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“La pandemia nos hizo dar ese paso hacia el voluntariado en Cruz Roja”

Zoubida Bouayad y Víctor García son dos de los 188 nuevos voluntarios que se incorporaron a la organización humanitaria en el último año
“La pandemia nos hizo dar ese paso hacia el voluntariado en Cruz Roja”
Zoubida Bouayad y Víctor García son voluntarios de Cruz Roja Cuenca. Foto: Sara M. de Lerma
08/05/2021 - Miguel A. Ramón

A priori nada tienen en común. Ella es una mujer marroquí de 39 años, natural de Rabat, casada y con una hija, que lleva viviendo en España desde hace 21 años, los tres últimos en Cuenca. Él es un segoviano de 45 años, casado con una profesora conquense, con quien tiene una hija, y reside en la capital desde hace algo más de un año y medio. Pero Zoubida Bouayad Youbi y Víctor García de Lucas sí comparten algo muy fuerte: su altruismo innato y las ganas de ayudar a los demás, a aquellos que más los necesitan.

Son desde hace un año voluntarios de Cruz Roja de Cuenca y no dudan en mostrarse no solo orgullosos de ello, sino también muy satisfechos, porque, tal y como coinciden en aseverar, “es una experiencia muy gratificante y que merece la pena”.

La singular e inusual situación con motivo del estado de alarma, con el consabido confinamiento durante más de tres meses, y los estragos de la pandemia en la sociedad fueron el detonante, sin duda, para que dieran el paso y acudieran a Cruz Roja a ofrecer sus servicios como voluntarios. Dicen que no podían quedarse de brazos cruzados ante el horror de los primeros compases de la pandemia que estaba segando la vida de muchísimas personas y paralizando a todo un país, con las tragedias particulares que eso conllevaba para miles y miles de hogares españoles.

ZOUBIDA BOUAYAD

“Encerrada en casa todo el día, sin hacer nada, veía por televisión cómo estaba sufriendo la gente por la pandemia y cómo desde Cruz Roja se estaba haciendo todo lo posible para ayudar a esas personas llevándoles comida, medicamentos, etc. Eso hizo que un día de mayo, en plena desescalada, me pusiera en contacto con Cruz Roja Cuenca y les dijera que quería ayudar y hacer lo que estuviera en mis manos”, confiesa Zoubida, que comenzó a dedicar todos los días un poco de su tiempo para hacer más llevadera la situación a los más vulnerables, como era el caso de nuestros mayores, muchos de ellos solos en casa.

Las primeras semanas se tuvo que emplear a fondo en sensibilizar e informar a la población de las medidas sanitarias, eso sí por teléfono, al tiempo de detectar necesidades puntuales y urgentes que se pudieran dar en los hogares conquenses. Ahí, asegura, fue “cuando pude comprobar que había mucha gente pasándolo muy mal”. Aún tiene muy presente aquella llamada a mediados de mayo a una señora que totalmente desesperada pedía ayuda, porque no tenía nada, incluso, ni para que sus tres hijos pudieran cenar esa misma noche.

Hubo momentos duros, reconoce, pero, aún así, no ha dejado en todo este tiempo de seguir ayudando en todo lo que ha podido y, de hecho, ahora está participando en la atención telefónica a personas mayores con el fin de ver cómo se están adaptando a la nueva situación, si están bien y necesitan algo, además de proporcionarles actividades, como por ejemplo, un taller de lectura a través de un grupo de WhatsApp. Labor que considera muy gratificante hasta el punto de asegurar que ha salido ganando más ella que los usuarios del voluntariado de Cruz Roja.

VÍCTOR GARCÍA DE LUCAS

Mayo también fue el momento crucial para Víctor. Aunque desde siempre le había llamado la atención el voluntariado y su labor en beneficio de la sociedad, nunca había encontrado el momento de dar el paso. Sin embargo, ese llegó en plena pandemia, en el mes de mayo, cuando, según dice, no podía aguantar más sin hacer algo y aportar su granito de arena contra los estragos que estaba ocasionando el coronavirus en ese momento y a todos los niveles.

Su primera colaboración fue repartiendo material escolar entre los niños, para después participar en la recogida de alimentos en el centro comercial El Mirador y, en la actualidad, impartir una vez a la semana un curso de castellano para inmigrantes. Una actividad esta última que le está aportando mucho, hasta el punto de considerar que “es muy gratificante ver cómo estos jóvenes están deseosos e ilusionados por aprender y, de esta manera, poder integrarse en la sociedad y afrontar una nueva vida”.

Este segoviano afincado en la capital conquense no cree que los voluntarios estén hechos de otra pasta y es de la opinión de que cualquier persona, con un mínimo de interés por ayudar a los demás, puede dar el paso en un momento concreto de su vida y convertirse en voluntario.

Zoubida y Víctor se consideran afortunados por la oportunidad que les ha dado Cruz Roja de ayudar a los demás. De ahí que a priori se vean como voluntarios durante más años, eso sí siempre adaptándose a las circunstancias que les toque vivir en cada momento. Pero, por supuesto, teniendo claro que parte de su tiempo continuarán dedicándolo a Cruz Roja y, por lo tanto, a esas personas que más lo necesitan.


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