de Mangana, con la Corporación bajo mazas y la Banda de Música cerrando la comitiva a los acordes de la marcha “Comandante Albillos”, de Ricardo Dorado. 

La plaza de Mangana, que había sido remodelada diez años antes, ofrecía una panorámica de arbolillos en hilera como custodiando la torre y el flamante Monumento en la entrada, tras el acceso de unas escaleras en la que se leía una gran placa que decía: A LA CONSTITUCION. MCMLXXXVI. Una placa que fue quitada hace tres lustros, cuando se iniciaron las obras de Mangana, y que sería deseable volviese a su lugar, una vez que la Plaza fue abierta en la pasada Semana Santa, quedando el Monumento más consolidado al actual diseño de esta atalaya del Casco Antiguo, junto al Museo de las Ciencias.

Sería muy interesante que se colocase de nuevo esa placa para que los miles de visitantes que cada año pasan por allí sepan lo que representa este Monumento (a la Constitución) pues como según explicaba la entonces concejala de Cultura, Consuelo Ruipérez, “establece un diálogo con el entorno”. Fue un acto tan sencillo como emotivo el celebrado el 6 de diciembre de 1986,  porque lo que realmente importaba es que Cuenca era una de las primeras ciudades que erigía un monumento a la Constitución Española de 1978. El Ayuntamiento había aprobado su instalación, aunque hasta el último momento la Comisión de Patrimonio no dio su visto bueno, porque el proyecto se le envió con cierto retraso. 

LA MAQUETA EN “CUENCAFICCIÓN”
La maqueta fue presentada un mes antes en el Seminario “Cuencaficción” que se celebró en la UIMP (entonces en el edificio de Carmelitas), y en verdad que no había nada de ficción en el paso que se iba a dar con la instalación en la plaza de Mangana de la obra de Torner.?El artista era muy claro cuando se le preguntaba por la polémica: “Yo creo que no hay polémica; es decir, si hay un señor que escribe, doscientos que firman y 39.800 que se callan, eso no es polémica. Estamos en un momento democrático y cuando han aprobado la obra todos los concejales por unanimidad, que representan a toda la ciudad, pues lo siento. Otras cuestiones son artísticas y esas son opinables”, añadía.

Habló José Ignacio Navarrete como alcalde de la importancia del Monumento y su significado y de que Cuenca fuese una de las primera ciudades en dedicárselo a la Carta Magna; Gustavo Torner hizo su docta exposición (en base a que ha supuesto la transformación de una explanada --sin estructuras verticales laterales que acoten el espacio--  en una plaza de enorme entidad), y Joaquín Ruiz Jiménez valoró la importancia del Monumento, y sobre todo de la Constitución que nos une, como “una de las más perfectas del mundo contemporáneo, bajo la que hemos superado el concepto de las dos Españas”.

El reloj de Mangana se sumó al acto tocando sus cuartos, media y entera en los 45 minutos que duró el acto. Treinta años después, el Monumento aparece más integrado o adaptado al entorno de la remodelada plaza y el propio reloj de la Torre, retrasado en su horario en cinco minutos, permanece callado, mudo, sin su sonido, a la espera de una reparación interior en la Torre.

UNO DE LOS DE MAYOR DIMENSIÓN
La noticia de la inauguración del Monumento a la Constitución, que destacaban  en sus portadas “El Día de Cuenca” y “Gaceta Conquense”, no tuvo el eco esperado a nivel nacional, sobre todo en TVE que la obvió. Sí lo hicieron “El País” y Radio Nacional, entre otros medios. En “La Gaceta”, y en crónica de Miguel A. Ortega, se destacaba que el Defensor del Pueblo había inaugurado el monumento a la Constitución de mayores dimensiones entre los existentes en España y apuntaba: “Cuenca, más que nunca, hacía público su reconocimiento a la Constitución que, desde 1978, rige la vida política y ciudadana de los españoles  y lo hacía levantando la mayor obra escultórica que el país ha erigido bajo el mismo tema”.

Explicaba el conquense Gustavo Torner, Medalla de Oro de Cuenca y de las Bellas Artes, que “la escultura tiene una gran peana de cemento sobre la cual se sitúa un paralelepípedo de un hierro especial, que con la acción de la lluvia desprende un óxido, de color marrón, que a la vez protege la corrosión del metal. Posee un cubo brillante, así como unos hilos de acero macizo, que además de entrelazar los diversos puntos de tensión de la escultura, simbolizan los diálogos de los políticos, fuera y dentro del hemiciclo, así como su relación con el pueblo soberano”. Añadía Torner: “Es una escultura de las más importantes que se han hecho en España después de la guerra”.