Es noticia en Cuenca: ASAJA Cuenca Educación UCLM Cuenca Día del Libro Programa Semillas Ayuntamiento de Cuenca ADOCU Cuenca
Tradiciones

El Ramadán, desde el confinamiento

Dos familias musulmanas afincadas en Cuenca relatan cómo viven el mes sagrado para el Islam en medio de la crisis por la Covid-19
El Ramadán, desde el confinamiento
Familia musulmana celebrando el Ramadán en Cuenca
03/05/2020 - Dolo Cambronero

Empieza a caer la noche y huele a especias por toda la casa. La mesa está lista en el domicilio de Abderrezak y Fatima, quienes aguardan la caída del sol para celebrar el iftar, la ruptura del ayuno, y disfrutar de ricos platos después de todo el día sin comer ni beber. Aunque el de este año es el Ramadán más extraño que recuerda esta pareja de origen argelino afincada en Cuenca y que conmemorará, como millones de musulmanes por todo el mundo, el mes sagrado para el Islam desde el confinamiento de sus hogares impuesto para frenar a la Covid-19.

Durante los 30 días que dura el Ramadán, los musulmanes adultos –están exentos los niños, las mujeres embarazadas y las personas enfermas- se abstienen de comer, beber, mantener relaciones sexuales y cometer actos considerados inmorales. Uno de los pilares de esta celebración es la participación en la comunidad con rezos colectivos y rupturas del ayuno en familia que este año no podrán desarrollarse.

No obstante, Abderrezak y Fatima –ambos de 48 años y que tienen cuatro hijos, de 5, 11, 16 y 22 años- cuentan que normalmente suelen vivir esta celebración de una forma más recogida, en la intimidad de su hogar, aunque para la festividad del Eid al Fitr, que marca el fin del mes sagrado para los musulmanes, sí suelen irse todos los años a la casa de unos amigos, algo que no podrán hacer probablemente este mayo debido a las restricciones impuestas para evitar la propagación de este tipo de coronavirus.

Aunque este año no se pueda ir a la mezquita a tomar parte en un rezo colectivo, la pareja lee el Corán varias veces a lo largo del día durante el Ramadán, que comenzó este año con la luna nueva de abril y se prolongará durante un mes.“En el Ramadán, el ayuno es parecido a la Cuaresma de Semana Santa, aunque los cristianos no comen carne y nosotros, nada desde la salida hasta la puesta del sol”, explica Abderrezak.

El Ramadán, desde el confinamiento

La ruptura del ayuno es un momento muy especial que vive toda la familia unida y se comienza habitualmente con la ingesta de dátiles, que pueden acompañarse con leche. Los platos para el iftar varían según países y también según el hogar. En el de este matrimonio argelino no suelen faltar durante estos días sopa harira, mtewem –un plato típico argelino que incluye una especie de albóndigas y garbanzos-, tajine con aceitunas y unos triángulos rellenos que se asemejan a las pastelas marroquíes.

Fatima, que emplea unas tres horas en preparar la comida, también hace pan casero en el horno. Además tampoco pueden faltar los dulces con el fin de reponer fuerzas después de todo el día de ayuno: la tradicional chebaquia y otros pasteles con cacahuetes y miel, acompañados de té, culminan el iftar nocturno.

Durante los días de Ramadán, los musulmanes se levantan muy temprano para hacer otra comida antes del amanecer (suhoor). A pesar de la tristeza que entraña celebrar este año la festividad en confinamiento, Abderrezak dice que, en principio, sobrellevar la dureza del ayuno es más fácil porque están en casa y no tienen que salir para trabajar.

“Nos levantamos más tarde y no son tantas horas de ayuno como otros años”, reconoce este hombre, que lleva 19 años en España, la mayor parte del tiempo en Cuenca. Relata que cuando llegó no había muchos musulmanes en la ciudad pero que ahora hay una comunidad importante, formada por personas procedentes de Marruecos y Argelia y también paquistaníes musulmanes. Fatima vino un poco después que su marido y después de unos años aquí, regresó a su país, volviendo hace cerca de cuatro nuevamente a la capital conquense.

EN BUSCA DE UN TRABAJO

Para Rachida, este Ramadán será también muy diferente. De 40 años y origen marroquí, esta mujer llegó a España hace 13 y desde hace dos reside en Cuenca, donde vive con su marido y sus dos hijos, de uno y seis años.

Lamenta que este año no pueden salir a rezar a la mezquita –las mujeres lo hacen en la casa- y tampoco pueden juntarse a celebrar el iftar cuando llega la noche pero apunta que el resto de la celebración será “igual”. La familia está recibiendo una ayuda de comida de Cruz Roja, que durante estos días está más enfocada a las recetas tradicionales del Ramadán. “Sopa harira, pastelas, dulces, empanadas… son los platos típicos”, enumera.

Igual que el argelino Abderrezak, reconoce que aguantar el ayuno durante el trabajo es más duro aunque subraya que ojalá pueda encontrar un empleo cuando finalice esta situación de emergencia desencadenada por la Covid-19: “Soy buena cocinera. Me gusta la cocina marroquí y española”.