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Solidaridad

Un hostel conquense, ángel de la guarda de una argentina durante la cuarentena

Micaela Lasa, a la que el estado de alarma pilló en nuestro país sin tener dónde ir, ha pasado los tres meses de confinamiento en el Green River Hostel de Cuenca
Foto: Saúl García
05/07/2020 - Dolo Cambronero

Dice que le estará eternamente agradecida. A Micaela Yvonne Lasa, argentina de 25 años, el confinamiento le sorprendió en Cádiz. Sola en nuestro país y sin tener dónde quedarse porque el alojamiento al que iba cerró, recurrió a un ángel de la guarda: Juan Pérez Martínez, dueño del Green River Hostel de la capital -establecimiento en el cual la joven había sido voluntaria con anterioridad-, que pronunció las palabras mágicas: “Vente aquí. Esta es tu casa”.

La joven vino a España en agosto de 2019. Ha sido voluntaria en varios hostel (tipo de alojamiento, similar a un albergue) por todo el país, entre ellos este alojamiento conquense. “Llegué a Cuenca en las fiestas de San Mateo y quedé encantada”, cuenta. Después se marchó de la ciudad para trabajar en otro sitio aunque regresó al cabo de unos meses, justo unas semanas antes de la emergencia sanitaria desatada por la Covid-19. “Siempre vuelvo. Me tiene atrapada. La gente es muy hospitalaria y muy humilde. Nunca me han tratado tan bien”, subraya.

DÍAS DE INCERTIDUMBRE

Tras su segunda estancia en Cuenca, se marchó a un hostel de Cádiz, ciudad a la que llegó dos días antes de la declaración del estado de alarma. “Pero cerró y no aceptaba a nadie, por lo que me quedé en la calle”, rememora. Desesperada, le preguntó a Juan Pérez, quien le ofreció rápidamente su ayuda. “Me dijo que regresara y volví a respirar. Lo pasé muy mal esos días por la incertidumbre. Sola, lejos de mi familia y de casa, tenía mucho miedo porque no podía volver a mi país”, apunta.

No obstante, una vez solucionado el problema del alojamiento, se le presentaba otra dificultad: ¿Cómo iba a volver a Cuenca? Asustada porque no encontraba ni trenes ni autobuses aunque finalmente pudo llegar hasta Ciudad Real, donde la fue a buscar un amigo que la trajo hasta la capital. “Siempre hay ángeles guardianes”, celebra.

Un hostel conquense, ángel de la guarda de una argentina durante la cuarentena

A SALVO

“Fueron días de mucho miedo y tensión pero, al llegar a Cuenca, me sentí a salvo”, rememora. Y en el Green River Hostel ha pasado casi tres meses de confinamiento, hasta que hace un par de semanas se marchó a trabajar a un pueblo de la provincia.

Durante este tiempo, además de Micaela, en el hostel han estado otras dos chicas -una de ellas también argentina- que se encontraban hospedadas en este establecimiento cuando se decretó el estado de alarma. “Juan no dudó en que nos quedáramos el tiempo que fuera necesario. Y no nos cobró nada”, asegura.

Y, entre otras cosas, la cocina les ha hecho más llevaderos estos meses. “Me han preparado caldereta y paella. Solo tengo palabras de agradecimiento. Son como una familia y me han acogido”, añade, teniendo también palabras de elogio para Elena, una de las empleadas, y su hijo Daniel, también trabajador de este negocio.

“Me siento afortunada de que la vida me presente gente tan buena, humilde y bondadosa. Mi familia de Argentina estaba preocupada por mí por la situación y ahora quieren venir a conocer a Juan”, recalca.

Micaela tiene ahora un gran deseo para este negocio: “Espero que tengan muchos clientes y mucho trabajo para que empiecen a remontar tras este parón. El Hostel Green River, su gente hermosa y Cuenca que, por cierto, es única, quedarán en mi corazon para siempre.”