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Terapias

Pasos de baile contra la adversidad

El proyecto ‘Bailando la vida’ quiere mostrar que la música y el movimiento son la mejor terapia ante una enfermedad o un revés personal. El próximo objetivo: llegar a las víctimas de violencia de género
Presentación del proyecto el pasado 23 de junio
01/07/2018 - Nuria Lozano

El pasado 23 de junio cerca de 70 personas lanzaban un mensaje desde el Puente San Pablo: el baile es vida y ayuda en los momentos más difíciles. Las fiestas del solsticio del Casco Antiguo han servido para presentar de esta espectacular manera el proyecto ‘Bailando la vida’ que quiere mostrar que la música y el movimiento son la mejor terapia ante una enfermedad o un revés personal.

Charo Rodríguez dirige la Escuela Municipal de Baile de Cuenca desde hace 20 años, donde imparte zumba, baile oriental y baile de salón. Por sus clases han pasado personas de todo tipo, con diferentes problemas. “Me di cuenta de que el baile servía a la gente mucho más que otras actividades y era lo único que en algunos casos les estimulaba para salir de casa”.

Así se fue fraguando en su cabeza la idea de utilizar el baile como terapia, una iniciativa que ha madurado este curso y que arrancará con mucha más fuerza “lo antes posible”, sobre todo después del éxito que ha tenido su debut en público. “El Casco Antiguo ha sido el mejor escenario para mostrar que se puede salir. Precisamente el puente era un símbolo de no temer al abismo. Bailar allí y cruzarlo juntos fue un reto y una manera de decir al mundo que se pueden vencer las dificultades”, explica Rodríguez.

A lo largo del curso han asistido a las clases en su mayoría mujeres- aunque también algún hombre- que padecen o han superado un cáncer o que han sufrido la pérdida de un ser querido.

Charo adapta y suaviza las habituales disciplinas y añade otras como el yoga y utiliza siempre música en español con mensajes positivos y motivadores.

Los beneficios no son solo emocionales, sino también físicos.

“El ejercicio suave aporta agilidad y bailar genera hormonas de la felicidad. Como decimos nosotros, después de una sesión sales con el ‘subidón’, te olvidas de todo”, expresa la profesora.

A esto se une la parte de la autoestima. “En momentos que no te sientes guapa te ayuda a empoderarte, a sentirte bella, y te anima a arreglarte”; y la parte social, ya que las participantes hacen grandes lazos de amistad y se convierten en confidentes. “Todo junto funciona, es mágico”, destaca.

Bailar te ayuda a tener conciencia de tu nuevo cuerpo y a reconciliarte con él ya que debido al duro tratamiento acabas viéndolo como un elemento hostil

Charo ha vivido muchas historias duras y ella fue la primera que comprobó los efectos terapéuticos del baile. “Mis padres fallecieron y yo al día siguiente estaba dando clases. Es una manera preciosa de superar esos momentos en los que te encuentras mal”. Especialmente duro fue cuando una de sus alumnas se retrasó un día y al llegar le dijo que se había quedado con el pelo en la mano debido a la quimio “y aun así vino con su peluca”.

Por el camino también se han quedado algunos luchadores, dos este curso, “y sus parejas han venido y así han podido sobrellevar sus últimos momentos”.

Relatos de vida como los de María Ángeles García, que superó un cáncer de mama. Ella bailaba antes de la enfermedad y cuando pasó el duro tratamiento volvió a hacerlo. “El baile te ayuda a tener conciencia de tu nuevo cuerpo, a reconciliarte con él porque lo terminas viendo un elemento hostil, y a moverlo de manera armoniosa”, relata. Como señala, “no piensas en tus límites sino en tus posibilidades”. A esto se une la amistad que se establece con el resto del grupo ya que todos comparten el mismo espíritu de superación. “Es una terapia que te permite desconectar de tus problemas, liberar tu cuerpo, llegas a un punto que es como si flotaras y empiezas a ver todo de manera distinta”.

NUEVOS PASOS

‘Bailando la vida’ acaba de empezar pero pretende llegar muy lejos. La intención de su promotora es acercar estos talleres a asociaciones, hospitales o personas que no van a ir directamente al polideportivo. Incluso salir de Cuenca y moverse por otras provincias. “Quiero hacer clases diseñadas a medida de cada colectivo”, dice.

Además, se ha propuesto llegar a personas con depresión o víctimas de la violencia de género y para ello ya han empezado los primeros contactos con el Instituto de la Mujer.